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Antonio Pérez Gómez

Sigue la angustia

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El Almería parece no renunciar a sus últimas oportunidades.

Pues sí. Hace unas semanas poníamos de manifiesto la enorme importancia de las jornadas posteriores, donde el equipo de Oltra se enfrentaba a sus rivales directos de forma consecutiva. Además, señalábamos que dependiendo de los resultados de esos partidos dependería si el Almería sacaba la cabeza de ese trío maldito que desciende a segunda o, si por el contrario, se hundía sin remisión.

Y lo cierto es que esa sucesión de reválidas resultaron ser demoledoras para los almeriensistas. El partido contra el Levante en Valencia fue desastroso. Se perdió y se dio una imagen muy preocupante, teniendo en cuenta que era la primera de esas finales. El siguiente partido contra otro rival directo fue en casa contra el Depor. El buen juego y la mucha intensidad por parte de los locales se vio desbaratada cuando Aranzubía marcó el gol de su vida cuando pasaban 5 minutos de los 90 reglamentados. Muy tocado anímicamente llegó el equipo a Málaga, y se perdió con estrépito por 3-1.

La mala suerte y las decisiones arbitrales parecían ser otro factor más que certificaba el marchamo de equipo desahuciado. El empate del equipo en casa contra el R.Santander a los pocos días, de nuevo con un buen trabajo de los locales contra un equipo cántabro que jugó con 10 casi todo el partido y que aguantó el empate como jabatos en su propia área convertía al último partido de ese carrusel de finales, el del Hércules, como partido casi irrelevante, dados los visos del equipo y la dinámica de resultados. Sin embargo, cuando menos se lo espera uno, salta la liebre.

Y es que, tras un partido mediocre y tras ir detrás en el marcador, el Almería sacó fuerzas de flaqueza, y en tres minutos, dio la vuelta al marcador y sacó los tres puntos de Alicante, que marcaba la frontera con el descenso. Golpe de mano que hace que se vea el futuro con otra perspectiva y broche de oro a una racha de malísimos resultados que el Almería cosechó en ese periplo contra sus rivales directos.

Obviamente, y tras los marcadores negativos de las últimas semanas, la victoria en Alicante no supone ni una pizca de tranquilidad para los rojiblancos. De hecho, estos tres puntos solo suponen un postrer aliento, una pequeña base desde la que poder agarrarse mínimamente a la lucha por la permanencia. Eso sí, si no se gana el sábado al Atlético, de nada habrá valido.

Sigue la angustia

Antonio Pérez Gómez
Antonio Pérez Gómez
miércoles, 9 de marzo de 2011, 22:50 h (CET)
El Almería parece no renunciar a sus últimas oportunidades.

Pues sí. Hace unas semanas poníamos de manifiesto la enorme importancia de las jornadas posteriores, donde el equipo de Oltra se enfrentaba a sus rivales directos de forma consecutiva. Además, señalábamos que dependiendo de los resultados de esos partidos dependería si el Almería sacaba la cabeza de ese trío maldito que desciende a segunda o, si por el contrario, se hundía sin remisión.

Y lo cierto es que esa sucesión de reválidas resultaron ser demoledoras para los almeriensistas. El partido contra el Levante en Valencia fue desastroso. Se perdió y se dio una imagen muy preocupante, teniendo en cuenta que era la primera de esas finales. El siguiente partido contra otro rival directo fue en casa contra el Depor. El buen juego y la mucha intensidad por parte de los locales se vio desbaratada cuando Aranzubía marcó el gol de su vida cuando pasaban 5 minutos de los 90 reglamentados. Muy tocado anímicamente llegó el equipo a Málaga, y se perdió con estrépito por 3-1.

La mala suerte y las decisiones arbitrales parecían ser otro factor más que certificaba el marchamo de equipo desahuciado. El empate del equipo en casa contra el R.Santander a los pocos días, de nuevo con un buen trabajo de los locales contra un equipo cántabro que jugó con 10 casi todo el partido y que aguantó el empate como jabatos en su propia área convertía al último partido de ese carrusel de finales, el del Hércules, como partido casi irrelevante, dados los visos del equipo y la dinámica de resultados. Sin embargo, cuando menos se lo espera uno, salta la liebre.

Y es que, tras un partido mediocre y tras ir detrás en el marcador, el Almería sacó fuerzas de flaqueza, y en tres minutos, dio la vuelta al marcador y sacó los tres puntos de Alicante, que marcaba la frontera con el descenso. Golpe de mano que hace que se vea el futuro con otra perspectiva y broche de oro a una racha de malísimos resultados que el Almería cosechó en ese periplo contra sus rivales directos.

Obviamente, y tras los marcadores negativos de las últimas semanas, la victoria en Alicante no supone ni una pizca de tranquilidad para los rojiblancos. De hecho, estos tres puntos solo suponen un postrer aliento, una pequeña base desde la que poder agarrarse mínimamente a la lucha por la permanencia. Eso sí, si no se gana el sábado al Atlético, de nada habrá valido.

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