Una familia grita en las taquillas de una sala de cine a las afueras de la capital. No se ponen de acuerdo en la sesión que van a comprar para ver Torrente 4 y es que en las abarrotadas salas de los centros comerciales, donde hoy se va al cine, este fin de semana había pases cada media hora…
La agresividad, el clásico macho ibérico, el tipo duro por dentro y blando por fuera es lo que aparentemente la “alta suciedad” rechaza, es lo que nadie se atreve a confesar que sigue, pero es un taquillaza seguro. Todos se escandalizan y todos pagan por verla, aunque sea de forma ilegal, siguen la saga.
Al fin y al cabo, Torrente no cuenta nada que no se haya visto ya antes en el cine español, tan sólo asistimos a una caricatura amarga y graciosa de lo que ya sabíamos y no hay nada diabólico en vivir en un mundo amarillo y rosa, ni en que el cine llegue a todos los rincones de la ignorancia. La industria cinematográfica es la que mejor está sobreviviendo a la crisis cultural después de todo. ¿Y qué hay de malo en que haya películas para todos los gustos?
El largometraje nacional ha sufrido algún que otro altibajo a lo largo de su historia: desde su momento de gloria creando todo un género: “las españoladas”, hasta la generación que decidió dar la espalda por completo a todo el arte patrio llegando incluso a avergonzarse de él. Los extremos nunca fueron buenos: “la virtud está en el término medio”, como diría Aristóteles.
No es lógico que toda una generación rechace “vivir en su casa”, bueno, quizás un poco sí, ya que sus padres seguramente hayan sido testigos fieles de la posguerra y hayan optado por la educación al otro lado. Yo creo que uno tiene que estar del lado de sí mismo, de sus valores y principios. No obstante, para construir una crítica es necesario saber, ver, conocer algún resquicio del ser en cuestión sea o no del agrado de algunos, porque está claro que sí de muchos, por lo que el éxito económico está garantizado, en parte, gracias a su carácter popular.
Santiago Segura ha compuesto, con genio y figura, un personaje único en su especie con el que los hombres son capaces de identificarse en algún que otro aspecto. Ha sabido retratar de un modo esperpéntico la realidad del “macho ibérico” de los 60 sin perder la perspectiva de la ficción. Cual Max Estrella, Torrente es alguien genuino, exclusivo, auténtico, que se merece un huequecito dentro de lo nuestro, aunque ya se sabe que los premios nunca reconocen nada que no sea del agrado de los “monstruos de la crítica”, que saben mucho, pero no producen nada y mucho menos tras la retrógrada actuación de la profesión cinematográfica durante en relación al discurso de Álex de la Iglesia, quien sí entiende un poco de cine y algo de la vida. Humildemente, no pienso en premios en España, no creo que ‘Los Goya’ tengan un valor añadido más allá de la recaudación económica.