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Avanzamos con la necedad de un nuevo absurdo. La neurosis viral como máximo indicador de certezas

Neurosis viral

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Muchos agentes externos nos invaden a diario, son de lo más variado, seres vivos, partículas inertes, moléculas, tóxicos, ideas e influencias varias. Por desconocidos, imprevistos o agresivos, esquivan las barreras defensivas naturales. También sus efectos alcanzan un amplio espectro, resultan inoperantes, muy nocivos o incluso beneficiosos; la gama de consecuencias es inconstante, varía según los momentos, cantidades, rapidez, acumulación o características individuales.

Dejando postergados los efectos tóxicos propiamente dichos, me centro en las MENTALIDADES enfrentadas a las influencias exógenas; y ninguna se libra de las conexiones pertinentes e impertinentes, toleradas o impuestas de mil formas. Las técnicas de penetración utilizadas muestran picardías, curiosidades y mala leche, en su rico muestrario. Como apunté, quizá no las detectemos, pero solemos mirar hacia otro lado cuando pretendemos no darnos por enterados. También abundan las ocasiones en las cuales colaboramos activamente en el desarrollo de tales eventos; si fuera para logros beneficiosos, tendría su lógica; si colaboramos en contaminaciones que nos perjudican, reinará la estupidez sin explicaciones convincentes.

Los efectos transmitidos por las expresiones humanas están sometidos a las infinitas variaciones de la vida en común. ¿Qué logran transmitir? ¿Cómo son percibidos? ¿Tienen repercusiones posteriores? Ya resulta clásico aquel concepto de los MEMES de Dawkins; contenidos mentales transmitidos por algún rasgo concreto, gestos, imágenes, palabras. Son de comportamiento similar al de los virus, no tienen vida propia, pero invaden, parasitan, los andurriales cerebrales de las personas; allí provocan determinadas modificaciones, del mero pensamiento, del carácter o las conductas.

No tienen las características bien definidas, ni responden a criterios exclusivos de la razón, abundan sus efectos insospechados, sea por su ineficacia o por asombrosas ampliaciones en sus repercusiones. A veces, cuatro palabras oportunas movilizan multitudes. Su aparente banalidad no debe confundirnos, la efectividad de sus transmisiones está muy comprobada.

Un lema, una palabra repetida, una canción, hasta una vestimenta concreta, pueden conferir el primer impulso a estos memes. De manera simplista, es evidente; el mensaje suele ser breve, enemigo de los razonamientos explicativos. Los análisis de su origen y posibles maniobras adheridas suelen estar camuflados. Su simplicidad aprovecha el INFANTILISMO intelectual de los receptores, es fácil su propagación, como comprobamos por la enorme difusión alcanzada y la deficiente resistencia encontrada. Establecen unas dinámicas perfectas para las pérfidas maquinaciones de gente habituada a no dar la cara, por la mala ralea de sus intenciones o por afanes controladores de tinte totalitario, intolerantes hasta con las discrepancias mínimas.

La multiplicación de las redes comunicativas lideradas por Internet dio alas a los mecanismos difusores como los señalados. La práctica totalidad de las voces encuentra vías para su recorrido, sin filtros para el reconocimiento real del contenido de sus expresiones. Interminable lista de mensajes en circulación. La indeterminación traduce la LIVIANDAD de los conceptos manejados. Aun con las versiones descollantes, la mezcolanza impide su tratamiento adecuado. El compromiso elude la negociación con ideas superficiales, configura la inhibición en las colaboraciones, con el consiguiente desapego general. La banalidad aligera la carga de los razonamientos, suplantados por el vocerío de un auténtico picoteo impropio de personas cabales.

El arte de la retórica es ambiguo. Si bien ordena los pensamientos en relación a la manera de expresarlos, de ponerlos en práctica; no calibra las orientaciones de los fines a los que se dedicaron sus atenciones. Los enfoques meritorios aprovechan las técnicas expresivas para la agrupación persuasiva de las intenciones benefactoras. Pero por desgracia, sus dotes son empleadas en demasiadas ocasiones para usos DEMAGÓGICOS; esos halagos engañosos para aprovecharse de cuantos despistados crédulos acojan sus mensajes. Sacan mucho partido del desinterés general. Introducen sus mensajes sutiles en la carga de aquellos memes de apariencia intrascendente. El disimulo no evita las secuelas indeseadas.

Las aristas de la modernidad han potenciado estos fenómenos de transmisión de los mensajes. Aliviados de las complejas cargas reflexivas, desplazados los compromisos por anónimos y multitudes, la atracción de dichos comportamientos rebasa las expectativas, con la masiva adhesión de la gente a sus modalidades. Generan el concepto viral, NEURÓTICO, del encumbramiento de la rapidez, del mayor número de contactos, del mensaje generalizado; despreocupados del análisis exaustivo. Además del falseamiento de la realidad, porque dejan de lado sus ramificaciones constituyentes, adoptan aires intolerantes, incluso totalitarios, al tratar de imponer sus funcionamientos, en aras de una libertad, que ellos acogotan.

