Hace apenas unos meses, el sátrapa de Marruecos, Mohamed VI, masacraba a los refugiados saharauis ante la pasividad de la comunidad internacional y de la ONU. ¿Por qué es ahora tan urgente echar del poder a Muamar el Gadafi? ¿De dónde ha surgido esa oposición y quién la ha armado? Diga lo que diga el cínico Zapatero, la guerra es para apoderarse del petróleo y del gas que subyacen en el desierto libio.
¿Qué hace que una guerra sea “legal” o lícita? Ninguna guerra es lícita y, mucho menos, cuando el objetivo de quienes la promueven está tan claro. Tendríamos que preguntarnos también cómo se han producido todos esos movimientos orquestados en el mundo árabe. Porque han estado teledirigidos por los mismos que luego se empeñan en llenar Occidente de mezquitas, al tiempo que quieren exportar una democracia occidental totalmente ajena a los valores del islam y a la antiquísima tradición semítica.
Del mismo modo que siempre me he opuesto a la islamización de Europa, me opongo a que los países árabes tengan que ser occidentalizados por la fuerza de las armas, y el peso de los intereses particulares de unas cuantas multinacionales.
Los pueblos, todos los pueblos, tienen derecho a elegir su propio destino sin intervenciones extranjeras. La libertad no es un camino de rosas. Conlleva sus responsabilidades. A los europeos nos ha llevado varios siglos evolucionar hacia lo que pomposamente llamamos “democracia” y no la hemos logrado plenamente. Está llena de imperfecciones. De desigualdades entre ricos y pobres. Queda mucho trecho por andar y, desde hace algunos años, sólo estamos dando pasos hacia atrás.
¿Con qué derecho pretendemos dar lecciones a nadie? Es cierto que en Irán se ejecuta a muchas personas todos los años, pero también en Estados Unidos, donde la pena de muerte sigue vigente en muchos estados de la Unión.
Si el régimen iraní, o el libio, deben ser derrocados, ha de ser la ciudadanía de esos países la que lo haga. Sin intromisiones extranjeras de ningún género. Sus sistemas no son perfectos, pero el nuestro tampoco. Hagamos del mundo un lugar mejor arreglando primero nuestro jardín, antes de ir a pisotear el del vecino.
No me gusta Gadafi, jamás me ha gustado. Por eso no me alegré cuando visitó España en 2007. Pero el Gobierno socialista le agasajó y “La Coneja” bailó briosamente para el dictador jaleada por nuestros mediocres políticos ejerciendo de improvisados palmeros.
El que Gadafi llamase “payaso” a Sarkozy no justifica una intervención militar en Libia a modo de vendetta, y bombardear a la población civil indefensa, por muy gadafista que ésta sea. De hecho, muchos franceses opinan igual Y muchos italianos creen que Berlusconi es un impresentable. Del mismo modo que muchos españoles pensamos lo mismo de Zapatero. ¿Debe por eso bombardearnos la OTAN?
No existen las bombas “inteligentes” salvo en los videojuegos. En la vida real, los obuses y los misiles estallan segando vidas humanas sin discernir entre buenos y malos. ¿Cuántas viudas y huérfanos dejaremos en Libia a cambio de unos barriles de petróleo que no nos pertenecen?
Quienes defienden las alianzas de civilizaciones, como se ha demostrado, lo que buscan en realidad es enfrentar a Occidente con el mundo árabe. ¡No lo permitamos!