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Herme Cerezo

‘Todo 36-39. Malos tiempos’ de Carlos Giménez. La Guerra Civil del Pueblo dibujada

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La edición ‘Todo 36-39. Malos tiempos’ de Carlos Giménez, llevada a cabo por Random House Mondadori en su colección Debolsillo, ofrece la oportunidad de dar una segunda lectura a esta obra genial del dibujante madrileño, publicada en cuatro álbumes separados a lo largo de 2007, 2008 y 2009, en los que nos presentó su visión de la Guerra Civil Española. Una visión, como él mismo dice en el prólogo, objetiva pero no neutral, porque Giménez, con pleno derecho, quiso tomar partido en todas y cada una de sus historietas desde que comenzó su carrera de dibujante de tebeos.



Estos álbumes supusieron un impacto importante en el panorama tebeístico español, como en su momento lo fueron otras obras suyas (‘España Una’, ‘España Grande’, ‘España Libre’, ‘Barrio’, ‘Paracuellos’, ‘Hom’ o ‘Los profesionales’). Pocas veces se ha tratado el tema de la Guerra Civil con tanta crudeza, veracidad y extensión como en el trabajo de Giménez. Y es que el dibujante madrileño, huyendo de la historia de los grandes hechos, de los grandes héroes, de las gloriosas hazañas, bélicas, por supuesto, se centró en el retrato de las clases más populares y humildes, aquellas que sufrieron en sus propias carnes todo el rigor, intensidad, horror y crueldad de la guerra.

Sí porque dos ideas quedan claras en estos álbumes, ahora refundidos en un solo volumen: la idea de la dureza y la idea del hambre. Pocos españoles hoy en día seríamos capaces de soportar una situación tan dura como la que vivieron nuestros antepasados en el periodo 1936-1936. Acostumbrados a eso que llaman el “estado del bienestar” que, como nadie lo remedie, pronto devendrá en el “estado del malestar”, a los españolitos de 2011 nos cuesta mucho imaginarnos cómo fueron aquellos años de bombardeos, miseria, escasez, estrecheces, enfermedad, venganzas, fusilamientos, prohibiciones, represión, muertes y … hambre. El hambre atacó a todos por igual. Adultos y niños la padecieron, se debilitaron por la falta del alimento indispensable para sobrevivir, contrajeron enfermedades simplemente leves que, ante la endeblez de sus organismos, se transformaron a menudo en mortales. Muchos quedaron en el camino y otros lograron sobrevivir en un ejercicio de resistencia verdaderamente heroico. La historieta del gato Sito, triste, cruel, irremediable y humana, es buena prueba de ello. Del hambre sufrida, digo. Desde que la leí la primera vez que se publicó, no he podido olvidarla ni apartarla de mi mente. Y, lo más triste de todo, es que seguro que fue cierta.

Pero lo mejor de esta reedición, que seguro que a Carlos Giménez le reportará bastantes menos ingresos de los que merece por su trabajo, es la calidad de la impresión (cuatro viñetas por página, a buen tamaño, con claridad en los textos para los lectores présbicos, entre los que me cuento) y la nueva visión que obtenemos gracias a su relectura. Sí, porque al estar todo agrupado en un solo volumen, ‘Todo 36-39. Malos tiempos’ adquiere dimensión de novela gráfica y eso nos proporciona una concepción global, evolutiva, de los acontecimientos, algo que no sucede con las “entregas a plazos”, aún a riesgo, como así ocurre, de que algunos textos aclaratorios se tornen reiterativos porque provienen de la estructura anterior. Gracias a esta visión de conjunto, asistimos a los inicios de la contienda, a los ardores republicanos, a las primeras ejecuciones de los nacionales, a la escasez, al trueque, a los bombardeos, a las delaciones, a la entrada de las tropas franquistas en Madrid y al inicio de las represalias. Es decir, asistimos a todo como espectadores de una película terrible.

Y una vez más, como ocurriera con ‘Paracuellos’, la presencia de los niños en esta obra es fundamental. Gracias al personaje de Marcelinito, que se mueve como gato panza arriba entre los escombros de la guerra, sus hermanas y sus amigos, podemos observar el desarrollo de una vida cotidiana en penuria y comprobar como los niños fueron capaces de distraerse y jugar incluso con la contemplación de los cadáveres de los defensores de la capital de España, hacinados y abandonados en las trincheras de la Ciudad Universitaria.

Acabo aquí, pero no puedo olvidar las figuras de la madre y el padre, Lucía y Marcelino, que son importantísimas, sin desdeñar el coro de vecinos, de falangistas, de milicianos, del propio paisaje desolador del Madrid bombardeado, de los curas, de los tenderos … Si hace tres décadas, Carlos Giménez fue el testigo de la Transición a través de centenares de sus historietas, ahora se ha convertido en el fiel transmisor de todo lo que le contaron sus amigos, vecinos y familiares sobre la Guerra Civil. En este sentido, podemos afirmar que Giménez ha dibujado la Guerra Civil del Pueblo, que fue quien se encontró en el centro de todo, soportando los desmanes de ambos bandos, especialmente, los del ejército vencedor. Y es que, aunque el dibujante madrileño afirme que su visión de la guerra no es neutral, aunque maldiga a quienes iniciaron el conflicto, verdaderos causantes de todo desastre, en el fondo creo que ha sido mucho más neutral de lo que él supone. Sus esfuerzos, como también señala en el prólogo, le ha costado.