La mencionada polarización viral hasta la neurosis, descontrolada y de una agitación inusitada, provoca unas resonancias sociales que comienzan a ser predominantes sectores. Los acostumbrados procedimientos previos son sus evidentes contrincantes. Quizá por eso, los primeros impulsos virales son de talante RUPTURISTA, para la demolición de los hábitos desplegados por los antecesores. Son los impulsos de quien todo lo cambia, sobrepasa los límites, como afanado en la apertura de horizontes. Esas primeras pegadas son contundentes, sólo respetan su propio impulso, aparentemente sin meterse con nadie, pero ensimismados con sus procederes. Su actitud les deliga de los discordantes, en un asilamiento escapista muy peligroso.

Una vez tomados los campos de sus actuaciones, asoman en sus intervenciones una serie de posibilidades transformistas. Desligados de las bases que pudiéramos calificar de históricas, no dedican ni un instante a la consideración de esas circunstancias. La neurosis viral intentará mantenerse en la cresta de la ola, sin tiempo para elaboraciones de mayor fuste. Por consiguiente, los pretendidos PROYECTOS serán montajes de muchas alturas y pocos cimientos. Aquellas iniciativas explosivas, virales, serán sustituidas por otras similares, sin ninguna ubicación para la continuidad fructífera. Los ejemplos son chocantes, veánse los planes políticos catalanes, planes educativos, políticas migratorias, etc.

Por el propio desarrollo de las actividades virales, sus protagonistas tienen muy difícil la escapatoria con respecto a la ambigüedad de sus resoluciones. Hasta lo que se presenta con fines altruistas, genera graves injusticias por la desconsideración hacia otras situaciones parecidas. Las LUCES y SOMBRAS son propias de las comunicaciones tan aceleradas y poco receptivas a la crítica. Y a todo eso, aún sin la introducción de las intenciones subyacentes. La franqueza de los intervinientes no pasa de ser mera ilusión. Bien está aquello de la vida es sueño, pero basarlo todo en las ensoñaciones de un momento, despegados de lo cotidiano y de las razones oportunas, genera una distorsión social, que hubiera requerido de otros ritmos.

Neurosis viral

Avanzamos con la necedad de un nuevo absurdo. La neurosis viral como máximo indicador de certezas
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 24 de marzo de 2017, 00:04 h (CET)
Muchos agentes externos nos invaden a diario, son de lo más variado, seres vivos, partículas inertes, moléculas, tóxicos, ideas e influencias varias. Por desconocidos, imprevistos o agresivos, esquivan las barreras defensivas naturales. También sus efectos alcanzan un amplio espectro, resultan inoperantes, muy nocivos o incluso beneficiosos; la gama de consecuencias es inconstante, varía según los momentos, cantidades, rapidez, acumulación o características individuales.

Dejando postergados los efectos tóxicos propiamente dichos, me centro en las MENTALIDADES enfrentadas a las influencias exógenas; y ninguna se libra de las conexiones pertinentes e impertinentes, toleradas o impuestas de mil formas. Las técnicas de penetración utilizadas muestran picardías, curiosidades y mala leche, en su rico muestrario. Como apunté, quizá no las detectemos, pero solemos mirar hacia otro lado cuando pretendemos no darnos por enterados. También abundan las ocasiones en las cuales colaboramos activamente en el desarrollo de tales eventos; si fuera para logros beneficiosos, tendría su lógica; si colaboramos en contaminaciones que nos perjudican, reinará la estupidez sin explicaciones convincentes.

Los efectos transmitidos por las expresiones humanas están sometidos a las infinitas variaciones de la vida en común. ¿Qué logran transmitir? ¿Cómo son percibidos? ¿Tienen repercusiones posteriores? Ya resulta clásico aquel concepto de los MEMES de Dawkins; contenidos mentales transmitidos por algún rasgo concreto, gestos, imágenes, palabras. Son de comportamiento similar al de los virus, no tienen vida propia, pero invaden, parasitan, los andurriales cerebrales de las personas; allí provocan determinadas modificaciones, del mero pensamiento, del carácter o las conductas.

No tienen las características bien definidas, ni responden a criterios exclusivos de la razón, abundan sus efectos insospechados, sea por su ineficacia o por asombrosas ampliaciones en sus repercusiones. A veces, cuatro palabras oportunas movilizan multitudes. Su aparente banalidad no debe confundirnos, la efectividad de sus transmisiones está muy comprobada.

