Mientras el Mallorca se juega el sábado una oportunidad de oro para rematar la permanencia, su filial tiene el domingo a mediodía una de las últimas oportunidades para intentar evitar el descenso a tercera divisón. El rival será el segundo equipo de la ciudad, el Atlético Baleares, que ha roto las relaciones con el club bermellón en una semana en que el derbi se ha calentado sobremanera.
Desde los años 80 el Mallorca no ha bajado de la segunda división, mientras el Atlético Baleares no han pasado de la segunda B, por lo que en Palma hay varias generaciones que no han vivido ningún derbi directo entre los dos equipos, acérrimos rivales comparables (salvando las distancias) a un Sevilla-Betis o un Barça-Espanyol. Los aficionados balearicos, los más encrespados en esta rivalidad frente a la indiferencia de los bermellones, han tenido que conformarse con los encuentros frente al filial mallorquinista.
Estos derbis descafeinados acostumbraban a transcurrir en la tercera división, donde durante muchos años ambos equipos ocupaban plazas de liguilla de ascenso pero quedaban lejos de lograr el sueño. En las últimas temporadas, tanto Mallorca B como Baleares han dado un salto cualitativo hasta llegar a compartir este curso la categoría de la segunda división B, dándole más relevancia al derbi.
En el partido de ida, los blanquiazules golearon cuatro a cero en su campo a los canteranos del Mallorca en un partido que fue una fiesta en la grada. El domingo los balearicos esperan repetir el éxito y hundir más en la tabla a los bermellones, que ya están a ocho puntos de la permanencia. Un descenso a tercera de su filial supondría un revés muy importante para el club, que en su economía austera quiere vivir de la cantera.
La posibilidad de rematar el mal momento bermellón unido a las opciones de mantenerse en la categoría (están cinco puntos por encima del descenso) han animado a los aficionados del Baleares a querer desplazarse al campo rival y ahí es donde han empezado los roces esta semana, ya que el partido no se disputará en Son Moix sino en la ciudad deportiva de Son Bibiloni, con una capacidad para tan solo 1800 personas.
El desencuentro entre ambas entidades ha sido total y en el Baleares se sienten agraviados por una secuencia de decisiones del Mallorca: entradas gratuitas solo para menores de 7 años, precios de 15 euros, cambio a última hora del día y lugar de venta, y algunas más. Solo queda desear que el enfrentamiento transcurra en paz y que los dos frentes ultras de ambos equipos no se crucen porque ya tienen su pequeño historial de agresiones y violencia.