La extraordinaria racha que posee la UD Las Palmas, necesita ser culminada con la "guinda" del pastel para eliminar cualquier duda que pueda permanecer aún.
Entre tanta alegría e incluso euforia, por semejante reacción amarilla. Los hay que todavía siguen poniendo peros a lo conseguido, desde que aterrizara Juan Manuel Rodríguez.
Analizando los números fríamente, poco se puede alegar al respecto. Seis partido lleva al frente de la nave amarilla, y el balance es de cuatro victorias, un empate y una derrota.
Más aún, si las cuatro victorias provienen de los últimos cuatro partidos. Números contudentes que demuestran que este equipo tiene potencial para aspirar a algo más que sufrir hasta la última jornada.
¿Pero que más se le puede pedir a un equipo que atesora semejantes números?.
La respuesta parece estar en el aspecto estilístico del juego. Los más puristas o exigentes, consideran que al equipo de Juan Manuel, le falta jugar más alegre y bonito para aplacar los últimos conatos de críticas al juego del equipo.
Motivos no faltan para aquellos que se alegran por las victorias, pero que consideran que no les llenan del mismo modo que cuando se logran con un fútbol del que siempre se ansía tener en la isla.
Por contra. Los prácticos, consideran que ahora lo que prima es sumar como sea, y que ya llegarán tiempos mejores para intentar jugar mejor y usar otro tipo de jugadores que favorezcan dicho juego.
En cualquier caso, y sin ánimo de defender a unos u otros. Considero que Juan Manuel Rodríguez debe tratar de buscar una mejora del juego ofensivo, y demostrar que es totalmente capaz de hacer jugar al equipo bien, sin sacrificar los buenos resultados.
Dispone de tiempo para lograrlo, sobretodo si el equipo ratifica su magnífica trayectoria con una prematura salvación, que le posibilite al equipo liberarse de ataduras desagradables, y permita desplegar todas las armas que argumenten el buen fútbol y el clásico juego canario de toque y juego combinativo.
De lograrlo, habrá superado los últimos argumentos para cuestionar a un entrenador, que hasta la fecha, poco se le puede reprochar, si nos ceñimos a sus números. Pero que todavía dispone de un amplio margen de mejora, para hacer que este equipo no solo gane, sino que también alegre la vista por verles mimar la pelota, y por deleitar al público con ese gran juego que se pudo disfrutar al inicio de liga.
De lograrse tal objetivo, quedaría demostrado que el gran juego amarillo de principios de temporada, no fué más bien gracias a un entrenador, sino al propio futbolista canario, que es capaz de desplegarlo a poco que se den las necesarias condiciones para ello, sin depender tanto del entrenador que esté en esos momentos.
Que mejor modo para finalizar la temporada, que haciendolo con el mismo juego que la empezaron.
Sería la mejor campaña de abonados posible, de cara a una temporada venidera, que promete ofrecer nuevos retos y desafíos que tanto se añoraban en la isla.