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E. J. Dionne

Predicciones de la clave de 2012

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Hacer estimaciones del resultado de unas elecciones para las que quedan 19 meses sólo parece relevante para los adictos de la política, menos por lo siguiente: las expectativas, como saben los inversores astutos, afectan a las acciones.

El terreno presidencial Republicano sería más formidable si el Presidente Obama no fuera tan claramente favorito. Y con el tiempo, lo que haga el Congreso se va a haber influido por la dirección de la campaña presidencial.

Las opiniones de 2012 están fuertemente influenciadas por las metáforas que invocan los profetas. ¿Serán como 1984, como 1988 o como 1992?

Al bando de Obama le encanta 1984. La popularidad del Presidente Ronald Reagan se desplomó durante la recesión económica de sus dos primeros años, y los Republicanos salieron mal parados en las legislativas de 1982. Entonces la economía volvió a acelerar y también la popularidad de Reagan. Ganó con la ventaja con la que sueñan los asesores de Obama.

A los Republicanos les gusta 1992. El año antes de las elecciones, las apuestas estaban de parte de la reelección del Presidente George H.W. Bush. Pero como por ensalmo apareció un joven gobernador Demócrata llamado Bill Clinton. Aprovechó el descontento económico y la forma en que la candidatura independiente de Ross Perot dio un vuelco a la campaña. Bush perdió con apenas el 37,5% del voto popular. Los Republicanos quieren creer que Obama es igual de invisiblemente vulnerable ahora que Bush por entonces.

Ambas comparaciones son erróneas. Obama se consolidará a medida que la situación económica mejore, pero no va a ser capaz de arrebatar un triunfo comparable al de Reagan teniendo en cuenta la cantidad de estados Republicanos importantes que parecen imposibles de descifrar. El problema que reviste la metáfora de 1992 de los Republicanos es que aunque Bush pudo no haber visto llegar a Clinton, muchos Demócratas le habían identificado como un impresionante lumbrera años antes de postularse. Ninguno de los actuales aspirantes Republicanos puede decir esto.

A mí me gusta 1988 (el año en que el primer Presidente Bush derrotó al Demócrata Michael Dukakis) como metáfora del problema de nivel que tienen los Republicanos. Aquel año, los aspirantes Demócratas con posibilidades terminaron siendo conocidos como "los siete enanitos". No era justo para ellos, y puede no ser justo para describir el terreno Republicano este año, cualquiera que sea su tamaño final. Pero la descripción del enanito apela a una imagen deficitaria que comparten las dos formaciones.

En el actual grupo Republicano, el ex gobernador de Minnesota Tim Pawlenty es el Dukakis de 2012. Digo esto en calidad de alguien que aprecia a Dukakis y que piensa que es un excelente Gobernador de Massachusetts. Simplemente pasa que no es un estupendo candidato presidencial. La fortaleza que comparten Pawlenty y Dukakis es la ausencia de defectos evidentes. Dukakis era el candidato restante, el tipo con más probabilidades de quedar en pie al final. Ése parece el papel de Pawlenty este año. Pero también es difícil ver a Pawlenty escapar al destino eventual de Dukakis en las generales.

Mitt Romney, la especie de favorito, más o menos, es inteligente y tiene una buena organización. Pero su ausencia de constancia en ciertos temas y el plan sanitario de Massachusetts (del que debería de estar orgulloso de alumbrar, pero del que ha tenido que renegar) le perjudica entre los votantes de las primarias. El Gobernador de Mississippi Haley Barbour es el tipo con el que más te gustaría irte de cañas, pero ésa no es necesariamente la clave para lograr la candidatura. El Gobernador de Indiana Mitch Daniels es brillante y profundo. Debería presentarse, pero no creo que lo haga.

Luego está el resto - Newt Gingrich, Michele Bachmann, Donald Trump y Jon Huntsman. No me parece que ninguno de ellos pueda hacerlo, pero hay que vigilar el nacionalismo económico de Trump y su dura retórica con China. Si explota la sandez del nacimiento de Obama, The Donald puede sorprender.

De cara a las elecciones, estos son los números: con el nuevo censo, los estados en los que Obama ganó la última vez (además del único elector que obtuvo en Nebraska) parten con 359 compromisarios. De entre los estados en los que ganó originalmente, Obama tiene probabilidades de perder Ohio, Indiana, Michigan, Wisconsin, Iowa, Virginia y Carolina del Norte, y ganar por los pelos los 270 compromisarios que le hacen falta -- mientras conserve sus otros estados, Florida y Pennsylvania sobre todo, y a ese único elector de Nebraska. En este escenario, si también pierde el único voto de Nebraska, el recuento electoral queda empatado, 269-269.

Esto da a Obama una enorme cancha para maniobrar, pero observe que tanto Florida como Pennsylvania se decantaron por los Republicanos el año pasado. Obama es por tanto el favorito, pero no soy de los que dan por acabadas las elecciones antes de empezar.

Y en las legislativas, en 2002 se puede pasar algo que no ha ocurrido nunca antes: Las dos cámaras pueden relevar formación pero en direcciones opuestas. Los Demócratas pueden recuperar la Cámara -- el Partido Republicano defiende un montón de escaños de tendencia Demócrata -- al tiempo que los Republicanos toman el Senado, teniendo en cuenta el difícil abanico de estados en los que los Demócratas están obligados a ganar. Si esto sucede realmente, acuérdese de que lo leyó aquí primero.

