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Sonia Herrera

Sin educación no hay cultura ni 8 de marzo

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Remontémonos al supuesto de que Rousseau resucitara e imaginemos que Sofía hubiera nacido en nuestros días en un país de América Latina… ¿Sería igual la educación que el filósofo hubiera diseñado para ella?

Según Mª Gloria Arenas, hoy en día, uno de los más graves problemas de nuestro sistema educativo es que la mayor parte del profesorado está compuesto por mujeres que han recibido una educación andropocéntrica y machista “que no les deja una clara visión para defender su propia identidad” y continúan reproduciendo (aunque de manera inconsciente en su mayoría) el modelo patriarcal dominante.

Ese modelo patriarcal que Rousseau defendió para la educación de Sofía sigue vigente. Muchas mujeres de América Latina y de otras regiones del mundo siguen sin tener acceso a la educación formal y no formal, y siguen siendo educadas en un anodino sistema que las margina y segrega a las labores del cuidado, quedando excluidas de la vida pública y de la representación social que continúa en manos de los hombres. Como diría Carole Pateman: “nacer mujer aún conlleva que su lugar en la vida está prescrito”. Y en algunos países esa aseveración es mucho más palpable que en otros. Todavía hoy se sigue haciendo gala del determinismo biológico para constituir la división sexual del trabajo tal como afirmaba Rousseau (“Lo que mejor sabe Sofía, y lo que le han hecho aprender con el mayor cuidado, son las tareas propias de su sexo”), aunque en la actualidad se haga de una manera más velada.

Debemos cuestionarnos qué capacidad sigue manteniendo el contrato sexual (matrimonial) de determinar la vida de las mujeres y plantearlo de otro modo en que los “contratantes” establezcan sus condiciones libremente y respaldados por un verdadero y activo principio de igualdad. “En un contrato el hecho de ser varón o mujer es irrelevante. En un contrato de matrimonio propiamente dicho dos «individuos» deberían convenir sobre cualesquiera términos que resulten ventajosos a ambos. Las partes de tal contrato no serían «varón» y «mujer» sino dos poseedores de la propiedad de sus personas que llegan a un acuerdo acerca de tal propiedad para ventaja mutua”, describía Pateman. El sometimiento de las mujeres ante los varones fue algo que Rousseau defendió a ultranza y que sigue presente en la educación patriarcal persistente: “La mujer está hecha para someterse al hombre, incluso para soportar sus injusticias”.

Llevar a cabo una educación crítica que fomente el crecimiento individual y el logro de una democracia real, mucho más amplia, donde las mujeres puedan ejercer todos sus derechos y no sean discriminadas por cuestión de sexo es el primer paso para que Sofía elija conscientemente el tipo de vida que quiere llevar, con quién quiere compartirla (si así lo desea) y a qué se quiere dedicar, más allá de todos los principios naturalistas que todavía hoy persisten, tres siglos después de que la Ilustración frustrará el acceso a los derechos de ciudadanía de las mujeres.

Hoy, 8 de marzo, quiero recordar una frase de Aída Cartagena Portalatín que dice: “No creo que esté aquí de más. Aquí hace falta una mujer y esa mujer soy yo”. El sistema patriarcal es sólido y se retroalimenta continuamente, cambiando de forma si así lo requiere la situación, otorgando ciertos derechos a las mujeres para vulnerar otros y construyendo “techos de cristal” y “espejos” de ficticia igualdad. Por eso, debemos repetirnos siempre esa máxima, en voz alta, para que las mujeres tengamos siempre presente que no estamos aquí de más, sino que tenemos un papel fundamental que jugar (el que nosotras decidamos) en la construcción de nuevos conocimientos y nuevas sociedades donde se respeten los Derechos Humanos y no solamente los derechos de los varones.

Sin educación no hay cultura ni 8 de marzo

Sonia Herrera
Sonia Herrera
martes, 8 de marzo de 2011, 07:44 h (CET)
Remontémonos al supuesto de que Rousseau resucitara e imaginemos que Sofía hubiera nacido en nuestros días en un país de América Latina… ¿Sería igual la educación que el filósofo hubiera diseñado para ella?

Según Mª Gloria Arenas, hoy en día, uno de los más graves problemas de nuestro sistema educativo es que la mayor parte del profesorado está compuesto por mujeres que han recibido una educación andropocéntrica y machista “que no les deja una clara visión para defender su propia identidad” y continúan reproduciendo (aunque de manera inconsciente en su mayoría) el modelo patriarcal dominante.

Ese modelo patriarcal que Rousseau defendió para la educación de Sofía sigue vigente. Muchas mujeres de América Latina y de otras regiones del mundo siguen sin tener acceso a la educación formal y no formal, y siguen siendo educadas en un anodino sistema que las margina y segrega a las labores del cuidado, quedando excluidas de la vida pública y de la representación social que continúa en manos de los hombres. Como diría Carole Pateman: “nacer mujer aún conlleva que su lugar en la vida está prescrito”. Y en algunos países esa aseveración es mucho más palpable que en otros. Todavía hoy se sigue haciendo gala del determinismo biológico para constituir la división sexual del trabajo tal como afirmaba Rousseau (“Lo que mejor sabe Sofía, y lo que le han hecho aprender con el mayor cuidado, son las tareas propias de su sexo”), aunque en la actualidad se haga de una manera más velada.

Debemos cuestionarnos qué capacidad sigue manteniendo el contrato sexual (matrimonial) de determinar la vida de las mujeres y plantearlo de otro modo en que los “contratantes” establezcan sus condiciones libremente y respaldados por un verdadero y activo principio de igualdad. “En un contrato el hecho de ser varón o mujer es irrelevante. En un contrato de matrimonio propiamente dicho dos «individuos» deberían convenir sobre cualesquiera términos que resulten ventajosos a ambos. Las partes de tal contrato no serían «varón» y «mujer» sino dos poseedores de la propiedad de sus personas que llegan a un acuerdo acerca de tal propiedad para ventaja mutua”, describía Pateman. El sometimiento de las mujeres ante los varones fue algo que Rousseau defendió a ultranza y que sigue presente en la educación patriarcal persistente: “La mujer está hecha para someterse al hombre, incluso para soportar sus injusticias”.

Llevar a cabo una educación crítica que fomente el crecimiento individual y el logro de una democracia real, mucho más amplia, donde las mujeres puedan ejercer todos sus derechos y no sean discriminadas por cuestión de sexo es el primer paso para que Sofía elija conscientemente el tipo de vida que quiere llevar, con quién quiere compartirla (si así lo desea) y a qué se quiere dedicar, más allá de todos los principios naturalistas que todavía hoy persisten, tres siglos después de que la Ilustración frustrará el acceso a los derechos de ciudadanía de las mujeres.

Hoy, 8 de marzo, quiero recordar una frase de Aída Cartagena Portalatín que dice: “No creo que esté aquí de más. Aquí hace falta una mujer y esa mujer soy yo”. El sistema patriarcal es sólido y se retroalimenta continuamente, cambiando de forma si así lo requiere la situación, otorgando ciertos derechos a las mujeres para vulnerar otros y construyendo “techos de cristal” y “espejos” de ficticia igualdad. Por eso, debemos repetirnos siempre esa máxima, en voz alta, para que las mujeres tengamos siempre presente que no estamos aquí de más, sino que tenemos un papel fundamental que jugar (el que nosotras decidamos) en la construcción de nuevos conocimientos y nuevas sociedades donde se respeten los Derechos Humanos y no solamente los derechos de los varones.

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