Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Internacional
Etiquetas | EEUU
EE.UU destina 80.000 millones para espionaje

La crisis que desconocemos

|

NUEVA YORK - Mientras León Panetta, y David Petraeus se van preparando para ocupar sus nuevos cargos en el Pentágono y la CIA, deberían de aprovechar la ocasión para reorientar de forma fundamental la planificación de la seguridad nacional y el espionaje estadounidense.

Examinemos los círculos de la Inteligencia. Cada año destinamos alrededor de
80.000 millones de dólares al espionaje -- más que el resto del mundo junto
-- y aún así parecemos perpetuamente sorprendidos por los acontecimientos globales. La CIA no se figuró la caída de la Unión Soviética, las revoluciones de Europa Oriental, la desintegración de Yugoslavia, el 11 de Septiembre, el inexistente arsenal de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, la crisis económica global y, últimamente, la primavera árabe.

No sugiero que sea posible predecir estos acontecimientos. Muy pocas personas u organizaciones los vieron venir, desde luego no de forma anticipada, y los que lo hicieron pudieran haber tenido suerte simplemente. Las crisis internacionales se producen cuando se producen fruto de un amplio abanico de razones complejas que siempre son más fáciles de ver en perspectiva.

El objetivo debería de ser en su lugar la preparación. Las agencias públicas deberían seguir las intervenciones de burócratas y legisladores en busca de cambios marcados en patrones internacionales, regionales y nacionales. Deberían ser imaginativas con las posibilidades de cambios súbitos y circunstancias nuevas, y obligar a los legisladores a afrontar con antelación los escenarios.

Esto es lo que ha distinguido a las empresas de mayor éxito del sector privado que se dedican a la gestión de crisis. En contra de la mitología que circula en Washington y por todo el país, las entidades bancarias como J.P. Morgan o Goldman Sachs no "sabían" que el mercado inmobiliario se derrumbaría en 2007. Podrían haber hecho esa predicción igual de fácilmente en 2005 ó 2006, haber apostado por ella y haber perdido montones de dinero, como perdieron muchas empresas. Lo que hicieron J.P. Morgan, Goldman Sachs y el resto de las que capearon la crisis financiera fue gestionar cuidadosamente los riesgos -- estar preparadas para acusados cambios del mercado. En lugar de apostar por la continuidad -- que normalmente es el mecanismo por defecto de particulares y organizaciones – hicieron preparativos de cara a la posibilidad de una conmoción súbita.

Por eso espero que en las instancias más elevadas de la administración estadounidense, se esté trabajando en múltiples escenarios de cara a una crisis en Arabia Saudí. De todas las posibles repercusiones de los acontecimientos en Oriente Medio, el más complejo de lejos sería el de graves manifestaciones multitudinarias en Arabia Saudí. Esto no es probable, pero es posible. La monarquía saudí se origina en su sociedad, un
Conglomerado de poderosos colectivos religiosos y sobrecogedoras cantidades de dinero con las que sobornar a su población. Pero aún así hay grietas -- sobre todo entre chiitas y sunitas. Si llegaran a estallar, se producirían implicaciones sísmicas (nadie quiere el barril de crudo a 200 dólares), a las que Washington tendría que reaccionar de forma certera y rápida. Tendría perfecto sentido disponer de un conjunto básico de respuestas proyectadas y hasta discutir con nuestros aliados en lugar de reaccionar sobre la marcha a medida que las imágenes de la televisión van exigiendo medidas al calor del momento.

La otra forma de estar preparados es situarse en una posición de compromisos y cuentas estables, de forma que se pueda capear la conmoción. La analogía con el sector privado también tiene sentido en esto. La clave para sortear una crisis económica no es endeudarse por encima de las posibilidades de extinción de la deuda, sino disponer de reservas holgadas de liquidez que permitan seguir funcionando en momentos de dificultad. Estados Unidos está desbordado en todos los sentidos: lucha con la deuda a brazo partido, está librando medidas militares en múltiples emplazamientos, y empieza a verse castigado por una bomba de relojería demográfica. Podríamos ser capaces de
Superar todo esto mientras no nos golpee otra gran crisis. No es una posición cómoda.

Mire Japón. Se preparó bien para la posibilidad de terremotos, de forma que hasta cuando se presentó un súper terremoto con tsunami, fue capaz de minimizar la pérdida de vidas. Pero durante las dos décadas anteriores, había acumulado déficit tan considerables -- su deuda es del 200% del producto interior bruto -- que carece de los recursos para responder adecuadamente y reconstruir su economía.

Nunca vamos a ser capaces de predecir el próximo desastre geopolítico, económico o natural. Pero podemos situarnos para estar preparados, y disponer de mayor liquidez en las cuentas de la que disponemos ahora.

La crisis que desconocemos

EE.UU destina 80.000 millones para espionaje
Lectores
viernes, 29 de abril de 2011, 10:04 h (CET)
NUEVA YORK - Mientras León Panetta, y David Petraeus se van preparando para ocupar sus nuevos cargos en el Pentágono y la CIA, deberían de aprovechar la ocasión para reorientar de forma fundamental la planificación de la seguridad nacional y el espionaje estadounidense.

