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Fin a las farsas y al cruce de declaraciones. Tocaba hablar en el fino y mojado césped del Camp Nou y el duelo entre los grandes españoles no defraudó. Con un Real Madrid más abierto, las idas y venidas se sucedieron en el camino hacia la final soñada. Pedro enterró la fe blanca a los pocos minutos de la reanudación, pero Marcelo, en un impulso de orgullo merengue, puso el empate final. El Barça, a por la cuarta Orejona.
Pedro celebra con Villa el gol del Barcelona. |
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FC Barcelona – Real Madrid: Bello empate que guía a los culés hacia la final de Wembley (1-1) | |||||||
Pedro y Marcelo ponen el mejor final posible al poker de Clásicos | |||||||
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Fin a las farsas y al cruce de declaraciones. Tocaba hablar en el fino y mojado césped del Camp Nou y el duelo entre los grandes españoles no defraudó. Con un Real Madrid más abierto, las idas y venidas se sucedieron en el camino hacia la final soñada. Pedro enterró la fe blanca a los pocos minutos de la reanudación, pero Marcelo, en un impulso de orgullo merengue, puso el empate final. El Barça, a por la cuarta Orejona.
Para aniquilar el penúltimo round europeo, Pep Guardiola dispuso de su mejor once en el tendido. De esta manera, Tarzán Puyol ocupó el lateral, mientras que Piqué y el soberbio Mascherano fueron la pareja de centrales. En la medular, Xavi, Busi y don Andrés Iniesta se encargaron de abastecer de balones a los Messi, Villa y Pedro, formantes de la tripleta atacante y hambrientos de gol. Un equipo de leyenda, vaya. Por su parte, el hotelero Mourinho planteó variantes tácticas y apostó por una alineación titular novedosa para contrarrestar el resultado advero de la ida. Adiós al famoso y musculoso trivote con las bajas en el centro del campo. Y con nueve de referencia, por fin. Con estas, el luso plantó a Higuaín en la delantera, bien secundado por Di María y CR7 por bandas y Kaká como enganche, que dejó en el banco al genio Özil. Un Real Madrid aguerrido y ambicioso presionó muy arriba en los primeros compases del choque ante un conjunto culé desenfuchado. Mordían los blancos y Cristiano Ronaldo sacaba el orgullo en dos aventuras individuales para liberar líneas de presión. Sorprendentemente, el conjunto merengue imperaba en el rectángulo de juego. El Barça, mientras tanto, se mostraba inhibido y dudoso, pues existía demasiada dificultad en la salida ante unos merengues muy bien posicionados. Pero la maquinaria culé fue entonándose muy a pesar del empuje madridista. Se rompía el partido a las primeras de cambio y la Champions ofrecía la versión más vistosa del Clásico. Y es que los pupilos de Mourinho arriesgaban adelantando filas y cuando los barcelonistas superaban la primera línea de presión encontraban superioridad numérica con facilidad. No había otra opción para los de la Capital. El laboratorio de Pep pudo enterrar la fe blanca en el ecuador del primer tiempo con un cabezazo a bocajarro de Busquets a la salida de un córner. Era el primer aviso. Messi, diez minutos después, golpeó para los culés con un tímido y colocado disparo, pero el meta madrileño repelió en dos tiempos. Acto seguido, otra vez el argentino probó fortuna con un chut que cruzó en demasía. El Barça crecía, se palpaba el gol en la Ciudad Condal. El azote azulgrana no se detuvo ahí, pues Villa culminó un contragolpe venenoso que despejó con una palomita el cancerbero visitante. El Santo aparecía y mantenía vivo al Real Madrid. Se diluía la agresividad merengue. El cansino Messi volvió a engatillar desde el interior del área, pero el derechazo del argentino encontró igual respuesta de Iker Casillas, que se erigía el héroe de los suyos y mantenía la esperanza del madridismo. Al final, pequeña tregua antes del descanso y futbolistas a túnel de vestuarios. Goles, empate y Wembley Pintaba igual. Lindísimo. Igual de agresivo y adelantado el Real Madrid en busca del tanto para soñar. Y, normal, la polémica hizo acto de presencia, entre comillas. Cristiano cayó, tocó a Mascherano y el colegiado no dudó en señalar infracción mientras Higuaín colocaba el esférico en el fondo de las mallas. Dudoso cuanto menos. Prometía el segundo tiempo con espacios y fútbol. La presión fundió a los blancos y llegó el contraataque letal de los locales. Esta vez no hubo perdón. El dulce Iniesta inventaba una asistencia mágica y Pedro, cual killer en el mano a mano, hacía enloquecer al público local. Gozaban los culés. Entretanto, el conjunto de Mourinho quería morir con orgullo y no cedía en su ambición hacia el gol. Y lo encontró. Error lamentable en defensa del Barça y Di María lo aprovechó para plantarse solo ante Valdés. El argentino estrelló contra la madera su primera intentona, pero Marcelo, en segunda instancia, ponía las tablas en el luminoso al cazar el pase de la muerte del 'ángel' Di María. Fue entonces cuando apareció el cansancio y pesaron las piernas. La eliminatoria estaba vista para sentencia. Saltó al terreno de juego Adebayor para afear el encuentro y Guardiola optó por la espectacular ovación al recuperado Abidal en detrimento del querido capitán. Al final, empate, fútbol y goles. Así sí, Mourinho, pero insuficiente. ¿Por qué? Por el fútbol. El Barça, a Wembley. La Champions espera encumbrar al campeón español. |
La gabarra "Athletic" está feliz, puesto que por fin verá finalizada su inactividad de tanto tiempo. Todo ello porque los bilbaínos pusieron fin a su maldición de cuarenta años sin ser campeones de la Copa del Rey, con seis finales perdidas, cinco en los últimos 15 años. El equipo de Valverde debió esperar a la tanda de penaltis para vencer a un combativo Mallorca y alcanzar la gloria, pero esta Copa, "su" Copa más deseada, por fin podrá lucirla ante su gente por la ría de Bilbao.
Una Copa para el Madrid, la 20ª de su historia; una Copa para Rodrygo Goes, MVP y autor de los dos goles que vuelven a dar el título copero a los blancos, nueve años después de aquel recordado triunfo en Mestalla frente al Barça. Y, a la vez, un subcampeonato, el segundo de su historia, con honores de campeón para Osasuna.
El Real Betis Balompié es el campeón de la Copa del Rey. El equipo verdiblanco, en su ciudad, delante de su gente que lo sigue sin rechistar, ha salido victorioso por tercera vez después de una nueva final épica, como todas las que disputa, y en la que un rival tan sumamente digno como el Valencia y que ha merecido la Copa tanto como él solo ha claudicado en la cruel tanda de penaltis.
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