No hay dos sin tres, y el Celta siguió a Betis y Rayo en lo que a tropezones consecutivos se refiere. Parece que nadie se libra del mal de altura, y la derrota ante el filial del Villarreal termina por diluir la tranquilidad que reinaba apenas un par de semanas atrás.
El partido contra el 'mini-submarino' recordó inevitablemente al reciente encuentro contra el Huesca. De nuevo, el equipo gozó de innumerables ocasiones sin acierto final. Fue un acoso continuo y de máxima potencia, pero por segunda vez en dos partidos Balaídos no retiene punto alguno.
Este era el Celta del año pasado. Esta temporada, no hay tiempo para lamentarse. (Agencias)
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Si bien la triste imagen de Alcorcón ha quedado en el olvido, la impotencia por caer ante un rival en inferioridad ha dejado un sabor de boca similar al de Santo Domingo. Es la quinta derrota de la temporada, y conforme nos acercamos al final, parece que cada fallo vale doble.
La realidad dice que los puestos de ascenso directo siguen a dos puntos. Menos de un partido tras veintinueve jornadas disputadas. Esta situación privilegiada, especialmente tras este bache serio de resultados, hace una idea de la magnífica campaña que está realizando el equipo.
Ahora toca mirar al frente. La fase de dudas no da más de sí, y los jugadores han de dar lo mejor de ellos mismos en dos salidas que decidirán el futuro del club esta temporada. La primera en Granada, en el feudo de la revelación de este año. Será un choque clave, una batalla durísima para dejar claras las intenciones del equipo y volver a cumplir con la fórmula matemática del ascenso: puntuar, puntuar y puntuar.
El siguiente será el Villamarín, por lo que mantener la diferencia de dos puntos con los béticos es básico para evitar una fuga definitiva. Queda un sprint final taquicárdico, y el club ha cumplido con los despistes permitidos. Un dulce entre tanta presión: la vuelta de Oubiña ha sido esperanzadora. Borja ha regresado sin perder ese toque de calidad, y su integración en el equipo es un punto extra para un desenlace que promete alargarse hasta la última jornada.