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Cristian Aguado

Sermón doctrinario y aburrido sobre periodismo

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A lo largo de la historia la prensa en España ha ido desarrollando una labor en función a su momento concreto y, en cierto modo, condicionada por el contexto político y social. En este sentido, viene como anillo al dedo la famosa frase del filósofo Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia.”

Es cierto que bajo esa preposición hayan existidos publicaciones con mayor o menor sentido de la responsabilidad, o con más o menos coherencia ideológica, en fin, un millón de matizaciones que no vienen a poner de manifiesto más que la prensa se formula desde parámetros subjetivos, algo que no debe tomarse a priori como malo. Y es que, parece que desde hace ya dos siglos, la idea de asentar la base del periodismo bajo el ideal de la objetividad y la neutralidad ha sido lo común.

Es lo normal y lo mejor, pero no hay que olvidar que es más un intento que una realidad. No es posible ser cien por cien objetivo en el terreno de las ciencias sociales. Para que fuese posible, la única solución sería publicar la información codificada en fórmulas matemáticas o traducida al lenguaje lógico, de manera que, si de hecho la prensa ya no se lee de por sí, habría que imaginar cómo sería entonces.

Fuera bromas sin gracia, la idea, sencilla y simplemente hablando, es que la prensa es subjetiva por naturaleza, y hay que asumirlo cuanto antes mejor. Una vez hecho esto, el barómetro por el cual conseguir que la información no se convierta en pura propaganda debe pasar por conceptos también subjetivos y de voluntad, eso es, de profesionalidad.
Podemos decir de alguien, que es profesional, quizá justo porque en su labor se aprecia ese intento por ser objetivo. Pero no podemos decir de alguien que es objetivo. Porque objetivo puede ser una suma o una multiplicación, o una ley física cuando se plantean en abstracción pero no puede serlo una persona. No puede porque en ella existen distintas circunstancias históricas, culturales, familiares, económicas, etc; que difieren de las de otras personas, y eso produce necesariamente una visión particular y distinta en cada una de ellas.

Sencillamente, el objetivo de este SERMÓN es dar una opinión sobre el concepto de prensa para subrayar el alto grado de subjetivismo que la compone y decir que no ha de verse como cosa mala, sólo tenerlo presente para que, en vez de partir de la idea de que se es objetivo, partir de la idea contraria para intentar conseguir mantenerse en la línea de la profesionalidad y la búsqueda imposible de la objetividad.

Sermón doctrinario y aburrido sobre periodismo

Cristian Aguado
Cristian Aguado Crespo
lunes, 2 de mayo de 2011, 00:07 h (CET)
A lo largo de la historia la prensa en España ha ido desarrollando una labor en función a su momento concreto y, en cierto modo, condicionada por el contexto político y social. En este sentido, viene como anillo al dedo la famosa frase del filósofo Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia.”

Es cierto que bajo esa preposición hayan existidos publicaciones con mayor o menor sentido de la responsabilidad, o con más o menos coherencia ideológica, en fin, un millón de matizaciones que no vienen a poner de manifiesto más que la prensa se formula desde parámetros subjetivos, algo que no debe tomarse a priori como malo. Y es que, parece que desde hace ya dos siglos, la idea de asentar la base del periodismo bajo el ideal de la objetividad y la neutralidad ha sido lo común.

Es lo normal y lo mejor, pero no hay que olvidar que es más un intento que una realidad. No es posible ser cien por cien objetivo en el terreno de las ciencias sociales. Para que fuese posible, la única solución sería publicar la información codificada en fórmulas matemáticas o traducida al lenguaje lógico, de manera que, si de hecho la prensa ya no se lee de por sí, habría que imaginar cómo sería entonces.

Fuera bromas sin gracia, la idea, sencilla y simplemente hablando, es que la prensa es subjetiva por naturaleza, y hay que asumirlo cuanto antes mejor. Una vez hecho esto, el barómetro por el cual conseguir que la información no se convierta en pura propaganda debe pasar por conceptos también subjetivos y de voluntad, eso es, de profesionalidad.
Podemos decir de alguien, que es profesional, quizá justo porque en su labor se aprecia ese intento por ser objetivo. Pero no podemos decir de alguien que es objetivo. Porque objetivo puede ser una suma o una multiplicación, o una ley física cuando se plantean en abstracción pero no puede serlo una persona. No puede porque en ella existen distintas circunstancias históricas, culturales, familiares, económicas, etc; que difieren de las de otras personas, y eso produce necesariamente una visión particular y distinta en cada una de ellas.

Sencillamente, el objetivo de este SERMÓN es dar una opinión sobre el concepto de prensa para subrayar el alto grado de subjetivismo que la compone y decir que no ha de verse como cosa mala, sólo tenerlo presente para que, en vez de partir de la idea de que se es objetivo, partir de la idea contraria para intentar conseguir mantenerse en la línea de la profesionalidad y la búsqueda imposible de la objetividad.

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