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Los jóvenes estadounidenses no quieren ser la generación de un país implicado en una retahíla de guerras incensante

Yes, we can (pasar página)

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Parece apropiado que mi esposa y yo recibiéramos la noticia de la muerte de Osama bin Laden a través de nuestro hijo la noche anterior. Nos habíamos ido a la cama temprano y nos levantó para informar de lo sucedido. Parecía una forma adecuada de recibir la noticia a causa de la consciencia política de una generación más joven de estadounidenses entera – nuestro hijo cumplió ocho años el 11 de Septiembre, y nuestras hijas son, respectivamente, 2 y 5 años más jóvenes – fuertemente influenciada por los acontecimientos de aquella fecha y todo lo venido después.

Aunque nadie simula que la amenaza del terrorismo haya desaparecido, gustaría esperar que el país pudiera pasar página, por utilizar la fórmula invocada por Barack Obama con tanta contundencia durante la campaña de 2008. Creo que es el motivo de que los jóvenes estuvieran especialmente animados por la noticia de la muerte de bin Laden. No quieren ser la generación cuya experiencia esté caracterizada por la implicación de su país en lo que parece ser una retahíla de guerras incesante en el exterior. Pero tampoco se resisten a madurar en un momento en que tantos hablan de la posibilidad del declive estadounidense. Los acontecimientos acaecidos en Pakistán no son tanto un remedio como una señal de la esperanza en que Estados Unidos sepa evitar ambos destinos.

Como señalaba con anterioridad mi colega Anne Applebaum, bin Laden no perdió la vida por accidente sino a través de un ataque escrupulosamente planeado que combinó la extraordinaria labor del espionaje con la valentía de un equipo de Navy Seals encabezado por la CIA. Y como han señalado otros, incluyendo a Gene Robinson, fue un extraño momento de bipartidismo – o mejor aún, de ningún partidismo. La intervención de George W. Bush recogida en el Post esta mañana a través de AP tiene el tono adecuado, al igual que los comentarios del congresista Peter King (R-N.Y.) en el programa “Morning Joe” de la MSNBC.

Y mi cabeza también ha pasado página durante las últimas 12 horas al vecindario de Belle Harbor en Rockaway, Queens, donde reside buena parte de la familia de mi esposa y que alberga todo lo que me ha sido querido con los años. El vecindario, hogar de muchos de los bomberos y agentes de policía y de muchos de los que trabajaban en el World Trade Center, sufrió soberanamente a consecuencia del 11 de Septiembre. Nada podrá compensar de manera adecuada esas pérdidas, pero es un lugar en el que las palabras del Presidente Obama – “se ha hecho justicia” – cobran una poderosa resonancia.

Yes, we can (pasar página)

Los jóvenes estadounidenses no quieren ser la generación de un país implicado en una retahíla de guerras incensante
E. J. Dionne
viernes, 6 de mayo de 2011, 22:00 h (CET)
Parece apropiado que mi esposa y yo recibiéramos la noticia de la muerte de Osama bin Laden a través de nuestro hijo la noche anterior. Nos habíamos ido a la cama temprano y nos levantó para informar de lo sucedido. Parecía una forma adecuada de recibir la noticia a causa de la consciencia política de una generación más joven de estadounidenses entera – nuestro hijo cumplió ocho años el 11 de Septiembre, y nuestras hijas son, respectivamente, 2 y 5 años más jóvenes – fuertemente influenciada por los acontecimientos de aquella fecha y todo lo venido después.

Aunque nadie simula que la amenaza del terrorismo haya desaparecido, gustaría esperar que el país pudiera pasar página, por utilizar la fórmula invocada por Barack Obama con tanta contundencia durante la campaña de 2008. Creo que es el motivo de que los jóvenes estuvieran especialmente animados por la noticia de la muerte de bin Laden. No quieren ser la generación cuya experiencia esté caracterizada por la implicación de su país en lo que parece ser una retahíla de guerras incesante en el exterior. Pero tampoco se resisten a madurar en un momento en que tantos hablan de la posibilidad del declive estadounidense. Los acontecimientos acaecidos en Pakistán no son tanto un remedio como una señal de la esperanza en que Estados Unidos sepa evitar ambos destinos.

Como señalaba con anterioridad mi colega Anne Applebaum, bin Laden no perdió la vida por accidente sino a través de un ataque escrupulosamente planeado que combinó la extraordinaria labor del espionaje con la valentía de un equipo de Navy Seals encabezado por la CIA. Y como han señalado otros, incluyendo a Gene Robinson, fue un extraño momento de bipartidismo – o mejor aún, de ningún partidismo. La intervención de George W. Bush recogida en el Post esta mañana a través de AP tiene el tono adecuado, al igual que los comentarios del congresista Peter King (R-N.Y.) en el programa “Morning Joe” de la MSNBC.

Y mi cabeza también ha pasado página durante las últimas 12 horas al vecindario de Belle Harbor en Rockaway, Queens, donde reside buena parte de la familia de mi esposa y que alberga todo lo que me ha sido querido con los años. El vecindario, hogar de muchos de los bomberos y agentes de policía y de muchos de los que trabajaban en el World Trade Center, sufrió soberanamente a consecuencia del 11 de Septiembre. Nada podrá compensar de manera adecuada esas pérdidas, pero es un lugar en el que las palabras del Presidente Obama – “se ha hecho justicia” – cobran una poderosa resonancia.

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