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Paradojas y miserias de la Boda Real Británica

¡Vivan los novios!

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Hay algo más desagradable que asistir a una boda por obligación, que los novios no sean de tu familia, que dure más que un casorio hindú y que, después de todo, te pierdas el banquete. Me refiero, por supuesto, a ‘La boda de Kate y William’, que tiene título de comedia romántica y visos isabelinos, aunque no una Ana Bolena que dé algo de animación a la fiesta, por muy tampax que fuera Charles de la antes casquivana Camilla. Y es que una se pregunta si entrados en el siglo XXI esta ostentación imperial y este agitar banderitas a las puertas del Buckingham Palace disfrazados de reina y hasta de su madre tiene algún sentido más que el de demostrarnos que nuestro “avanzar” es un progreso de disléxico o un ‘moonwalker’ eterno sobre la democracia y la justicia social.

Mientras medio mundo padece un hambre endémica y los alarmantes datos de desempleo prevén que más de un padre de familia se hará ‘Full Monty’ durante el presente año, el pueblo de Londres – y espectadores de todo el planeta – admira las mieles inglesas del vestido de la archi perfecta Kate Middleton, el tocado como de langostinos sobre bandeja de tul de las princesas de York y el aberrante conjunto de doña Leticia, a quien tildan de ser una de las mujeres más elegantes del mundo a costa de las miles de plebeyas que compran en Zara y repiten vestido en las bodas que coinciden en primavera. Y chitón, ‘anarquista’, que el puño en alto sólo se utiliza cuando se quiere ganar unas elecciones generales, pero a la monarquía ni “miajita”, dijo aquel latifundista del sur con carné de partido.

Aunque los analistas ‘buenos’ del sistema quieran ver en el enlace un motor para la economía inglesa – los vendedores de suvenires se van a forrar… -, el amor de K&W tiene más paradojas que una novela de Chesterton: Mientras 1.900 estómagos distinguidos deglutieron al unísono algo bastante mejor que un té con pastas, varios millones de personas sobreviven con menos de 1.900 calorías diarias. Mientras que el gobierno británico destinó 5.000 efectivos para la seguridad de sus Majestades, se estima que 5.000 personas morirán a causa de la violencia en Ciudad Juárez durante 2011. Mientras que 26 organizaciones benéficas “apoyaron” a la pareja con la creación de un fondo de donaciones para el regalo de bodas, más de 4.600 personas han muerto en Haití por el cólera desde principios de año… Ay, mira, si aquí no exista paradoja posible; otra vez, nos superamos…

Admito que en algún momento albergué la ingenua esperanza de ver salir de la tarta nupcial una tropa de comuneros emulando al homérico caballo de Troya, pero lo único que me encontré fue un triste sketch de los Monty Python, parodia de una sociedad clasista, tremendamente estúpida y, eso sí, primorosamente monárquica. ¡Vivan los novios!

¡Vivan los novios!

Paradojas y miserias de la Boda Real Británica
Beatriz García
martes, 3 de mayo de 2011, 08:23 h (CET)
Hay algo más desagradable que asistir a una boda por obligación, que los novios no sean de tu familia, que dure más que un casorio hindú y que, después de todo, te pierdas el banquete. Me refiero, por supuesto, a ‘La boda de Kate y William’, que tiene título de comedia romántica y visos isabelinos, aunque no una Ana Bolena que dé algo de animación a la fiesta, por muy tampax que fuera Charles de la antes casquivana Camilla. Y es que una se pregunta si entrados en el siglo XXI esta ostentación imperial y este agitar banderitas a las puertas del Buckingham Palace disfrazados de reina y hasta de su madre tiene algún sentido más que el de demostrarnos que nuestro “avanzar” es un progreso de disléxico o un ‘moonwalker’ eterno sobre la democracia y la justicia social.

Mientras medio mundo padece un hambre endémica y los alarmantes datos de desempleo prevén que más de un padre de familia se hará ‘Full Monty’ durante el presente año, el pueblo de Londres – y espectadores de todo el planeta – admira las mieles inglesas del vestido de la archi perfecta Kate Middleton, el tocado como de langostinos sobre bandeja de tul de las princesas de York y el aberrante conjunto de doña Leticia, a quien tildan de ser una de las mujeres más elegantes del mundo a costa de las miles de plebeyas que compran en Zara y repiten vestido en las bodas que coinciden en primavera. Y chitón, ‘anarquista’, que el puño en alto sólo se utiliza cuando se quiere ganar unas elecciones generales, pero a la monarquía ni “miajita”, dijo aquel latifundista del sur con carné de partido.

Aunque los analistas ‘buenos’ del sistema quieran ver en el enlace un motor para la economía inglesa – los vendedores de suvenires se van a forrar… -, el amor de K&W tiene más paradojas que una novela de Chesterton: Mientras 1.900 estómagos distinguidos deglutieron al unísono algo bastante mejor que un té con pastas, varios millones de personas sobreviven con menos de 1.900 calorías diarias. Mientras que el gobierno británico destinó 5.000 efectivos para la seguridad de sus Majestades, se estima que 5.000 personas morirán a causa de la violencia en Ciudad Juárez durante 2011. Mientras que 26 organizaciones benéficas “apoyaron” a la pareja con la creación de un fondo de donaciones para el regalo de bodas, más de 4.600 personas han muerto en Haití por el cólera desde principios de año… Ay, mira, si aquí no exista paradoja posible; otra vez, nos superamos…

Admito que en algún momento albergué la ingenua esperanza de ver salir de la tarta nupcial una tropa de comuneros emulando al homérico caballo de Troya, pero lo único que me encontré fue un triste sketch de los Monty Python, parodia de una sociedad clasista, tremendamente estúpida y, eso sí, primorosamente monárquica. ¡Vivan los novios!

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