Del último partido de Liga del Sevilla se pueden sacar dos conclusiones muy claras. La primera, que si quiere, puede. Es decir, que si tiene el día acertado y organizado, puede ganar a cualquiera, y eso lo demostró ante el Villarreal el pasado domingo. Y la segunda conclusión, y es la que está más candente, es que, como suele ocurrir desafortunadamente en algunos estadios, hay una minoría que desluce el espectáculo del fútbol.
Y aquí me estoy refiriendo al tema de los balones que cayeron al terreno de juego en el tramo final del partido, para perder tiempo. Tal y como dijo el presidente del Sevilla, José María del Nido, fue algo “lamentable”. Y es que no es normal que un equipo de la categoría del conjunto hispalense tenga que recurrir a esos métodos para llevarse los tres puntos.
Ahora bien, hay otra cosa clara. Por mucho que se condenen esas acciones dentro del campo, cosa que nunca debería suceder, la orden de ejecutarla tiene que llegar de alguien del club. Sin embargo, desde el equipo sevillista, tras una reunión mantenida y tras hacer las pertinentes investigaciones, ha informado que fue una decisión propia de uno de los recogepelotas, ante el momento de tensión que estaba atravesando el Sevilla en los últimos minutos del choque. Balones fuera.
Aún así, el dedo acusador señalaba a Cristóbal Soria, delegado del equipo rojiblanco, y quien suele meterse, muchas veces, en pequeños líos. Pero esta vez no fue así. Fue “culpa” de un recogepelota, quien al parecer, también instó a alguien del público a tirar el balón al campo. De hecho, hasta el propio presidente nervionense le llamó por teléfono para pedirle explicaciones.
Aún así, el chico no será castigado ni retirado de su cargo. Solamente se ha querido hablar seriamente con él para zanjar el tema, y sobre todo, para lavar la imagen del Sevilla, que se ha visto enturbiada mediáticamente estos días.
Quién sí ha sido castigado ha sido el propio club, ya que el Comité de Competición le ha impuesto una multa de 602 euros, en virtud del artículo 110 de la norma de la RFEF "alteración del orden del encuentro con carácter leve".
De todos modos, el Sevilla no ha sido el único “afectado” por estos balones lanzados al campo. En el Zaragoza-Almería también ocurrió lo mismo, al igual que en un Osasuna-Real Madrid o un Zaragoza-Getafe, con el agravante de que en este último, la pelota salió del propio banquillo aragonés. Pero la realidad es que éstos no tuvieron tanta repercusión como los del Sevilla. Eso sí, la multa, la misma.