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Federico Luppi, Director de 'Cuestión de principios'

“Los jóvenes de hoy tienen menos prejuicios”

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‘A pesar de ser una de las estrellas más consagradas del cine argentino, Federico Luppi parecía pasar casi desapercibido en la proyección que la Academia de Cine organizó para presentar la última película que ha protagonizado, “Cuestión de principios”.

Detrás del actor se esconde un hombre de trato agradable y enormemente sincero en sus opiniones.

Alejandro Alonso / SIGLO XXI

“Cuestión de principios” es una película que habla de un hombre que vive aferrado a unos rígidos ideales frente a una nueva generación más práctica que la suya. En este discurso sobre idealismo y pragmatismo ¿en qué punto se sitúa Federico Luppi?

Los ideales tienen que tener cierto viso de credibilidad y han de ser aplicables. Yo creo que ese es el punto en que me sitúo. Los ideales han de ser también pragmáticos, ambas cosas son importantes, no pueden darse de manera separada. Cuando los ideales son dogmas muertos se convierten en un lastre pesado.

¿Qué le atrajo de esta historia?

Creo que retrata muy bien al típico individuo de clase media que utiliza unos principios para intentar disimular su actitud acrítica. Castilla, el personaje que interpreto en “Cuestión de principios”, no ha hecho más que perorar sin atreverse a cambiar su vida. Siempre se ha dejado llevar por prejuicios ¿a quién le sirve eso? Su familia le pide una actitud más relajada. Si bien él no hace de lo material una cultura, termina dependiendo de ella. De la ventaja económica intenta crear un discurso más amplio. Es el clásico individuo de clase media que habla de todo sin hacer demasiado.

Usted también parece muy crítico con la denominada clase media.

La enorme y prejuiciosa clase media. Creo que es una clase apta para el consumo, para repetir lo que dicen los medios. Suelen desviarse a la derecha por su actitud permanente de no asumir ningún riesgo. Nunca puede cambiar porque siempre encuentra excusas para quedarse quieta. Son individuos y no ciudadanos. Así es el personaje de Castilla. No bajan porque no quieren y no suben porque no les dejan.

¿Considera a las jóvenes actuales menos idealistas que los de su generación?

Me parece que la gente de mi generación mira a los jóvenes de hoy con una óptica anticuada. Veo algo muy positivo en los jóvenes de hoy y es que se creen mucho menos los cuentos. Intentan llevar a cabo una mirada mucho más independiente y despegada del mundo de los adultos. También creo que los jóvenes de hoy tienen menos prejuicios.

Parece que un tema recurrente del cine argentino contemporáneo (al menos del que llega a España) es la inmovilidad del individuo y la necesidad de tomar la iniciativa. ¿Cree que es una mera casualidad o que quizá obedezca al contexto social de su país?

En absoluto pienso que se trate de una coincidencia, es verdad que tiene que ver con un contexto muy claro. La clase media tiene tendencia al inmovilismo. Es una clase con la que es difícil desarrollar nuevos proyectos que sean beneficiosos para el conjunto de la comunidad. Sólo cuando la clase media consigue cambiar, puede efectuar cambios en la sociedad.

En su trayectoria profesional ha combinado siempre el trabajo en España y Argentina ¿dónde se siente más cómodo? ¿Nota grandes diferencias en la industria de ambos países?

Con respecto a mí trabajo no ha habido diferencia ninguna. El mundo actoral es el mismo en los dos países. Sin embargo, a nivel de industria, es cierto que en España hay una enrome cantidad de equipos de primera magnitud. Hay grandes actores y un nivel de factura muy bueno. Hace ya casi tres décadas que le va muy bien al cine español. Hay muchos actores que han alcanzado importante reconocimiento internacional. En Argentina nos cuesta desarrollar una infraestructura industrial sólida para la producción de cine, nos movemos en un nivel mucho más reducido.

Sin embargo parece que hay una nueva oleada de directores argentinos que realizan películas de bajo presupuesto pero con gran presencia en los festivales internacionales como Lucrecia Martel o Pablo Trapero.

Eso se debe precisamente al modo de funcionamiento de la industria en Argentina. Los cineastas jóvenes se han formado como han podido y han tenido que aprender que la producción no lo es todo. Se han dado cuenta de que con imaginación y creatividad se puede hacer gran cine sin depender de las tecnologías ni la financiación. Han mostrado gran audacia y sentido crítico. A la hora de plantearse sus proyectos han apostado más por las emociones que por el espectáculo.

Estamos más acostumbrados a verle en papeles dramáticos, sin embargo, parece que en la comedia se mueve como pez en el agua. ¿En qué genero se siente más cómodo?

Es cierto que en cine me han dado siempre personajes más conflictivos, con mayor peso dramático. Sin embargo en teatro he trabajado más la comedia. Lo que más me gusta de la comedia es la necesidad de improvisación que requiere, siempre hay que asumir las secuencias con cierto riesgo para aportar frescura y dinamismo al humor. El punto de la comedia está más en la situación que en el personaje. Aunque, al final, todo forma parte de lo mismo: ni la comedia está sólo en las lágrimas ni el drama en la risa.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Tengo varias ofertas pero todavía no me he decidido por un proyecto en concreto. He hablado sobre todo con cineastas jóvenes, uno argentino y otro de Valencia. Este me ha propuesto un proyecto interesante acerca de la vida de varias personas de la tercera edad en un barrio urbano. Una historia interesante sobre el envejecimiento y la soledad.

