Como ya dejé claro en el artículo anterior “El 11M se gestó el 29 N del 2003” en mi opinión, la cual se basa en la lógica de lo acaecido, los responsables directos del brutal atentado, fueron, por este orden, algunos miembros del CNI con la colaboración de otros conocidos altos cargos de la Guardia civil de Oviedo. Tanto unos como otros “se fueron de rositas” algunos incluso de rosones, ascensos sospechosos pues nada tenía que ver con sus actividades, mas bien todo lo contrario, una vez los de la Rosa se hicieron con el poder.
Dicho esto, es de toda lógica decir que el 11M obedece a un “golpe de estado encubierto”, que el presidente, en aquellos momentos José María Aznar, no supo ver, cometiendo la mayor torpeza de su vida aunque viva doscientos años. Víctima de una fe ciega en las fuerzas de información y seguridad del estado, se fió de las informaciones manipuladas de estos. No fue consciente del complot, del golpe de estado encubierto mediante interesada desidia por la cual se dejó campar a sus anchas a un grupo de moros controlados, localizados, y sabiendo lo que se traían entre manos.
Aznar, harto convencido de la autoría de ETA, producto de las informaciones que le llegaban, no tuvo los suficientes reflejos para reaccionar como cualquier otro gobierno hubiera reaccionado. Una vez evaluada la situación se debería haber decretado inmediatamente el Estado de excepción, emergencia o alarma ya que la trágica situación de sobra lo requería.
No se hizo, Aznar confió plenamente en aquellos que vilmente le habían traicionado a él, a España, y a los españoles, con el claro objetivo de salvar “sus pellejos” y a la vez entregar el gobierno a los socialistas.
El 11M supuso el mayor atentado contra España, que no se tomara una decisión acorde con la situación, casi doscientos muertos, desinformación absoluta, caos, desasosiego civil y militar, manipulación absoluta de la voluntad del ciudadano que en unos días estaba llamado a elegir el gobierno de la nación, ilógico e inadmisible.
La dramática situación además de la cercanía de una elecciones generales obligaba, y digo obligaba declarar inmediatamente “el estado de emergencia” como mínimo. No hace falta irnos muy lejos para comprobar como al actual gobierno le sobró tiempo para declarar en horas “el estado de alarma” por el mero hecho de que un grupo de controladores aéreos abandonaron sus puesto de trabajo usurpando “las bien merecidas vacaciones de algunos”… Hay que joderse. Sin embargo, inexplicablemente desechando toda lógica y sentido común, en el 11M no se tomó decisión alguna a pesar de que el propio estado español, la democracia, el futuro de España, se encontraba en serio peligro…
La incuestionable lógica, excepto al parecer la de los políticos españoles, nos dice que en aquel momento se debió sí o sí declarar “el estado de emergencia”. Atrasar las elecciones, aunque fuera con un gobierno de transición. Votar con la sangre aún caliente de víctimas, además de con la absoluta ignorancia sobre los autores de la misma, es una infamia contra el pueblo, propia de los mayores dictadores, además de establecer un jurado militar que investigara a los investigadores, es decir, a todos aquellos miembros del CNI y demás militares que tenían controlados a los que a la postre fueron los autores materiales del 11M; ya se hizo el 23 F y desde luego a pesar de la seriedad del asunto no hubo víctima alguna.
Efectivamente se debió formar un tribunal militar el cual investigara ¿Por qué se dejó de vigilar a los autores del mayor acto terrorista cometido en España, cuando se sabía de sus intenciones y se les conocía?
¿Cómo es posible tramar semejante acto terrorista con la simple colaboración de un minero a la vez colaborador del CNI y una sarta de moros de pacotilla, sin infraestructura conocida, de no ser para robar a una pobre mujer el bolso?
Estas medidas además de una comisión política, digo comisión, no un juicio paralelo a determinados políticos del PP que fue lo que se hizo, es igual a lógica sensatez.
El empecinamiento del Aznar, su patética confianza, no sólo acabó con su carrera política, esto no tiene mayor importancia. Lo verdaderamente importante, lo dramático, lo cruel, es que su ingenuidad, su falta de reflejos, incluso me atrevería decir que su soberbia política, al no declarar el estado preceptivo a la dramática situación, hizo que los españoles votaran plenos de indignación, absoluto desconocimiento, y en muchos casos, con auténtico miedo: Todos estos condicionantes, absolutamente contrarios a lo que en verdad ha de ser una votación sosegada, son los polvos de los actuales lodos, las lacras de los españoles, las infamias que hemos de soportar de un gobierno oscuro, dictatorial, extremista, consolador de feministas y feminismos, corrupto, apóstata, e interventor de la justicia que emanaba regularmente del pueblo, hasta el fatídico día de un mes de marzo preparado para disfrazarse de Aries.
Aznar se equivocó sin duda, tal vez pensando que las encuestas daban ganador a su partido, no lo sé, por lo tanto lo mejor era dejar a las cosas correr detrás de ETA. El caso es que la no determinación acorde a la situación en la actualidad resulta en millones de españoles, plena inopia, desazón, desasosiego en los familiares de las víctimas sobre manera y en todos aquellos que en verdad somos humanos. En definitiva, dramáticas consecuencias que no serían tales si Aznar hubiera tomado la decisión lícita, la decisión correcta, a la cual estaba obligado en defensa de España y la verdad.