El pinchazo del Betis en Vallecas fue fruto de la desconexión de un equipo que no fue el de siempre, y que cayó en un cúmulo de errores que acabó pagando. Ganando al Rayo, todo hubiera sido mucho más fácil, pero las trece barras verdiblancas ofrecieron seguirán jugando a la ruleta de la suerte.
Se vio en Vallecas la cara negativa del Currobetis, ese equipo capaz de lo mejor y lo peor. Si esperas mucho, puede que te vayas a casa desilusionado, y así pasó. Como algunas cabezas de ultra que transitaron el estadio y quemaron coches, quizá el Betis llegó desconectado de casa.
La ausencia de Salva Sevilla se planteó clave a la hora de hilvanar jugadas entre la medular y la línea atacante de los béticos. En su lugar estuvo Beñat, un motor dinámico, con gran pase en largo y un excelente disparo desde fuera del área. Así sucedió, al 10 verdiblanco aún le faltan galones para bajar la pelota al piso y dar los pases rasos de tiralíneas que paladean los aficionados cuando juega Salva Sevilla. Los balones en largo fueron la tónica general, y el juego por el aire benefició al Rayo, mientras que el Betis se volvía predecible y jugaba a algo que domina.
Nadie echó la pelota al suelo, nadie intentó jugar por el césped haciendo ese juego bético tan atractivo como letal. La entrada de Israel dio cierto aire de corrección, pero se diluyó con el paso de los minutos. Emaná tuvo 15-20 minutos a gran nivel, que fueron los mejores del Betis. Aún así se le criticó. Se espera del camerunés que siempre haga la jugada del ‘partido y que sus rabonas se conviertan en el pase o el gol de la jornada. Es la estrella del equipo, o eso dicen, y el ying yang de abucheos y aplausos es cada vez más habitual.
No sería justo hablar solo de él, lo cierto es que nadie, absolutamente nadie, estuvo todo lo acertado que debería. Nadie hizo un partidazo, y Rubén, Jorge o Ezequiel no tuvieron la fortuna de otras veces. Todos estuvieron errados. Pero lo peor sin duda, fue cuando Arzu coronó la noche de fallos con el error que faltaba, el que precedió al gol de Piti para el Rayo.
La derrota en Vallecas es como cantaba Laura Pausini, “un error de los grandes”; y no queda más remedio que corregirlo en casa contra el Celta. El partido es una verdadera final. La afición, como siempre, no lo hará; esperemos que el equipo esta vez no falle.