Han tenido que pasar quince años, desde el mítico partido en Oviedo, para volver a vivir la apasionante sensación de advertir como el Valladolid vence con un marcador bastante abultado. Nada menos que cinco goles a un Salamanca que no dejó señal de ansia. Los tantos fueron los detonantes natos del encuentro y de la apertura de una nueva histórica goleada.
Los jugadores celebran el gol de Bacari que sentenció el partido ante el Salamanca (realvalladolid.es)
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Pese a que la vertiginosa expulsión de Yuste condicionó el sino del partido, ya el Valladolid deleitaba con categórica superioridad frente a los charros antes de la rigurosa decisión. Los locales se condenaron ellos solos en la segunda parte –en la que tuvieron lugar los cinco tantos blanquivioletas- y no dejaron óbices para campar a sus anchas a unos pucelanos que no quisieron desaprovechar su superioridad numérica.
Y es que, este triunfo no es sin lugar a dudas uno en el que cabe la posibilidad de llamar al olvido. Para empezar, porque después de las idas y venidas de las que ha hecho participe el conjunto esta temporada, ha conseguido vencer a domicilio por tercera vez, y no por una diferencia mínima. Asimismo, y, como bien apuntaba, el placer de sentir tal distancia en el marcador no se daba desde 1996.
Apenas restaban jornadas para lograr la permanencia en Primera aquel 19 de mayo épico en el Carlos Tartiere. El Valladolid se presentó en campo ‘carbayón’ con la Segunda División amenazando, pero salió ileso de uno de los encuentros más raros en el que el colegiado, Japón Sevilla, señaló nada menos que seis penaltis –cuatro de ellos a favor del Valladolid-.
Los pucelanos vencieron 3-8 al Oviedo gracias a dos artilleros excepcionales. Peternac con cinco goles y Quevedo con tres otorgaron un importante y abultado triunfo que significó la permanencia en la categoría, la cual fue ratificada con otra victoria la jornada siguiente ante el Betis.
Sin embargo, una goleada por cinco tantos a cero en Segunda División y a domicilio no se producía desde la campaña 79/80. A pesar de que el Valladolid comenzó la temporada con una aparente peor plantilla, pronto llegaron los buenos resultados con la visita a Mendizorroza durante la 3º jornada.
Los blanquivioletas consiguieron vencer 0-5 al Deportivo Alavés con un hat-trick de Rusky, y goles de Andrés Ramírez y Gaíl. La gran actuación hizo que la cotización de las acciones del Valladolid como firme candidato al ascenso comenzara a subir a partir de aquel 17 de septiembre del 79. Una apuesta segura que terminó llevando al Club a lo más alto, una segunda posición que le premió con la vuelta a la División de Honor.
No obstante, esta goleada no fue la primera. La superioridad ya relució en otros encuentros durante los periplos por la División de Plata. Precisamente, un año antes, el Racing de Ferrol perdió 7-1 en el feudo vallisoletano, en un partido en el que bajo palos, se encontraba el meta yugoslavo Bebic, quien solo jugó cinco encuentros y, curiosamente, el Valladolid salió victorioso en todos.
En la temporada 68/69 tuvo lugar la que, quizás fue, la goleada más espectacular. Una víspera de Nochebuena los pucelanos endosaron 10 goles a un Jerez Industrial que solo pudo marcar un tanto. Lizarralde, se alzó como el máximo anotador del encuentro con cuatro, seguido por Moyá y Lasa con dos y el debutante Lorenzo con uno.
La campaña 58/59 los jugadores pucelanos hicieron gozar a su público no solo con dos goleadas, sino con otro ascenso a Primera. La visita del Deportivo de la Coruña despertó la llamada de la candidatura al ascenso, los locales se impusieron por 8-2 a unos gallegos que partían como favoritos. En la jornada 29, con el 5-0 al Tarrasa, se logró el objetivo.
Ha habido otros triunfos reseñables durante los años primigenios de la fundación del Club. Sin embargo, lo importante ahora, es ampararse en la prioridad por el presente y el futuro, que hace creer con esta nueva goleada en algo más que la permanencia, sin detenerse a cerciorar que el derbi fue un mero espejismo de los que ya hemos vivido.