Predicciones de la clave de 2012

E. J. Dionne
E. J. Dionne
viernes, 22 de abril de 2011, 06:00 h (CET)
Hacer estimaciones del resultado de unas elecciones para las que quedan 19 meses sólo parece relevante para los adictos de la política, menos por lo siguiente: las expectativas, como saben los inversores astutos, afectan a las acciones.

El terreno presidencial Republicano sería más formidable si el Presidente Obama no fuera tan claramente favorito. Y con el tiempo, lo que haga el Congreso se va a haber influido por la dirección de la campaña presidencial.

Las opiniones de 2012 están fuertemente influenciadas por las metáforas que invocan los profetas. ¿Serán como 1984, como 1988 o como 1992?

Al bando de Obama le encanta 1984. La popularidad del Presidente Ronald Reagan se desplomó durante la recesión económica de sus dos primeros años, y los Republicanos salieron mal parados en las legislativas de 1982. Entonces la economía volvió a acelerar y también la popularidad de Reagan. Ganó con la ventaja con la que sueñan los asesores de Obama.

A los Republicanos les gusta 1992. El año antes de las elecciones, las apuestas estaban de parte de la reelección del Presidente George H.W. Bush. Pero como por ensalmo apareció un joven gobernador Demócrata llamado Bill Clinton. Aprovechó el descontento económico y la forma en que la candidatura independiente de Ross Perot dio un vuelco a la campaña. Bush perdió con apenas el 37,5% del voto popular. Los Republicanos quieren creer que Obama es igual de invisiblemente vulnerable ahora que Bush por entonces.

Ambas comparaciones son erróneas. Obama se consolidará a medida que la situación económica mejore, pero no va a ser capaz de arrebatar un triunfo comparable al de Reagan teniendo en cuenta la cantidad de estados Republicanos importantes que parecen imposibles de descifrar. El problema que reviste la metáfora de 1992 de los Republicanos es que aunque Bush pudo no haber visto llegar a Clinton, muchos Demócratas le habían identificado como un impresionante lumbrera años antes de postularse. Ninguno de los actuales aspirantes Republicanos puede decir esto.

A mí me gusta 1988 (el año en que el primer Presidente Bush derrotó al Demócrata Michael Dukakis) como metáfora del problema de nivel que tienen los Republicanos. Aquel año, los aspirantes Demócratas con posibilidades terminaron siendo conocidos como "los siete enanitos". No era justo para ellos, y puede no ser justo para describir el terreno Republicano este año, cualquiera que sea su tamaño final. Pero la descripción del enanito apela a una imagen deficitaria que comparten las dos formaciones.

En el actual grupo Republicano, el ex gobernador de Minnesota Tim Pawlenty es el Dukakis de 2012. Digo esto en calidad de alguien que aprecia a Dukakis y que piensa que es un excelente Gobernador de Massachusetts. Simplemente pasa que no es un estupendo candidato presidencial. La fortaleza que comparten Pawlenty y Dukakis es la ausencia de defectos evidentes. Dukakis era el candidato restante, el tipo con más probabilidades de quedar en pie al final. Ése parece el papel de Pawlenty este año. Pero también es difícil ver a Pawlenty escapar al destino eventual de Dukakis en las generales.

Mitt Romney, la especie de favorito, más o menos, es inteligente y tiene una buena organización. Pero su ausencia de constancia en ciertos temas y el plan sanitario de Massachusetts (del que debería de estar orgulloso de alumbrar, pero del que ha tenido que renegar) le perjudica entre los votantes de las primarias. El Gobernador de Mississippi Haley Barbour es el tipo con el que más te gustaría irte de cañas, pero ésa no es necesariamente la clave para lograr la candidatura. El Gobernador de Indiana Mitch Daniels es brillante y profundo. Debería presentarse, pero no creo que lo haga.

Luego está el resto - Newt Gingrich, Michele Bachmann, Donald Trump y Jon Huntsman. No me parece que ninguno de ellos pueda hacerlo, pero hay que vigilar el nacionalismo económico de Trump y su dura retórica con China. Si explota la sandez del nacimiento de Obama, The Donald puede sorprender.

De cara a las elecciones, estos son los números: con el nuevo censo, los estados en los que Obama ganó la última vez (además del único elector que obtuvo en Nebraska) parten con 359 compromisarios. De entre los estados en los que ganó originalmente, Obama tiene probabilidades de perder Ohio, Indiana, Michigan, Wisconsin, Iowa, Virginia y Carolina del Norte, y ganar por los pelos los 270 compromisarios que le hacen falta -- mientras conserve sus otros estados, Florida y Pennsylvania sobre todo, y a ese único elector de Nebraska. En este escenario, si también pierde el único voto de Nebraska, el recuento electoral queda empatado, 269-269.

Esto da a Obama una enorme cancha para maniobrar, pero observe que tanto Florida como Pennsylvania se decantaron por los Republicanos el año pasado. Obama es por tanto el favorito, pero no soy de los que dan por acabadas las elecciones antes de empezar.

Y en las legislativas, en 2002 se puede pasar algo que no ha ocurrido nunca antes: Las dos cámaras pueden relevar formación pero en direcciones opuestas. Los Demócratas pueden recuperar la Cámara -- el Partido Republicano defiende un montón de escaños de tendencia Demócrata -- al tiempo que los Republicanos toman el Senado, teniendo en cuenta el difícil abanico de estados en los que los Demócratas están obligados a ganar. Si esto sucede realmente, acuérdese de que lo leyó aquí primero.

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