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Juan Tomás Ávila Laurel, escritor y conferencista

“En Guinea Ecuatorial, sólo funcionan el aparato de represión y las empresas privadas gestionadas por extranjeros”

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Aprovechando un acto literario organizado por Casa Africa y la librería La Ploma, hemos entrevistado el escritor y conferencista ecuatoguineano Juan Tomás Ávila Laurel sobre la situación en su país y la ola de intervenciones occidentales que han marcado la región. Autor de más de una decena de novelas y reconocido opositor del actual régimen liderado por Teodoro Obiang, Juan Tomás Ávila representa una voz importante para entender el actual panorama del continente africano.

El pasado 15 de febrero algunos medios de comunicación (entre ellos El País) anunciaban su salida de Guinea Ecuatorial como protesta contra el régimen de Obiang. ¿Cómo ha transcurrido su viaje y su llegada a España?

El viaje no tuvo nada reseñable, solo que en el avión mantuve mi huelga de hambre. Es cierto que en el aeropuerto vi a personas que en otras condiciones habrían de estar ahí en mi busca y captura, pero el destino no quiso, pues es extraño que viajara en el mismo avión con un hijo yun, primo del general Obiang.

Hizo una huelga de hambre que duró varios días para protestar contra el actual régimen en su país y declaró en una entrevista que su objetivo era denunciar públicamente la situación en Guinea Ecuatorial y "empujar los derechos políticos". ¿Nos podría describir la realidad de Guinea Ecuatorial?

En Guinea hay un porcentaje alto de personas que no tienen satisfechas las necesidades básicas, como vivienda, agua potable, sanidad, educación. Por otro lado, y a pesar de la cantidad de dinero, la corrupción es altísima, un hecho que se mantiene por la impunidad. Todo se tolera a los allegados del que manda, a pesar de la situación de los desfavorecidos.

Hay una represión feroz, de manera que el disfrute de las libertades mínimas no existe. No se puede hablar de la situación de Guinea en un foro distinto que no sean los medios de comunicación gubernamentales, que tocan sólo los temas cuando no afectan directamente al régimen. No hay, pues, prensa libre.

Además, el acceso al trabajo se condiciona al apoyo al régimen, de manera que los disidentes no podrían ser empleados en ninguna institución del Estado o en empresa con participación estatal.

A nivel de organización, la administración no existe, aunque el régimen se afane en construir pomposos edificios. En Guinea, sólo funciona el aparato de represión, y las empresas privadas gestionadas por extranjeros. Y cuando funciona algo del sector público, está lastrado por una corrupción feroz.

En Junio de este año está prevista la celebración de la Cumbre de la Unión Africana, cuya presidencia de turno ostenta Teodoro Obiang. En una entrevista declaró que uno de sus objetivos era participar a esa cumbre. ¿Cree que podrá atenderla?

No creo haber dicho que fuera mi objetivo atender este evento. Quizás el hecho que dijera que quería estar en Guinea cuanto antes hizo que la gente creyera que sí. Y es que, no siendo funcionario, la cumbre pasaría para mí sin pena ni gloria. En realidad los eventos políticos de ciertos países africanos deben ser evitados si se puede. Son momentos en que se intensifica la represión y se ve el poder que ejerce los regímenes corruptos sobre los ciudadanos.

¿Cómo calificaría la relación de España con Guinea Ecuatorial? ¿Cree que puede mejorarse? ¿En qué aspectos?

Yo no sé qué relación había entre España y Guinea Ecuatorial. Supongo que había una guiada por el paternalismo. Todavía [España] consideraba que Guinea era una niña desvalida que no podía valerse por sí misma, y ha pasado a considerarla como una adulta tonta de la que hay que aprovechar. Es todo un símil, pero muy cercano a la realidad. Porque antes había una cooperación: no había escuelas ni hospitales, pero ahora tampoco es que haya.

En realidad la reacción de España viene determinada recientemente por la actitud de los Estados Unidos. Este país, sin ningún tipo de responsabilidad histórica, por no haber sido potencia colonial, no tuvo ningún complejo en lanzarse al brazo del régimen guineano para explotar las riquezas de su subsuelo. La crisis mundial y el apoyo americano hicieron que España olvidara sus responsabilidades anteriores y se lanzara igualmente a la arena oportunista. Anteriormente había apoyado una relación que no estuvo nunca bien definida.

A mi humilde entender, si España cree que los lazos con Guinea seguirán siendo imborrables, está cometiendo una grave equivocación, pues puede dañarla profundamente dando apoyo a un régimen que tanto daño le procura. Para que se mejore estas relaciones, tiene que haber en Guinea un régimen que quiere el bien para toda Guinea, para todos los guineanos.

A la luz de lo que ocurre hoy en los países árabes con una ola histórica de revoluciones, ¿cree que los países occidentales deberían sacar una lección y replantear sus relaciones con Guinea Ecuatorial?

