El Centro Comercial Arenas de Barcelona no sólo es un espacio con tiendas y restaurantes. Abierto al público a finales de marzo pasado, aglutina a una gran cantidad de personas que se acercan a esta plaza de toros de la Ciudad Condal por la novedad, porque los comercios no presentan grandes novedades respecto a otros centros similares. No obstante, en la cuarta planta se halla el elemento que hace singular a este sitio. Se trata del Museu del Rock.
Siempre queda la duda de si los objetos expuestos son verdaderos o no (más cuando algunos adjuntan un certificado de autenticidad y otros no), pero la idea de hacer un recorrido por la historia de los artistas de este género musical ya es bastante potente para atraer al curioso. Chaquetas, discos de platinos, carteles de películas, guitarras firmadas, juegos, ediciones de coleccionista… Centenares de objetos que incluyen desde denuncias, peticiones de detectives o contratos de conciertos hasta carátulas de discos censurados en ciertos países. Curioso al menos es.
Las salas permanentes están dedicadas al rock nacional, The Beatles y The Rolling Stones. Esta colección fue declarada en 2010 Patrimonio Cultural por la Generalitat de Cataluña. Una cuarta sala acoge una exposición de Queen, que se mantendrá durante unos meses para celebrar que se cumplen 40 años de la formación de la banda. Este espacio irá variando las exposiciones a lo largo del tiempo.
Para unos, 10 euros por entrar les parecerá una ganga. Sin embargo, el museo no es muy grande y, todavía, no tiene sus servicios abiertos al cien por cien (al menos el día de mi visita), como una cafetería desierta o un puesto para hacer tu propia chapa gratis desatendido. Por eso, es aconsejable acercarse en los días y horas que cuesta 5 euros. Tampoco en la tienda de regalos se encuentran, todavía, elementos musicales. Algún bolígrafo de The Beatles, cuatro libros sobre rock y unas cuantas tazas de grupos es lo único que había. El resto, productos con el logo del Museu del Rock, algo muy pretencioso para un local recién inaugurado. Nada de camisetas de grupos, discos o un modelo de guitarra que popularizó tal banda.
Con todo, la visita deja un buen sabor de boca. Además de los curiosos objetos, el entorno está muy cuidado y se brinda la oportunidad de escuchar cientos de canciones en unos puestos con cascos. También hay un escenario donde, quien lo solicite, puede grabarse actuando o un photocall para posar ante las cámaras como una estrella. Algo absurdo por otra parte, ya que no se permiten hacer fotos. El rock será rebeldía, pero el negocio es el negocio.