Con trece jornadas por delante, el Alba se ha asentado, quizá de manera definitiva, en los puestos rojos de la clasificación de la liga Adelante. El ajetreado mercado invernal y la incorporación de David Vidal no han dado el resultado esperado y el Albacete es, hoy por hoy, carne de descenso.
Con trece jornadas por delante, el Alba se ha asentado, quizá de manera definitiva, en los puestos rojos de la clasificación de la liga Adelante. El ajetreado mercado invernal y la incorporación de David Vidal no han dado el resultado esperado y el Albacete es, hoy por hoy, carne de descenso.
Esto, tras veinte años de permanencia en la liga de fútbol profesional, ya debería ser suficiente motivo como para echarse a llorar pero, como la desgracia nunca viene sola, los males de este equipo no acaban ahí. Varios años de bandazos en lo institucional, en los que todos y cada uno de los consejos de administración han superado a su predecesor en ineptitud e ineficacia, han sumido al Albacete Balompié en la mayor crisis económica de su historia. El club, se haya inmerso en un proceso concursal para hacer frente a una deuda de unos catorce millones de euros. Desde el seno de la entidad, se ha querido restar importancia al tema económico y los mensajes en este sentido son positivos ya que hablan de una resolución favorable de este proceso para el mes de Mayo y que, al parecer, dejaría al equipo en una situación viable incluso en Segunda B.
Sin embargo, y a pesar de estos mensajes positivos, existe en la calle el rumor de que un hipotético descenso de categoría acabaría con setenta años de historia del Albacete Balompié pues supondría su desaparición.
Lejos quedan ya las temporadas en las que el que fuera conocido como queso mecánico rozó la clasificación para competiciones europeas, alcanzó las semifinales de la copa del rey, fue capaz de derrotar al Barcelona en el Camp Nou o simplemente hacia soñar a su afición con el ascenso a la máxima categoría de nuestro fútbol. Lejos quedan los años en los que cualquier albaceteño se sentía orgulloso de animar al equipo de su ciudad. Hoy, las gradas antes pobladas del Carlos Belmonte, son un mar de butacas vacías y es que el Alba, antes club simpático y que caía bien en toda España, ha ido perdiendo adeptos por el camino hasta no arrastrar a más de 4.000 fieles espectadores que, como siempre, son los verdaderos perjudicados de toda esta historia.
Dejando a un lado las intrigas palaciegas en las que se ha convertido este Albacete y centrándonos en lo meramente deportivo, David Vidal sigue dando palos de ciego en busca de un once ideal que lo lleve a conseguir su primera victoria en el banquillo del Alba esta temporada. Tras cinco partidos dirigidos por el gallego, el Albacete no conoce la victoria y lo que empezó de manera ilusionante con partidos respetables como ante el Valladolid donde el equipo demostró un cambio de actitud ha desembocado en espectáculos poco menos que lamentables como los últimos acaecidos ante equipos de tu propia liga como frente a la Ponferradina el pasado sábado, partido en el que los manchegos volvieron a hacer gala de su falta de gol y sólo fueron capaces de batir al colista de la clasificación, que llevaba catorce partidos sin ganar, desde el punto de penalty.
En definitiva, mucho han de cambiar las cosas para que este Albacete no acabe la temporada entre los últimos cuatro clasificados y se consume así, de una vez por todas, lo que se lleva evitando in extremis en los últimos cuatro o cinco años.