Examinemos los círculos de la Inteligencia. Cada año destinamos alrededor de
80.000 millones de dólares al espionaje -- más que el resto del mundo junto
-- y aún así parecemos perpetuamente sorprendidos por los acontecimientos globales. La CIA no se figuró la caída de la Unión Soviética, las revoluciones de Europa Oriental, la desintegración de Yugoslavia, el 11 de Septiembre, el inexistente arsenal de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, la crisis económica global y, últimamente, la primavera árabe.

No sugiero que sea posible predecir estos acontecimientos. Muy pocas personas u organizaciones los vieron venir, desde luego no de forma anticipada, y los que lo hicieron pudieran haber tenido suerte simplemente. Las crisis internacionales se producen cuando se producen fruto de un amplio abanico de razones complejas que siempre son más fáciles de ver en perspectiva.

El objetivo debería de ser en su lugar la preparación. Las agencias públicas deberían seguir las intervenciones de burócratas y legisladores en busca de cambios marcados en patrones internacionales, regionales y nacionales. Deberían ser imaginativas con las posibilidades de cambios súbitos y circunstancias nuevas, y obligar a los legisladores a afrontar con antelación los escenarios.

Esto es lo que ha distinguido a las empresas de mayor éxito del sector privado que se dedican a la gestión de crisis. En contra de la mitología que circula en Washington y por todo el país, las entidades bancarias como J.P. Morgan o Goldman Sachs no "sabían" que el mercado inmobiliario se derrumbaría en 2007. Podrían haber hecho esa predicción igual de fácilmente en 2005 ó 2006, haber apostado por ella y haber perdido montones de dinero, como perdieron muchas empresas. Lo que hicieron J.P. Morgan, Goldman Sachs y el resto de las que capearon la crisis financiera fue gestionar cuidadosamente los riesgos -- estar preparadas para acusados cambios del mercado. En lugar de apostar por la continuidad -- que normalmente es el mecanismo por defecto de particulares y organizaciones – hicieron preparativos de cara a la posibilidad de una conmoción súbita.

Por eso espero que en las instancias más elevadas de la administración estadounidense, se esté trabajando en múltiples escenarios de cara a una crisis en Arabia Saudí. De todas las posibles repercusiones de los acontecimientos en Oriente Medio, el más complejo de lejos sería el de graves manifestaciones multitudinarias en Arabia Saudí. Esto no es probable, pero es posible. La monarquía saudí se origina en su sociedad, un
Conglomerado de poderosos colectivos religiosos y sobrecogedoras cantidades de dinero con las que sobornar a su población. Pero aún así hay grietas -- sobre todo entre chiitas y sunitas. Si llegaran a estallar, se producirían implicaciones sísmicas (nadie quiere el barril de crudo a 200 dólares), a las que Washington tendría que reaccionar de forma certera y rápida. Tendría perfecto sentido disponer de un conjunto básico de respuestas proyectadas y hasta discutir con nuestros aliados en lugar de reaccionar sobre la marcha a medida que las imágenes de la televisión van exigiendo medidas al calor del momento.

La otra forma de estar preparados es situarse en una posición de compromisos y cuentas estables, de forma que se pueda capear la conmoción. La analogía con el sector privado también tiene sentido en esto. La clave para sortear una crisis económica no es endeudarse por encima de las posibilidades de extinción de la deuda, sino disponer de reservas holgadas de liquidez que permitan seguir funcionando en momentos de dificultad. Estados Unidos está desbordado en todos los sentidos: lucha con la deuda a brazo partido, está librando medidas militares en múltiples emplazamientos, y empieza a verse castigado por una bomba de relojería demográfica. Podríamos ser capaces de
Superar todo esto mientras no nos golpee otra gran crisis. No es una posición cómoda.

Mire Japón. Se preparó bien para la posibilidad de terremotos, de forma que hasta cuando se presentó un súper terremoto con tsunami, fue capaz de minimizar la pérdida de vidas. Pero durante las dos décadas anteriores, había acumulado déficit tan considerables -- su deuda es del 200% del producto interior bruto -- que carece de los recursos para responder adecuadamente y reconstruir su economía.

Nunca vamos a ser capaces de predecir el próximo desastre geopolítico, económico o natural. Pero podemos situarnos para estar preparados, y disponer de mayor liquidez en las cuentas de la que disponemos ahora.

Noticias relacionadas

Las agencias de las Naciones Unidas acaban de lanzar un llamamiento urgente para reunir 2.800 millones de dólares, con los cuales auxiliar a millones de personas en la devastada Franja de Gaza y también en Cisjordania, territorios palestinos ocupados por Israel.

Las economías en desarrollo de Asia y el Pacífico crecen de manera sostenida, previsiblemente 4,9 por ciento en 2023 y en un porcentaje similar lo harán el año próximo, según las previsiones del Banco Asiático de Desarrollo (BAD). En cuanto a la inflación, se espera que se modere en 2024 y 2025, después de haber sido impulsada por el aumento de los precios de los alimentos en muchas economías durante los últimos dos años.

Hace un año estalló la guerra en Sudán y los llamamientos para detenerla crecen cuando se avecina el primer año de ese conflicto, que se ha cobrado unas 15.000 vidas de civiles y desplazado de sus hogares a más de seis millones de personas.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto