El Málaga sigue empecinado en complicarse la vida. Enésima oportunidad para salir de los puestos de descenso que desaprovecha el equipo malagueño. Es cuánto menos curioso como el equipo sigue vivo a pesar de no ganar los partidos.
La suerte ha querido acompañar al Málaga CF esta jornada pero el descenso parece cosa de cuatro equipos: Almería, Hércules, Málaga y Zaragoza. El que sea menos malo vivirá una temporada más en Primera División. De momento, el Málaga continúa al filo de la navaja y las sensaciones no permiten ser optimistas.
De momento las matemáticas le permiten aferrarse a Primera División, pero las sensaciones no dejan de ser alarmantes. El equipo no supo solventar un encuentro que se le puso de cara al borde del descanso con la explusión de un jugador rival y la incapacidad colectiva de los jugadores desesperan a una afición que jornada tras jornada sigue llenando un estadio que huele a Primera. Ya quisieran otros campos tener el calor que emana domingo tras domingo La Rosaleda. No merecen este sufrimiento, el hastío es comprensible.
La buena racha, tanto de juego como de triunfos, se ha evaporado en poquísimo tiempo. El Málaga es un constante querer y no poder. La afición ya se lo huele y el descenso parece muy próximo aunque el equipo se aferra a la categoría como gato panza arriba. Es un duro golpe de digerir pero el final, salvo remedio milagroso, va a ser doloroso. No solo por la inversión económica sino por la caída de un proyecto que a principios de temporada ilusionaba y que poco a poco desespera y desilusiona.
El año tranquilo y de transición que esperaban los aficionados en Martiricos se ha convertido en una agonía. Una letanía que parece no tener fin y que el que se vislumbra no le gusta a nadie. El Málaga todavía depende de sí mismo pero no da síntomas de contundencia. No puede. Se le nota agotado, falto de ideas y con una inoperancia cuanto menos alarmante a la altura del campeonato en la que nos encontramos. La confianza se gana a base de triunfos, hasta la fecha no se puede positivo. No es cuestión de ser tremendista, de pensar en lo peor, es que la realidad a la que nos lleva este equipo no nos deja otra elección.