Un lema, una palabra repetida, una canción, hasta una vestimenta concreta, pueden conferir el primer impulso a estos memes. De manera simplista, es evidente; el mensaje suele ser breve, enemigo de los razonamientos explicativos. Los análisis de su origen y posibles maniobras adheridas suelen estar camuflados. Su simplicidad aprovecha el INFANTILISMO intelectual de los receptores, es fácil su propagación, como comprobamos por la enorme difusión alcanzada y la deficiente resistencia encontrada. Establecen unas dinámicas perfectas para las pérfidas maquinaciones de gente habituada a no dar la cara, por la mala ralea de sus intenciones o por afanes controladores de tinte totalitario, intolerantes hasta con las discrepancias mínimas.

La multiplicación de las redes comunicativas lideradas por Internet dio alas a los mecanismos difusores como los señalados. La práctica totalidad de las voces encuentra vías para su recorrido, sin filtros para el reconocimiento real del contenido de sus expresiones. Interminable lista de mensajes en circulación. La indeterminación traduce la LIVIANDAD de los conceptos manejados. Aun con las versiones descollantes, la mezcolanza impide su tratamiento adecuado. El compromiso elude la negociación con ideas superficiales, configura la inhibición en las colaboraciones, con el consiguiente desapego general. La banalidad aligera la carga de los razonamientos, suplantados por el vocerío de un auténtico picoteo impropio de personas cabales.

El arte de la retórica es ambiguo. Si bien ordena los pensamientos en relación a la manera de expresarlos, de ponerlos en práctica; no calibra las orientaciones de los fines a los que se dedicaron sus atenciones. Los enfoques meritorios aprovechan las técnicas expresivas para la agrupación persuasiva de las intenciones benefactoras. Pero por desgracia, sus dotes son empleadas en demasiadas ocasiones para usos DEMAGÓGICOS; esos halagos engañosos para aprovecharse de cuantos despistados crédulos acojan sus mensajes. Sacan mucho partido del desinterés general. Introducen sus mensajes sutiles en la carga de aquellos memes de apariencia intrascendente. El disimulo no evita las secuelas indeseadas.

Las aristas de la modernidad han potenciado estos fenómenos de transmisión de los mensajes. Aliviados de las complejas cargas reflexivas, desplazados los compromisos por anónimos y multitudes, la atracción de dichos comportamientos rebasa las expectativas, con la masiva adhesión de la gente a sus modalidades. Generan el concepto viral, NEURÓTICO, del encumbramiento de la rapidez, del mayor número de contactos, del mensaje generalizado; despreocupados del análisis exaustivo. Además del falseamiento de la realidad, porque dejan de lado sus ramificaciones constituyentes, adoptan aires intolerantes, incluso totalitarios, al tratar de imponer sus funcionamientos, en aras de una libertad, que ellos acogotan.

La mencionada polarización viral hasta la neurosis, descontrolada y de una agitación inusitada, provoca unas resonancias sociales que comienzan a ser predominantes sectores. Los acostumbrados procedimientos previos son sus evidentes contrincantes. Quizá por eso, los primeros impulsos virales son de talante RUPTURISTA, para la demolición de los hábitos desplegados por los antecesores. Son los impulsos de quien todo lo cambia, sobrepasa los límites, como afanado en la apertura de horizontes. Esas primeras pegadas son contundentes, sólo respetan su propio impulso, aparentemente sin meterse con nadie, pero ensimismados con sus procederes. Su actitud les deliga de los discordantes, en un asilamiento escapista muy peligroso.

Una vez tomados los campos de sus actuaciones, asoman en sus intervenciones una serie de posibilidades transformistas. Desligados de las bases que pudiéramos calificar de históricas, no dedican ni un instante a la consideración de esas circunstancias. La neurosis viral intentará mantenerse en la cresta de la ola, sin tiempo para elaboraciones de mayor fuste. Por consiguiente, los pretendidos PROYECTOS serán montajes de muchas alturas y pocos cimientos. Aquellas iniciativas explosivas, virales, serán sustituidas por otras similares, sin ninguna ubicación para la continuidad fructífera. Los ejemplos son chocantes, veánse los planes políticos catalanes, planes educativos, políticas migratorias, etc.

Por el propio desarrollo de las actividades virales, sus protagonistas tienen muy difícil la escapatoria con respecto a la ambigüedad de sus resoluciones. Hasta lo que se presenta con fines altruistas, genera graves injusticias por la desconsideración hacia otras situaciones parecidas. Las LUCES y SOMBRAS son propias de las comunicaciones tan aceleradas y poco receptivas a la crítica. Y a todo eso, aún sin la introducción de las intenciones subyacentes. La franqueza de los intervinientes no pasa de ser mera ilusión. Bien está aquello de la vida es sueño, pero basarlo todo en las ensoñaciones de un momento, despegados de lo cotidiano y de las razones oportunas, genera una distorsión social, que hubiera requerido de otros ritmos.

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