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Etiquetas | Bimbeladas y espanticismos
Nerea Conejo

Donde dije digo, digo Diego

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Como humilde estudiante de Periodismo, ultimando mis estudios, eso sí, me encuentro con casos de futuros compañeros (espero) que me ponen de muy mal humor. Ningún profesor y/o profesional del medio me ha sabido o querido explicar por qué motivo los periodistas deportivos son medidos por otro rango diferente en ciertos aspectos. Me refiero a dos cosas en concreto: cuestiones de objetividad en el oficio y también en el tema del intrusismo profesional. Pero voy por partes.

En primer lugar, y disculpen mi torpeza, no me da la cabeza para entender por qué los que se dedican a este tipo de prensa especializada pueden decir lo que les plazca, aunque se les vea el plumero, es decir, cuál es el equipo de fútbol de sus amores.

No sé tampoco si es mejor que quede claro cuál es tu preferencia o decir que eres de la selección española…en fin.

Ese gran maestro (una cosa no quita a la otra) que fue José María García creó escuela. Anodino y común nombre para un hombre que no dejó indiferente a nadie con sus comentarios tendenciosos y en ocasiones fuera del tiesto. Pero ahí le tienen: toda una leyenda.

Otros le han querido seguir a la zaga: cómo olvidar a De la Casa, De la Morena, Tomás Guasch, Manolo Lama, Josep Pedrerol, Carlos Fernández y ese gran profesional llamado Pipi Estrada. Como digo, inolvidables…y mira que lo he intentado, oye.

Los hay que se acompañan o son compañeros de debate y tertulia de ex jugadores de fútbol. Ojo, hay alguno que hasta tiene su gracia y se desenvuelve como pez en el agua en TV, radio y lo más difícil para ellos: la prensa escrita. A muchos se les ve venir antes de que comiencen sus pinitos catódicos. Un diamante en bruto para la TV puede ser César Sánchez, guardameta del Valencia. Poco le queda en el fútbol profesional, así que algún ejecutivo avispado, ya lo tendrá en su mente. Pero, ¿hasta qué punto es justo esto? Miles de recién licenciados con amplios conocimientos deportivos salen al año al mundo laboral. Así, tal vez en vez de un master, nos empiecen a pedir haber jugado 5 temporadas al fútbol en categoría no inferior a la División de Honor. Para las mujeres, otro hándicap añadido al del requisito no explicito pero muy claro de tener un físico lo más parecido posible al de una Miss.

Por que existe está esa tendencia nueva de la que tanto me alegro, que no es otra que la contratar presentadoras y redactoras para esas lides periodísticas. Las hay estupendas profesionales, y la mejor es María Escario, pero ella ya lleva muchos años al frente de las noticias deportivas de TVE1, y nadie parecía echarle demasiada cuenta.

Tal vez protagonizar unas cuantas campañas publicitarias no la vendrían mal a la veterana para un empujoncito en su brillante currículo…mira, no, María, a ti ni falta que te hace: no tienes que demostrar nada a estas alturas, teniendo la carrera terminada hace unos lustros y haciéndolo tan bien durante tanto tiempo. Además, creo que un día te oí comentar que nunca te prestarías a esto por que no te va el rollo, y TÚ sí eres de las que tienen palabra.

Pues a lo que iba…que me encantaría saber la causa de esta permisiva falta de objetividad que se les presta a la mayoría de los redactores deportivos. Sé que es harto complicado intentar ser ecuánime cuando uno es aficionado o hincha acérrimo de un equipo deportivo. Pero podríamos pararnos a pensar qué sucedería si los peluqueros y peluqueras, responsables de nuestros peinados, cortes, mechas y tintes les apeteciera hacernos lo que les viniera en gana, sin tener en cuenta los diferentes gustos de sus clientes. Solo nos quedaría aprender las técnicas y crear nuestros propios estilismos…eso, o acabar tragando con lo que a ellos les apeteciera.

Así que en este caso, es lo mismo, aunque mucho más complicado: nos queda informarnos de una manera lo más objetiva posible, acudiendo a los medios más diversos que encontremos o sino, apagar la tele, la radio, no comprar ningún periódico ni visitar ninguna Web. Aunque lo radical, nunca es bueno. Habrá que seguir usando el sentido común.

