NUEVA YORK - Sin duda esto será herético, pero lo diré de todos modos: puedo esperar para saber quiénes van a ser los candidatos presidenciales Republicanos.
En aras de la claridad, digo "puedo", no "no puedo".
Vamos a ir más allá: No me importa quiénes sean. Aún no por lo menos.
No me importa porque apenas estamos en marzo de 2011. La primera mitad escasa de la legislatura del Presidente Obama está consumida y las próximas elecciones son dentro de 20 meses. ¡Veinte meses! ¿Se puede estirar esta conversación 24 horas todos los días durante 20 meses?
ABC News producía en noviembre una guía de aspirantes presidenciales Republicanos porque, según el portal de la cadena, las elecciones de 2012 están solamente a la vuelta de dos años. ¿Solamente? Yo llevo cansada de las elecciones de 2012 desde 2009.
Hoy el rumor es que Newt Gingrich no es definitivo. El Politico informa que se suponía que el ex presidente de la Cámara iba a dar la gran noticia en Atlanta el jueves y todo lo que tuvimos fue este pésimo portal "de nombre curioso": NewtExplore2012.com.
¿Qué puede significar? ¿Se presenta o no? No voy a arruinar el final, pero yo diría que se presenta. Simplemente no me importa. Aún.
En otra noticia de última hora, cinco o seis personas se preguntan si se presentará el ex Senador de Pennsylvania Rick Santorum. No ha visitado Iowa ¿cuántas veces? Fox News suspendía hace poco tanto a Gingrich como a Santorum de sus deberes oficiales de tertuliano hasta que decidan si van a aspirar a la presidencia.
Mientras tanto, en algún lugar del interior, el Gobernador de Indiana Mitch Daniels y el ex gobernador de Minnesota Tim Pawlenty están suscitando revuelo mientras los tertulianos sopesan si estos dos tienen o no lo que hace falta. Los dos son "posibles", escribe Jonah Goldberg en National Review. ¿Pero serán también "contrincantes"?
Podemos esperar para averiguarlo.
Y luego está Mike Huckabee, que tiene su propio programa de televisión y se está construyendo una enorme residencia en Florida con la que nunca se le habría ocurrido soñar permitirse un día. ¿Encontrará su camino al podio presidencial, o se quedará en el pedestal dorado? Puedo esperar.
Mitt, ¿tú sí o no? Si hay justicia en esta abundante Tierra, Romney será candidato Republicano. Menos porque sigue siendo mormón y Dios sabe que no puede cambiar de opinión al respecto. Peor aún, creó un programa sanitario que incluía la obligatoriedad de contratar un seguro. ¿Va a pedir disculpas? ¿Se postula?
Sabemos la respuesta, pero vamos a seguir hablando de ella de todos modos.
¿Me dejo a alguien? Según mi guía de la ABC, hay al menos 13 que se podrían presentar, incluyendo Ron Paul, que se hizo con los sondeos en el reciente cónclave conservador, CPAC, pero no dice si será candidato. Y por supuesto, la más coqueta de todas, Sarah Palin, más allá de lo evidente en virtud de su nombre de dos sílabas.
Puede que haya reparado en que todos los candidatos posibles anteriormente mencionados tienen nombres monosilábico: Newt, Mitt, Rick, Tim, Mitch, Ron. Son como los éxitos literarios recientemente populares de una palabra, lo mejor para distinguirse del multi-silábico y rico en vocales Barack Obama. Son los robustos muchachos del nuevo y mejorado Partido Republicano. Sin adornos y modestos, ni siquiera pierden el tiempo con excesos silábicos.
Palin, por supuesto, se presenta -- o no -- pero es lo bastante inteligente para saber que lo que más le interesa es mantener a sus incondicionales en vilo. Como muestra, su respuesta a Bárbara Walters el noviembre pasado:
"Me fijo en la situación general de las cosas ahora, y trato de vislumbrar -- si es bueno para el país, para el discurso, para mi familia".
Como el amor, es el misterio que hace volver a los pretendientes. Aún así, esta tragedia sin fin, este examen minucioso de cada tontería, aportando lo insignificante, es suficiente como para hacer que eches de menos la constancia.
No es simple cansancio de tonterías. Más bien es la creciente impresión de que nada importa cuando todo es importante. Todos entendemos las exigentes demandas de la actualidad informativa, de la que somos a la vez esclavos y amos. Pero hasta los monstruos necesitan una siesta.
Es testamento quizá de estos tiempos agitados que nos veamos flanqueados por cada parpadeo y manifestación. La polarización política nos ha definido tanto que estamos permanentemente desplegados en modo campaña, nunca en reposo. La política es, entre otras cosas, espectáculo, pero hay algo triste en lo incesante. La confianza no sólo da asco; embota los sentidos.
Con el tiempo, suponiendo que sigamos al tanto, los candidatos se decidirán. Haremos los refritos con su pasado, examinaremos con lupa los debates y miraremos ensimismados cómo se desenvuelve el aspirante. Pero por mi parte puedo esperar. No saber cómo acaba puede ser lo único que queda por disfrutar.