En España hay alrededor de ocho millones de pobres, lo que supone casi el 20% de la población. Uno de cada cinco españoles se encuentra por debajo del umbral de la pobreza, fijado en 525 euros de media al mes. Lo más alarmante de esta situación es que el salario mínimo en nuestro país está tan sólo 75 euros por encima del umbral de pobreza. A pesar de todo, la Patronal y los representantes de las principales empresas españolas, con los bancos a la cabeza, insisten en que los españoles “debemos moderar más nuestros salarios”. Por lo visto, están empeñados en que rebasemos definitivamente ese umbral de pobreza para sumirnos en la indigencia.
Las paupérrimas pensiones y las escuálidas prestaciones por discapacidad permanente medias están un 27% y 28% por encima del límite, las pensiones por viudedad están 50 euros por debajo y se mantienen en los bochornosos 475 euros de media. Sencillamente vergonzoso. Uno se pregunta a qué medidas de protección social se refiere Zapatero cuando saca pecho y dice que él las ha mejorado e incrementado. Tampoco sabemos qué piensa al respecto el silente líder de la Oposición y cuáles son sus intenciones suponiendo que en 2012 gane las elecciones generales. Cosa que aún está por ver.
A otro nivel se sitúan países como Francia. Nuestros vecinos del norte tienen establecido un salario mínimo de 1.200 euros, exactamente el doble que el de los españoles. Así, su sueldo base se sitúa 555 euros por encima del umbral de la pobreza, fijado por el Gobierno francés en 645 euros mensuales por individuo. Si comparamos España con Francia, desgraciadamente, seguimos estancados en 1972, cuando nuestros padres iban a Perpiñán de incógnito para ver “El último tango en París”.
Entonces solía decirse que “África empezaba en los Pirineos”. Actualmente, gracias a patochadas como la Alianza de Civilizaciones, hemos conseguido hacerlo realidad y podemos afirmar, llenos de orgullo, que España cada día se parece más a Marruecos.
A tenor de lo cual, no es de extrañar que casi el 20% de los españoles viva por debajo del umbral de pobreza relativa. El ingreso medio de los hogares alcanzó en 2007 los 24.525 euros, un 4,6% más que en 2006. Esto fue en parte porque el IPC interanual de 2007 subió un 4,3%. Con las nuevas recetas neoliberales que pretenden vincular el aumento de salarios a algo tan subjetivo como la productividad, y suprimir la revisión de salarios al alza tomando como base el IPC, nuestro poder adquisitivo caerá por los suelos en cuestión de pocos años. Con lo que cada vez nos pareceremos más a nuestro vecino del sur, Marruecos, y menos a nuestros sofisticados vecinos franceses. De acercarnos algún día a los niveles de vida de Dinamarca, Suecia o Noruega… ¡mejor ni planteárnoslo!
En estos momentos, el 30% de las familias asegura que no tendría capacidad para afrontar gastos imprevistos y un 8% no puede mantener la vivienda con una temperatura adecuada porque, sencillamente, no tiene dinero para afrontar el sablazo que les supone abonar el recibo de la luz o el del gas. La calefacción se ha convertido en un lujo para muchos hogares.
Éstos son algunos de los catastróficos resultados de aplicar las recetas neoliberales en nuestro país. Por otra parte, aunque PP y PSOE aseguran haber luchado por avanzar en la equiparación de salarios y condiciones laborales de las mujeres, lo cierto es que el porcentaje de mujeres bajo el umbral de pobreza relativa supera al de hombres: un 20,9% frente a un 18,6%. El escaso margen se debe, no a que hayan mejorado las condiciones para las mujeres, sino a que las de los hombres han empeorado considerablemente. Lo cual no debe servirnos a ninguno de consuelo.
La renta media por hogar es casi 4.000 euros más baja cuando la persona de referencia es una mujer que cuando es un hombre, y aumenta con el nivel de formación de la persona de referencia (cuando ésta tiene una educación superior su hogar ingresa de media 34.500 euros frente los 18.540 euros en caso de haber pasado como máximo por la educación primaria).
Los hogares formados por un adulto con hijos dependientes son los que más dificultades tienen para afrontar gastos imprevistos (uno de cada dos no puede). El 33% de los hogares no puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año.
Además, el 63,3% de los niños cuya madre trabaja acuden a la guardería mientras que si la madre no lo hace, este porcentaje se reduce al 33,2%. Los niños cuyas madres trabajan pasan de media unas 29 horas semanales en centros de educación. Si sus madres no trabajan la estancia baja hasta las 24 horas.
Este alto nivel de pobreza que se da en España, vulnera el equilibrio económico del país. Y lo peor es que sus niveles llevan estancados desde los años 90 y no hay premisas que indiquen que la situación se vaya a corregir. Todo lo contrario. Las “recomendaciones” que nos imponen desde Bruselas es que sigamos caminando por esa senda tenebrosa de desindustrialización, pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y desempleo.
Los sectores más afectados por la pobreza en España son las familias numerosas y los inmigrantes. Pero no debemos olvidar a otros grupos sociales que viven en una idéntica o peor situación, como los enfermos crónicos y mentales, los ancianos, los drogodependientes, los ex convictos o las prostitutas. Estos sectores no sólo cuentan con escasos recursos económicos sino que, además, están marginados socialmente.
El paro y la precariedad laboral que se dan en nuestro país, dificultan todavía más la inserción de esos grupos de personas marginadas socialmente, a los que también podemos añadir a parados poco cualificados de larga duración, y mayores de 45 años, jóvenes sin trabajo ni posibilidad de obtener su independencia económica, mujeres separadas o divorciadas con cargas familiares, minusválidos sin apenas integración social e inmigrantes ilegales expuestos a condiciones extremas de abuso y explotación.