“Los jóvenes de hoy tienen menos prejuicios”

Federico Luppi, Director de 'Cuestión de principios'
Redacción
viernes, 11 de marzo de 2011, 10:08 h (CET)
‘A pesar de ser una de las estrellas más consagradas del cine argentino, Federico Luppi parecía pasar casi desapercibido en la proyección que la Academia de Cine organizó para presentar la última película que ha protagonizado, “Cuestión de principios”.

Detrás del actor se esconde un hombre de trato agradable y enormemente sincero en sus opiniones.

Alejandro Alonso / SIGLO XXI

“Cuestión de principios” es una película que habla de un hombre que vive aferrado a unos rígidos ideales frente a una nueva generación más práctica que la suya. En este discurso sobre idealismo y pragmatismo ¿en qué punto se sitúa Federico Luppi?

Los ideales tienen que tener cierto viso de credibilidad y han de ser aplicables. Yo creo que ese es el punto en que me sitúo. Los ideales han de ser también pragmáticos, ambas cosas son importantes, no pueden darse de manera separada. Cuando los ideales son dogmas muertos se convierten en un lastre pesado.

¿Qué le atrajo de esta historia?

Creo que retrata muy bien al típico individuo de clase media que utiliza unos principios para intentar disimular su actitud acrítica. Castilla, el personaje que interpreto en “Cuestión de principios”, no ha hecho más que perorar sin atreverse a cambiar su vida. Siempre se ha dejado llevar por prejuicios ¿a quién le sirve eso? Su familia le pide una actitud más relajada. Si bien él no hace de lo material una cultura, termina dependiendo de ella. De la ventaja económica intenta crear un discurso más amplio. Es el clásico individuo de clase media que habla de todo sin hacer demasiado.

Usted también parece muy crítico con la denominada clase media.

La enorme y prejuiciosa clase media. Creo que es una clase apta para el consumo, para repetir lo que dicen los medios. Suelen desviarse a la derecha por su actitud permanente de no asumir ningún riesgo. Nunca puede cambiar porque siempre encuentra excusas para quedarse quieta. Son individuos y no ciudadanos. Así es el personaje de Castilla. No bajan porque no quieren y no suben porque no les dejan.

¿Considera a las jóvenes actuales menos idealistas que los de su generación?

Me parece que la gente de mi generación mira a los jóvenes de hoy con una óptica anticuada. Veo algo muy positivo en los jóvenes de hoy y es que se creen mucho menos los cuentos. Intentan llevar a cabo una mirada mucho más independiente y despegada del mundo de los adultos. También creo que los jóvenes de hoy tienen menos prejuicios.

Parece que un tema recurrente del cine argentino contemporáneo (al menos del que llega a España) es la inmovilidad del individuo y la necesidad de tomar la iniciativa. ¿Cree que es una mera casualidad o que quizá obedezca al contexto social de su país?

En absoluto pienso que se trate de una coincidencia, es verdad que tiene que ver con un contexto muy claro. La clase media tiene tendencia al inmovilismo. Es una clase con la que es difícil desarrollar nuevos proyectos que sean beneficiosos para el conjunto de la comunidad. Sólo cuando la clase media consigue cambiar, puede efectuar cambios en la sociedad.

En su trayectoria profesional ha combinado siempre el trabajo en España y Argentina ¿dónde se siente más cómodo? ¿Nota grandes diferencias en la industria de ambos países?

Con respecto a mí trabajo no ha habido diferencia ninguna. El mundo actoral es el mismo en los dos países. Sin embargo, a nivel de industria, es cierto que en España hay una enrome cantidad de equipos de primera magnitud. Hay grandes actores y un nivel de factura muy bueno. Hace ya casi tres décadas que le va muy bien al cine español. Hay muchos actores que han alcanzado importante reconocimiento internacional. En Argentina nos cuesta desarrollar una infraestructura industrial sólida para la producción de cine, nos movemos en un nivel mucho más reducido.

Sin embargo parece que hay una nueva oleada de directores argentinos que realizan películas de bajo presupuesto pero con gran presencia en los festivales internacionales como Lucrecia Martel o Pablo Trapero.

Eso se debe precisamente al modo de funcionamiento de la industria en Argentina. Los cineastas jóvenes se han formado como han podido y han tenido que aprender que la producción no lo es todo. Se han dado cuenta de que con imaginación y creatividad se puede hacer gran cine sin depender de las tecnologías ni la financiación. Han mostrado gran audacia y sentido crítico. A la hora de plantearse sus proyectos han apostado más por las emociones que por el espectáculo.

Estamos más acostumbrados a verle en papeles dramáticos, sin embargo, parece que en la comedia se mueve como pez en el agua. ¿En qué genero se siente más cómodo?

Es cierto que en cine me han dado siempre personajes más conflictivos, con mayor peso dramático. Sin embargo en teatro he trabajado más la comedia. Lo que más me gusta de la comedia es la necesidad de improvisación que requiere, siempre hay que asumir las secuencias con cierto riesgo para aportar frescura y dinamismo al humor. El punto de la comedia está más en la situación que en el personaje. Aunque, al final, todo forma parte de lo mismo: ni la comedia está sólo en las lágrimas ni el drama en la risa.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Tengo varias ofertas pero todavía no me he decidido por un proyecto en concreto. He hablado sobre todo con cineastas jóvenes, uno argentino y otro de Valencia. Este me ha propuesto un proyecto interesante acerca de la vida de varias personas de la tercera edad en un barrio urbano. Una historia interesante sobre el envejecimiento y la soledad.

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Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).

 
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