Que pase el siguiente, por favor. El conjunto dirigido por Pep Guardiola despachó, humilló y hundió a un Arsenal venido a menos en las grandes citas. Bajo la batuta de Sweet Iniesta y con un Messi letal, el cuadro barcelonés desplegó el fútbol total al que nos tiene demasiado bien acostumbrados. Qué gustazo, oiga.
Incluso el Jefecito Mascherano estuvo sublime justificando el alto precio de su fichaje. El argentino rememeró sus mejores momentos como futbolista y cuajó una actuación personal para enmarcar. Su robo a Bendtner a poco del final cuando éste ya saboreaba el mano a mano con Valdés recordó, según cuentan los más veteranos, al mito culé Johan Neeskens. El barcelonismo pasó en noventa minutos del escepticismo a la fe hacia Masche.
Mención especial merece el de siempre, el mejor jugador del mundo y que va camino de convertirse en el mejor de la historia. Palabras mayores. La barretina catalana con la que deleitó a todos los aficionados ante la salida del guardameta gunner, y que supuso el primer tanto de la noche, fue antológica.
Y del Arsenal, copia falsa made in China, poco que decir. Wenger se retrató a sí mismo y los británicos mostraron su faceta más ramplona en el imponente Camp Nou. Porque el monopolio futbolístico de los jugones azulgranas fue mayúsculo ante un equipo londinense achantado y asustado. Lección, quejas, lloros y para casa. Adiós a la Champions, Monsieur.
Quizá el Barça les salude muy pronto cuando se desplace a Wembley. Pero paso a paso, poco a poco. Porque es la esencia del sabio Pep, que sabe que aún queda mucho por recorrer. Por lo pronto, el coco ya está en cuartos y los rivales le temen. Y con la Liga en el bolsillo. Y con la final de Copa en el tintero.
Un nuevo paso hacia el título
Ahora toca el Sánchez Pizjuán. Gran estadio, mejor afición. Un fortín, vaya. Pero este equipo no tiene límites ni fronteras. Un pinchazo culé puede llegar tras un mal encuentro. Un lapsus. Sin embargo, parece improbable que el conjunto barcelonista se deje muchos puntos en la competición doméstica.
Pero este fin de semana el Barça tendrá una papeleta complicada ante un Sevilla necesitado. La euforia de la Champions debe quedar en un segundo o tercer plano y la victoria en territorio comanche ayudaría a dar el enésimo golpe de autoridad. De tres en tres, Pep Team.