Una vez sabido que no hay huelga, una vez conocido que a veces el sentido común brilla por su ausencia y una vez sabido que el Nàstic recibirá al Tenerife este sábado, hay que hablar de lo meramente deportivo. Esto es, el encuentro ante los canarios es, por lo pronto, crucial. Sí, esa palabra tan utilizada este año por el conjunto grana, pero es que esta vez recobra todo su sentido. Si los de Joan Carles Oliva ganan a los de Antonio Tapia, la distancia entre ambos será, ojo al dato, de diez puntos. O diez puntazos, qué leches.
Este sábado no se puede perder. (www.gimnasticdetarragona.cat)
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Una vez la intriga de saber si se jugaba o no queda de lado, toca enmendar errores. Hacer borrón y cuenta nueva de lo que sucedió el pasado fin de semana ante el Córdoba. Ahí se tropezó estrepitosamente. Lo peor no es el resultado, sino el juego. La desgana, el pasotismo o vete tú a saber qué, se apoderó de un conjunto que la semana anterior había ganado a todo un Numancia. En Tarragona se empieza a sospechar que la salvación pasa por ganar todo en casa, porque fuera, en las últimas jornadas, la irregularidad se ha convertido en peligrosa.
Saber que desde que llegó Oliva al banquillo solo se ha perdido un partido, el del Celta, y que únicamente se ha recibido dos goles –también ante los gallegos- invita al optimismo. Si los tres puntos no se escapan ante el Tenerife se dejara a los canarios a diez puntos a falta de las mismas jornadas, y a pesar de que en la Liga Adelante puede pasar cualquier cosa, la lógica habla de que solo quedaría un puesto por evitar, el de cuarto por la cola, que actualmente ocupa el Salamanca tres puntos por debajo del Nàstic. Con todo, y una vez conocido el horario, falta por ver qué hace el club catalán para seguir atrayendo a la gente, que debe de apoyar a su equipo y que en las últimas fechas se han visto favorecidos por las facilidades que ha puesto la entidad. Superar los 6.000 espectadores en el Nou Estadi es ahora la meta. El sábado será dar un pasito más adelante para evitar el pozo.