La semana de un clásico ante el Barça suele ser una fecha marcada en rojo en el calendario de cualquier verdinegro. Juntándose con la semana santa, la fiesta podía ser doble. Pero viendo el sopor que arrastra la Penya desde inicios del mes de abril, muchos son los que aguardan la contiendo con cierto recelo. Llegados a este impasse, no parece que la mejor manera de romper un mes con tres derrotas bochornosas sea la visita de los de Xavi Pascual. El Olimpic puede dictar sentencia respecto al cuerpo técnico.
Primero Unicaja, después Gran Canaria y finalmente CB Granada han sido los verdugos de un Joventut que salía de un mes de marzo con la ilusión de recolocarse en tierra noble. Los de Pepu marcaron un parcial de tres triunfos y dos derrotas en el pasado mes que les permitió engancharse al primer vuelo justo a remolque del Top 8. Las sensaciones fueron buenas y el ex-seleccionador llegó a afirmar que “con el paso de los entrenamientos, los jugadores iban asumiendo su papel con más naturalidad y que estaban en el buen camino”. Hoy la Penya acaba de cerrar todas las puertas a una posible machada y parece que puede llegar el momento para los más jóvenes.
En el último encuentro disputado en casa, los aficionados penyistas propinaron los primeros silbidos a su equipo. El simpatizante betulense pareció contrariado al ver cómo los grandes americanos se mantenían en pista y los niños de casa se hundían en el fondo del banquillo. Quizás, ahora que ya no hay nada que perder excepto el orgullo y aún menos por ganar, sea la hora de dar al aficionado lo que pide: un quinteto titular dibujado con cinco nombres caseros y minutos para los que menos pudieron gozar del parquet.
Las maniobras de Pepu serán analizadas con lupa por el aficionado y cualquier paso en falso podría acabar por rebasar la capacidad de aguante de un Olimpic sediento de victoria. Otro revés doloroso podría suponer la sentencia definitiva para un míster que ya sabe lo que es oír gritos en contra de su persona.