Todos los países que quieran algún tipo de relación seria y basada en criterios humanos deben saber que más tarde o más temprano la mecha de la libertad prenderá. Todos los pueblos necesitan ser libres. Está claro que si un país establece relaciones en función de un elemento contingente, como una realidad económica concreta, no es un tipo de relación deseable, porque un país siempre tendrá hombres y mujeres que necesiten vivir.

¿Es usted partidario de la intervención occidental en Libia?

El hecho de que creyera que al mandatario del país norteafricano había que pararle de cualquier forma puede hacer pensar que yo era partidario de la invasión. Creo que el hecho de que una coalición de tres potencias se apuntara a su invasión habla de otras intenciones, al margen de las humanitarias. Lo que desconozco era el método para que “pararle los pies” no supusiera una invasión. O sea, Gadafi había perdido toda credibilidad y había que quitarle del poder, pero no esperaba que se hiciera por estas potencias tan ávidas de riquezas.

Dice en su blog que: “La expresión de la diversidad étnica no puede ser silenciada o manipulada por un único grupo nacional, como hasta ahora ha ocurrido en Guinea Ecuatorial”. ¿Debemos entender que Guinea Ecuatorial no ha cambiado desde que los colonos impusieron su orden décadas atrás?

En el sentido de que unos cuantos de una etnia gozan de todas las ventajas sociales y económicas, y del hecho de que Guinea sea un país independiente, esto no ha variado. Lo probable es que, desde el punto de vista de los nativos guineanos, haya empeorado. En época colonial habría apartheid. Ahora hay nepotismo.

A cerca del conflicto en Costa de Marfil, decía el pasado 27 de enero en su blog que “existen indicios muy claros, incluso televisivos, de los planes franceses para derrocarlo y colocar en la silla que dejará vacante a su oponente Ouatarra”. Parece que el tiempo ha confirmado sus sospechas. ¿No es así?

Claro, y lo sabía y decía. Lo que pasa es que [Laurent Gbagbo] no aprovechó a tiempo el conocimiento para abdicar en dignidad, y con menos sufrimiento para el pueblo.

En 2005, publicaste el libro “Cómo convertir este país en un paraíso” y, ahora en 2011, le formulo la misma pregunta: ¿Cómo convertir este país en un paraíso?

En Guinea no costaría, pues como las necesidades a cubrir están a nivel inmediato; su satisfacción desencadenaría lo demás. Y es que sería imposible, por ejemplo, mantener el aparato de administración sin erradicar la corrupción, o hacer que haya hospitales sin controlar la asistencia de los facultativos, o los ingresos generados por los mismos. Sería largo, sí.

“En Guinea Ecuatorial, sólo funcionan el aparato de represión y las empresas privadas gestionadas por extranjeros”

Juan Tomás Ávila Laurel, escritor y conferencista
Johari Gautier Carmona
jueves, 28 de abril de 2011, 08:06 h (CET)


Aprovechando un acto literario organizado por Casa Africa y la librería La Ploma, hemos entrevistado el escritor y conferencista ecuatoguineano Juan Tomás Ávila Laurel sobre la situación en su país y la ola de intervenciones occidentales que han marcado la región. Autor de más de una decena de novelas y reconocido opositor del actual régimen liderado por Teodoro Obiang, Juan Tomás Ávila representa una voz importante para entender el actual panorama del continente africano.

El pasado 15 de febrero algunos medios de comunicación (entre ellos El País) anunciaban su salida de Guinea Ecuatorial como protesta contra el régimen de Obiang. ¿Cómo ha transcurrido su viaje y su llegada a España?

El viaje no tuvo nada reseñable, solo que en el avión mantuve mi huelga de hambre. Es cierto que en el aeropuerto vi a personas que en otras condiciones habrían de estar ahí en mi busca y captura, pero el destino no quiso, pues es extraño que viajara en el mismo avión con un hijo yun, primo del general Obiang.

Hizo una huelga de hambre que duró varios días para protestar contra el actual régimen en su país y declaró en una entrevista que su objetivo era denunciar públicamente la situación en Guinea Ecuatorial y "empujar los derechos políticos". ¿Nos podría describir la realidad de Guinea Ecuatorial?

En Guinea hay un porcentaje alto de personas que no tienen satisfechas las necesidades básicas, como vivienda, agua potable, sanidad, educación. Por otro lado, y a pesar de la cantidad de dinero, la corrupción es altísima, un hecho que se mantiene por la impunidad. Todo se tolera a los allegados del que manda, a pesar de la situación de los desfavorecidos.

Hay una represión feroz, de manera que el disfrute de las libertades mínimas no existe. No se puede hablar de la situación de Guinea en un foro distinto que no sean los medios de comunicación gubernamentales, que tocan sólo los temas cuando no afectan directamente al régimen. No hay, pues, prensa libre.

Además, el acceso al trabajo se condiciona al apoyo al régimen, de manera que los disidentes no podrían ser empleados en ninguna institución del Estado o en empresa con participación estatal.

A nivel de organización, la administración no existe, aunque el régimen se afane en construir pomposos edificios. En Guinea, sólo funciona el aparato de represión, y las empresas privadas gestionadas por extranjeros. Y cuando funciona algo del sector público, está lastrado por una corrupción feroz.

