La polémica se ha desatado en Venezuela tras la cuarta reforma en cinco años de la Ley de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas (FANB). Valiéndose de los poderes especiales que Chávez se adjudicó en diciembre con el pretexto de combatir eventuales emergencias climáticas, su gobierno ha diseñado una ley por la que se autoriza a distribuir armas entre las milicias formadas por población civil, siempre que estén inscritas en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). La reforma recoge además que estos colectivos adquieren el rango de quinto componente en las fuerzas armadas.
Rubén Verdú / Analista internacional
No es el primer intento de Chávez de politizar el Ejército. En 2007 propuso un referéndum constitucional a este efecto, que fue rechazado por el Congreso. Pero el mandatario no ha cejado en su empeño, y durante los últimos años ha planteado nuevas fórmulas para este propósito, asumiendo que los mandos del Ejército no estaban por la labor de convertirse en un instrumento al servicio de su Gobierno.
La última ha sido la institucionalización de la milicia planteada en el artículo 66 de la nueva ley, por la que cualquier ciudadano sin profesión militar puede ser miliciano, con acceso a las armas, de forma legal. La reforma viene acompañada de una resolución en la que se proponía una formación militar en las escuelas impartida por las milicias, medida que se ha desestimado por las airadas protestas desde la Asamblea de Educación.
Si bien la milicia carece por el momento de entrenamiento militar, lo que preocupa entre los opositores a Chávez es el creciente número de sus miembros, un factor que cobra más importancia ante la tendencia inversa en los efectivos de las fuerzas armadas. Según informa el diario argentino La Nación, los expertos aseguran que en los últimos años ha habido una reducción de soldados profesionales de 148.000 a 117.000 miembros, mientras que se estima que el número de milicianos asciende ya a 120.000, y que con la nueva ley pronto llegará a los 200.000. Es decir, hoy en día ya hay en Venezuela más milicianos al servicio del PSUV que soldados profesionales independientes, y la diferencia tiende a agrandarse en favor de los primeros. Dicho de otra manera, nos encontramos ante un verdadero brazo armado del partido de Chávez, constituido de forma legal.
Al hilo del conflicto actual en Libia, y de la simpatía que Chávez ha manifestado abiertamente por Ghadafi, no son pocos los analistas que señalan paralelismos entre los dos líderes. En palabras del ex-embajador venezolano Sadio Garavini, “las milicias de Ghadafi están mejor armadas que su ejército. Son grupos leales al líder. Chávez, al fortalecer las milicias, elimina el monopolio de las fuerzas armadas sobre las armas de la nación. Ambos son caudillos mesiánicos de vocación totalitaria: les cambiaron el nombre, la bandera y los símbolos patrios a sus países, y usan mensajes nacionalistas contrarios a Estados Unidos, convencidos de ser los salvadores de la patria”
Sin entrar a valorar la legitimidad del proteccionismo que Chávez ha impuesto sobre Venezuela, las imposiciones anticonstitucionales no deben ser el medio para conseguir la seguridad de la nación y la conservación de sus recursos naturales, ya que acciones como estas pueden traspasar la delgada línea que separa los intereses del Estado de los del Gobierno.