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En la Librería Rafael Alberti de Madrid

Presentación de 'Fantasía Lumpen', el último libro de Javier Sáez de Ibarra

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Unnamed 8

Una atmósfera abigarradamente libresca, la habitual en la librería Rafael Alberti, acogió la presentación del quinto libro del escritor Javier Sáez de Ibarra: “Fantasía lumpen” (Páginas de Espuma, 2017), con magnífica cubierta obra de Jorge Cano, que es engrosado por veintisiete relatos agrupados en tres partes “Fantasías”, “Rendijas” y “Capitalismo”.

Como suele ser habitual, la celebérrima librera Lola Larumbe hizo de perfecta anfitriona dando paso a la presentación propiamente dicha, que consistió en un coloquio animado y conducido por el editor Juan Casamayor, quien comenzó viniendo a apuntar que si el cuento no rendía actualmente a efectos crematísticos, sí en cambio lo hacía a efectos creativos, toda vez que desde los albores del presente siglo se viene dando una prodigiosa floración de cuentistas que nada tienen que ver con esos otros, macabros, que, a decir de Sáez de Ibarra, están sobrerrepresentados en los medios y que colman eso que se viene a conocer como clase política. Y no es gratuito traer a esta a tan literario reducto, dado que en una gran parte es la culpable del estado de las cosas que estimula mucho del impulso literario de nuestro autor, ya que, como vamos a ir viendo, sus relatos enuncian y denuncian al tiempo las lacras de una sociedad cada vez más deshumanizada en cuya conformación mucho han tenido que ver quienes han ido copando todas y cada una de las instancias de gestión de lo común.

Tras las iniciales palabras de Casamayor intervino Carlos Castán, quien hizo alusión a la gran cantidad de registros que aloja el libro, desde la bellísima prosa de relatos como “El negro”, hasta la ironía y la ruptura de otros. También señaló la capacidad de reinvención de Javier como escritor en cada libro, cosa que, a su parecer, ha ocurrido con “Fantasía lumpen”. Señaló también el relato “Lazos” como una pieza que reivindica el poder hablar sin miedo, algo en cierto modo extensible a todo el libro, dada la capacidad comunicativa de este, que asimismo es sería producto, continuaba Castán, de la contemplación de la caída en picado como sociedad que hemos venido viviendo y del ímpetu por salir de ahí. De esa tensión, seguía, surgen muchos de los relatos, que tocan temas como la alienación como discurso en el aire interiorizado, la explotación como irremisible lacra…

Seguidamente intervino Constantino Bértolo, quien, apuntando que había llegado a la literatura por el rencor, señaló precisamente dicho rencor como una de las cosas más agradables que había encontrado en el libro, no en vano continuó comentando que dado que la susodicha literatura responde a una tradición humanista de elites, nos gusta que nos guste la literatura, ya que pertenecemos a una clase media “ancha” con ese tipo de problemas emocionales que se empiezan a tener a partir de un sueldo. Siguió indicando que “Fantasía lumpen” versa sobre los problemas de la clase trabajadora actual, siendo un libro muy unitario, de relatos más que con relatos, de un, a su entender, “surrealismo socialista”, pues a la conciencia social que contiene se unirían ciertos matices de la literatura del absurdo. Le ponía la pega Bértolo al libro de que incurriera en ciertas precauciones estéticas en determinados momentos, ya que él mismo se asumía como un renegado de la literatura como placer evasivo, incurriendo de este modo en un curioso juego de oxímoron al abogar por el uso de la literatura para salir de la literatura, cosa que paradójicamente suena muy literaria.

Javier Sáez de Ibarra tomó la palabra a continuación explicando que el libro había brotado de la indignación, del sufrimiento y del malestar. Y refería una ausencia en el debate social de la vida de las personas, hurtándose así dicha realidad, motivo por el que él habría concebido el que hasta el momento es su último libro: mostrar esa vida que transcurre allende los focos mediáticos.

También reivindicó Sáez de Ibarra el cuento como género apto para el compromiso político-social, dado que, a su decir, “el tema no condiciona la calidad del texto”.

Castán volvió a intervenir poniendo en valor lo puramente poético-literario en connivencia con lo discursivo en aras de lograr una mayor eficacia comunicativa, siendo rebatido por Bértolo, que insistía en salir, en última instancia, del espíritu conciliador de la literatura, abogando más por una literatura entendida más como arma arrojadiza.

Por su parte Javier Sáez apuntó a una realidad fantasmagórica en la que el ser humano se diluye ante la que la literatura no puede hacer demasiado, máxime cuando no se está haciendo la función de un ensayista o de un científico social, siendo consciente de que él se limita a transferir el análisis político-económico a lo literario, conformándose con ayudar de esta manera a tomar conciencia sobre la situación de todos para mover a la solidaridad.

El acto de presentación terminaría con la lectura por el propio Javier Sáez de Ibarra del cuento “Pedir de verdad”.

