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Nerea Conejo

El acecho serbio

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Rafael Nadal tiene que tener una sensación parecida a la de jugadores internacionales de fútbol cuando se enfrentan con sus respectivos equipos: jugar contra amigos y en ocasiones compañeros, a veces debe de ser complicado.

No creo que a ningún componente del Barça le de pena meterle un gol al Real Madrid, pero la buena sintonía que se nota entre los jugadores de ambos equipos cuando disputan encuentros como un conjunto, el de Selección Española, podría ser complicada dejarla de lado, aunque ante todo, sean unos grandes profesionales.

El pasado fin de semana, el mallorquín se ha encontrado con que su gran amigo Novak Djokovic le ha cogido el punto. Al menos en los dos últimos partidos importantes que han disputado, con destacables victorias del serbio.

En mi opinión, Nadal hizo un excelente torneo y se notó una gran mejora en su juego respeto al que desplegó en el Masters de Indian Wells. Lo del domingo pasado puede tratarse de una mala combinación, para Nadal, entre cansancio propio unido al estado de gracia y buena forma de Djokovic.

Con el triunfo en Miami, el balcánico ya suma cuatro títulos en un año (Dubai, Australia e Indian Wells) 24 victorias consecutivas y esas cifras en principio no apuntan a casualidades. Pero más definitorio será el momento en el que toque jugar en tierra, donde el español suele lucirse.

Lo cierto es que Nadal lleva años compitiendo a un nivel altísimo, incluso límite y en toda carrera del tipo que sea hay altibajos. Cuando a un posible desgaste anímico se le suma un nivel óptimo del rival a batir, que además quiere relevarte del puesto por muy amigo que sea, tiene que dar cierto vértigo y algo de ansiedad.

Pienso que llegado el momento de la verdad, Rafael Nadal hará acopio de seguridad, constancia y afán de superación, ya que guste o no su juego, en eso no cabe duda de que es todo un as.

No creo que sea falta de madurez como tenista ni tampoco que tenga un paralizante miedo a perder su hegemonía ni su liderato; aumentando esa mejora de su saque y en terreno preferido seguramente conseguirá afianzarse de nuevo donde ya está, a la cabeza del ranking mundial.

Siempre se ha dicho que lo difícil no es llegar a lo más alto, sino mantenerse. Con todo, todavía no pinta que la adversidad puntual que está viviendo el de Manacor vaya a ir más allá. Todo se verá.

El acecho serbio

Nerea Conejo
Nerea Conejo
martes, 5 de abril de 2011, 07:13 h (CET)
Rafael Nadal tiene que tener una sensación parecida a la de jugadores internacionales de fútbol cuando se enfrentan con sus respectivos equipos: jugar contra amigos y en ocasiones compañeros, a veces debe de ser complicado.

No creo que a ningún componente del Barça le de pena meterle un gol al Real Madrid, pero la buena sintonía que se nota entre los jugadores de ambos equipos cuando disputan encuentros como un conjunto, el de Selección Española, podría ser complicada dejarla de lado, aunque ante todo, sean unos grandes profesionales.

El pasado fin de semana, el mallorquín se ha encontrado con que su gran amigo Novak Djokovic le ha cogido el punto. Al menos en los dos últimos partidos importantes que han disputado, con destacables victorias del serbio.

En mi opinión, Nadal hizo un excelente torneo y se notó una gran mejora en su juego respeto al que desplegó en el Masters de Indian Wells. Lo del domingo pasado puede tratarse de una mala combinación, para Nadal, entre cansancio propio unido al estado de gracia y buena forma de Djokovic.

Con el triunfo en Miami, el balcánico ya suma cuatro títulos en un año (Dubai, Australia e Indian Wells) 24 victorias consecutivas y esas cifras en principio no apuntan a casualidades. Pero más definitorio será el momento en el que toque jugar en tierra, donde el español suele lucirse.

Lo cierto es que Nadal lleva años compitiendo a un nivel altísimo, incluso límite y en toda carrera del tipo que sea hay altibajos. Cuando a un posible desgaste anímico se le suma un nivel óptimo del rival a batir, que además quiere relevarte del puesto por muy amigo que sea, tiene que dar cierto vértigo y algo de ansiedad.

Pienso que llegado el momento de la verdad, Rafael Nadal hará acopio de seguridad, constancia y afán de superación, ya que guste o no su juego, en eso no cabe duda de que es todo un as.

No creo que sea falta de madurez como tenista ni tampoco que tenga un paralizante miedo a perder su hegemonía ni su liderato; aumentando esa mejora de su saque y en terreno preferido seguramente conseguirá afianzarse de nuevo donde ya está, a la cabeza del ranking mundial.

Siempre se ha dicho que lo difícil no es llegar a lo más alto, sino mantenerse. Con todo, todavía no pinta que la adversidad puntual que está viviendo el de Manacor vaya a ir más allá. Todo se verá.

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