En Junio de este año está prevista la celebración de la Cumbre de la Unión Africana, cuya presidencia de turno ostenta Teodoro Obiang. En una entrevista declaró que uno de sus objetivos era participar a esa cumbre. ¿Cree que podrá atenderla?

No creo haber dicho que fuera mi objetivo atender este evento. Quizás el hecho que dijera que quería estar en Guinea cuanto antes hizo que la gente creyera que sí. Y es que, no siendo funcionario, la cumbre pasaría para mí sin pena ni gloria. En realidad los eventos políticos de ciertos países africanos deben ser evitados si se puede. Son momentos en que se intensifica la represión y se ve el poder que ejerce los regímenes corruptos sobre los ciudadanos.

¿Cómo calificaría la relación de España con Guinea Ecuatorial? ¿Cree que puede mejorarse? ¿En qué aspectos?

Yo no sé qué relación había entre España y Guinea Ecuatorial. Supongo que había una guiada por el paternalismo. Todavía [España] consideraba que Guinea era una niña desvalida que no podía valerse por sí misma, y ha pasado a considerarla como una adulta tonta de la que hay que aprovechar. Es todo un símil, pero muy cercano a la realidad. Porque antes había una cooperación: no había escuelas ni hospitales, pero ahora tampoco es que haya.

En realidad la reacción de España viene determinada recientemente por la actitud de los Estados Unidos. Este país, sin ningún tipo de responsabilidad histórica, por no haber sido potencia colonial, no tuvo ningún complejo en lanzarse al brazo del régimen guineano para explotar las riquezas de su subsuelo. La crisis mundial y el apoyo americano hicieron que España olvidara sus responsabilidades anteriores y se lanzara igualmente a la arena oportunista. Anteriormente había apoyado una relación que no estuvo nunca bien definida.

A mi humilde entender, si España cree que los lazos con Guinea seguirán siendo imborrables, está cometiendo una grave equivocación, pues puede dañarla profundamente dando apoyo a un régimen que tanto daño le procura. Para que se mejore estas relaciones, tiene que haber en Guinea un régimen que quiere el bien para toda Guinea, para todos los guineanos.

A la luz de lo que ocurre hoy en los países árabes con una ola histórica de revoluciones, ¿cree que los países occidentales deberían sacar una lección y replantear sus relaciones con Guinea Ecuatorial?

Todos los países que quieran algún tipo de relación seria y basada en criterios humanos deben saber que más tarde o más temprano la mecha de la libertad prenderá. Todos los pueblos necesitan ser libres. Está claro que si un país establece relaciones en función de un elemento contingente, como una realidad económica concreta, no es un tipo de relación deseable, porque un país siempre tendrá hombres y mujeres que necesiten vivir.

¿Es usted partidario de la intervención occidental en Libia?

El hecho de que creyera que al mandatario del país norteafricano había que pararle de cualquier forma puede hacer pensar que yo era partidario de la invasión. Creo que el hecho de que una coalición de tres potencias se apuntara a su invasión habla de otras intenciones, al margen de las humanitarias. Lo que desconozco era el método para que “pararle los pies” no supusiera una invasión. O sea, Gadafi había perdido toda credibilidad y había que quitarle del poder, pero no esperaba que se hiciera por estas potencias tan ávidas de riquezas.

Dice en su blog que: “La expresión de la diversidad étnica no puede ser silenciada o manipulada por un único grupo nacional, como hasta ahora ha ocurrido en Guinea Ecuatorial”. ¿Debemos entender que Guinea Ecuatorial no ha cambiado desde que los colonos impusieron su orden décadas atrás?

En el sentido de que unos cuantos de una etnia gozan de todas las ventajas sociales y económicas, y del hecho de que Guinea sea un país independiente, esto no ha variado. Lo probable es que, desde el punto de vista de los nativos guineanos, haya empeorado. En época colonial habría apartheid. Ahora hay nepotismo.

A cerca del conflicto en Costa de Marfil, decía el pasado 27 de enero en su blog que “existen indicios muy claros, incluso televisivos, de los planes franceses para derrocarlo y colocar en la silla que dejará vacante a su oponente Ouatarra”. Parece que el tiempo ha confirmado sus sospechas. ¿No es así?

Claro, y lo sabía y decía. Lo que pasa es que [Laurent Gbagbo] no aprovechó a tiempo el conocimiento para abdicar en dignidad, y con menos sufrimiento para el pueblo.

En 2005, publicaste el libro “Cómo convertir este país en un paraíso” y, ahora en 2011, le formulo la misma pregunta: ¿Cómo convertir este país en un paraíso?

En Guinea no costaría, pues como las necesidades a cubrir están a nivel inmediato; su satisfacción desencadenaría lo demás. Y es que sería imposible, por ejemplo, mantener el aparato de administración sin erradicar la corrupción, o hacer que haya hospitales sin controlar la asistencia de los facultativos, o los ingresos generados por los mismos. Sería largo, sí.

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