Donde dije digo, digo Diego

Nerea Conejo
Nerea Conejo
martes, 8 de marzo de 2011, 08:04 h (CET)
Como humilde estudiante de Periodismo, ultimando mis estudios, eso sí, me encuentro con casos de futuros compañeros (espero) que me ponen de muy mal humor. Ningún profesor y/o profesional del medio me ha sabido o querido explicar por qué motivo los periodistas deportivos son medidos por otro rango diferente en ciertos aspectos. Me refiero a dos cosas en concreto: cuestiones de objetividad en el oficio y también en el tema del intrusismo profesional. Pero voy por partes.

En primer lugar, y disculpen mi torpeza, no me da la cabeza para entender por qué los que se dedican a este tipo de prensa especializada pueden decir lo que les plazca, aunque se les vea el plumero, es decir, cuál es el equipo de fútbol de sus amores.

No sé tampoco si es mejor que quede claro cuál es tu preferencia o decir que eres de la selección española…en fin.

Ese gran maestro (una cosa no quita a la otra) que fue José María García creó escuela. Anodino y común nombre para un hombre que no dejó indiferente a nadie con sus comentarios tendenciosos y en ocasiones fuera del tiesto. Pero ahí le tienen: toda una leyenda.

Otros le han querido seguir a la zaga: cómo olvidar a De la Casa, De la Morena, Tomás Guasch, Manolo Lama, Josep Pedrerol, Carlos Fernández y ese gran profesional llamado Pipi Estrada. Como digo, inolvidables…y mira que lo he intentado, oye.

Los hay que se acompañan o son compañeros de debate y tertulia de ex jugadores de fútbol. Ojo, hay alguno que hasta tiene su gracia y se desenvuelve como pez en el agua en TV, radio y lo más difícil para ellos: la prensa escrita. A muchos se les ve venir antes de que comiencen sus pinitos catódicos. Un diamante en bruto para la TV puede ser César Sánchez, guardameta del Valencia. Poco le queda en el fútbol profesional, así que algún ejecutivo avispado, ya lo tendrá en su mente. Pero, ¿hasta qué punto es justo esto? Miles de recién licenciados con amplios conocimientos deportivos salen al año al mundo laboral. Así, tal vez en vez de un master, nos empiecen a pedir haber jugado 5 temporadas al fútbol en categoría no inferior a la División de Honor. Para las mujeres, otro hándicap añadido al del requisito no explicito pero muy claro de tener un físico lo más parecido posible al de una Miss.

Por que existe está esa tendencia nueva de la que tanto me alegro, que no es otra que la contratar presentadoras y redactoras para esas lides periodísticas. Las hay estupendas profesionales, y la mejor es María Escario, pero ella ya lleva muchos años al frente de las noticias deportivas de TVE1, y nadie parecía echarle demasiada cuenta.

Tal vez protagonizar unas cuantas campañas publicitarias no la vendrían mal a la veterana para un empujoncito en su brillante currículo…mira, no, María, a ti ni falta que te hace: no tienes que demostrar nada a estas alturas, teniendo la carrera terminada hace unos lustros y haciéndolo tan bien durante tanto tiempo. Además, creo que un día te oí comentar que nunca te prestarías a esto por que no te va el rollo, y TÚ sí eres de las que tienen palabra.

Pues a lo que iba…que me encantaría saber la causa de esta permisiva falta de objetividad que se les presta a la mayoría de los redactores deportivos. Sé que es harto complicado intentar ser ecuánime cuando uno es aficionado o hincha acérrimo de un equipo deportivo. Pero podríamos pararnos a pensar qué sucedería si los peluqueros y peluqueras, responsables de nuestros peinados, cortes, mechas y tintes les apeteciera hacernos lo que les viniera en gana, sin tener en cuenta los diferentes gustos de sus clientes. Solo nos quedaría aprender las técnicas y crear nuestros propios estilismos…eso, o acabar tragando con lo que a ellos les apeteciera.

Así que en este caso, es lo mismo, aunque mucho más complicado: nos queda informarnos de una manera lo más objetiva posible, acudiendo a los medios más diversos que encontremos o sino, apagar la tele, la radio, no comprar ningún periódico ni visitar ninguna Web. Aunque lo radical, nunca es bueno. Habrá que seguir usando el sentido común.

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