Presentación de 'Fantasía Lumpen', el último libro de Javier Sáez de Ibarra

En la Librería Rafael Alberti de Madrid
Diego Vadillo López
domingo, 12 de marzo de 2017, 03:11 h (CET)

Unnamed 8

Una atmósfera abigarradamente libresca, la habitual en la librería Rafael Alberti, acogió la presentación del quinto libro del escritor Javier Sáez de Ibarra: “Fantasía lumpen” (Páginas de Espuma, 2017), con magnífica cubierta obra de Jorge Cano, que es engrosado por veintisiete relatos agrupados en tres partes “Fantasías”, “Rendijas” y “Capitalismo”.

Como suele ser habitual, la celebérrima librera Lola Larumbe hizo de perfecta anfitriona dando paso a la presentación propiamente dicha, que consistió en un coloquio animado y conducido por el editor Juan Casamayor, quien comenzó viniendo a apuntar que si el cuento no rendía actualmente a efectos crematísticos, sí en cambio lo hacía a efectos creativos, toda vez que desde los albores del presente siglo se viene dando una prodigiosa floración de cuentistas que nada tienen que ver con esos otros, macabros, que, a decir de Sáez de Ibarra, están sobrerrepresentados en los medios y que colman eso que se viene a conocer como clase política. Y no es gratuito traer a esta a tan literario reducto, dado que en una gran parte es la culpable del estado de las cosas que estimula mucho del impulso literario de nuestro autor, ya que, como vamos a ir viendo, sus relatos enuncian y denuncian al tiempo las lacras de una sociedad cada vez más deshumanizada en cuya conformación mucho han tenido que ver quienes han ido copando todas y cada una de las instancias de gestión de lo común.

Tras las iniciales palabras de Casamayor intervino Carlos Castán, quien hizo alusión a la gran cantidad de registros que aloja el libro, desde la bellísima prosa de relatos como “El negro”, hasta la ironía y la ruptura de otros. También señaló la capacidad de reinvención de Javier como escritor en cada libro, cosa que, a su parecer, ha ocurrido con “Fantasía lumpen”. Señaló también el relato “Lazos” como una pieza que reivindica el poder hablar sin miedo, algo en cierto modo extensible a todo el libro, dada la capacidad comunicativa de este, que asimismo es sería producto, continuaba Castán, de la contemplación de la caída en picado como sociedad que hemos venido viviendo y del ímpetu por salir de ahí. De esa tensión, seguía, surgen muchos de los relatos, que tocan temas como la alienación como discurso en el aire interiorizado, la explotación como irremisible lacra…

Seguidamente intervino Constantino Bértolo, quien, apuntando que había llegado a la literatura por el rencor, señaló precisamente dicho rencor como una de las cosas más agradables que había encontrado en el libro, no en vano continuó comentando que dado que la susodicha literatura responde a una tradición humanista de elites, nos gusta que nos guste la literatura, ya que pertenecemos a una clase media “ancha” con ese tipo de problemas emocionales que se empiezan a tener a partir de un sueldo. Siguió indicando que “Fantasía lumpen” versa sobre los problemas de la clase trabajadora actual, siendo un libro muy unitario, de relatos más que con relatos, de un, a su entender, “surrealismo socialista”, pues a la conciencia social que contiene se unirían ciertos matices de la literatura del absurdo. Le ponía la pega Bértolo al libro de que incurriera en ciertas precauciones estéticas en determinados momentos, ya que él mismo se asumía como un renegado de la literatura como placer evasivo, incurriendo de este modo en un curioso juego de oxímoron al abogar por el uso de la literatura para salir de la literatura, cosa que paradójicamente suena muy literaria.

Javier Sáez de Ibarra tomó la palabra a continuación explicando que el libro había brotado de la indignación, del sufrimiento y del malestar. Y refería una ausencia en el debate social de la vida de las personas, hurtándose así dicha realidad, motivo por el que él habría concebido el que hasta el momento es su último libro: mostrar esa vida que transcurre allende los focos mediáticos.

También reivindicó Sáez de Ibarra el cuento como género apto para el compromiso político-social, dado que, a su decir, “el tema no condiciona la calidad del texto”.

Castán volvió a intervenir poniendo en valor lo puramente poético-literario en connivencia con lo discursivo en aras de lograr una mayor eficacia comunicativa, siendo rebatido por Bértolo, que insistía en salir, en última instancia, del espíritu conciliador de la literatura, abogando más por una literatura entendida más como arma arrojadiza.

Por su parte Javier Sáez apuntó a una realidad fantasmagórica en la que el ser humano se diluye ante la que la literatura no puede hacer demasiado, máxime cuando no se está haciendo la función de un ensayista o de un científico social, siendo consciente de que él se limita a transferir el análisis político-económico a lo literario, conformándose con ayudar de esta manera a tomar conciencia sobre la situación de todos para mover a la solidaridad.

El acto de presentación terminaría con la lectura por el propio Javier Sáez de Ibarra del cuento “Pedir de verdad”.

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