‘Todo 36-39, Malos tiempos’ de Carlos Giménez

Random House Mondadori

Edición Bolsillo, febrero 2010

Págs. 378 páginas; precio 14,95 euros

‘Todo 36-39. Malos tiempos’ de Carlos Giménez. La Guerra Civil del Pueblo dibujada

Herme Cerezo
Herme Cerezo
lunes, 7 de marzo de 2011, 08:11 h (CET)
La edición ‘Todo 36-39. Malos tiempos’ de Carlos Giménez, llevada a cabo por Random House Mondadori en su colección Debolsillo, ofrece la oportunidad de dar una segunda lectura a esta obra genial del dibujante madrileño, publicada en cuatro álbumes separados a lo largo de 2007, 2008 y 2009, en los que nos presentó su visión de la Guerra Civil Española. Una visión, como él mismo dice en el prólogo, objetiva pero no neutral, porque Giménez, con pleno derecho, quiso tomar partido en todas y cada una de sus historietas desde que comenzó su carrera de dibujante de tebeos.



Estos álbumes supusieron un impacto importante en el panorama tebeístico español, como en su momento lo fueron otras obras suyas (‘España Una’, ‘España Grande’, ‘España Libre’, ‘Barrio’, ‘Paracuellos’, ‘Hom’ o ‘Los profesionales’). Pocas veces se ha tratado el tema de la Guerra Civil con tanta crudeza, veracidad y extensión como en el trabajo de Giménez. Y es que el dibujante madrileño, huyendo de la historia de los grandes hechos, de los grandes héroes, de las gloriosas hazañas, bélicas, por supuesto, se centró en el retrato de las clases más populares y humildes, aquellas que sufrieron en sus propias carnes todo el rigor, intensidad, horror y crueldad de la guerra.

Sí porque dos ideas quedan claras en estos álbumes, ahora refundidos en un solo volumen: la idea de la dureza y la idea del hambre. Pocos españoles hoy en día seríamos capaces de soportar una situación tan dura como la que vivieron nuestros antepasados en el periodo 1936-1936. Acostumbrados a eso que llaman el “estado del bienestar” que, como nadie lo remedie, pronto devendrá en el “estado del malestar”, a los españolitos de 2011 nos cuesta mucho imaginarnos cómo fueron aquellos años de bombardeos, miseria, escasez, estrecheces, enfermedad, venganzas, fusilamientos, prohibiciones, represión, muertes y … hambre. El hambre atacó a todos por igual. Adultos y niños la padecieron, se debilitaron por la falta del alimento indispensable para sobrevivir, contrajeron enfermedades simplemente leves que, ante la endeblez de sus organismos, se transformaron a menudo en mortales. Muchos quedaron en el camino y otros lograron sobrevivir en un ejercicio de resistencia verdaderamente heroico. La historieta del gato Sito, triste, cruel, irremediable y humana, es buena prueba de ello. Del hambre sufrida, digo. Desde que la leí la primera vez que se publicó, no he podido olvidarla ni apartarla de mi mente. Y, lo más triste de todo, es que seguro que fue cierta.

Pero lo mejor de esta reedición, que seguro que a Carlos Giménez le reportará bastantes menos ingresos de los que merece por su trabajo, es la calidad de la impresión (cuatro viñetas por página, a buen tamaño, con claridad en los textos para los lectores présbicos, entre los que me cuento) y la nueva visión que obtenemos gracias a su relectura. Sí, porque al estar todo agrupado en un solo volumen, ‘Todo 36-39. Malos tiempos’ adquiere dimensión de novela gráfica y eso nos proporciona una concepción global, evolutiva, de los acontecimientos, algo que no sucede con las “entregas a plazos”, aún a riesgo, como así ocurre, de que algunos textos aclaratorios se tornen reiterativos porque provienen de la estructura anterior. Gracias a esta visión de conjunto, asistimos a los inicios de la contienda, a los ardores republicanos, a las primeras ejecuciones de los nacionales, a la escasez, al trueque, a los bombardeos, a las delaciones, a la entrada de las tropas franquistas en Madrid y al inicio de las represalias. Es decir, asistimos a todo como espectadores de una película terrible.

Y una vez más, como ocurriera con ‘Paracuellos’, la presencia de los niños en esta obra es fundamental. Gracias al personaje de Marcelinito, que se mueve como gato panza arriba entre los escombros de la guerra, sus hermanas y sus amigos, podemos observar el desarrollo de una vida cotidiana en penuria y comprobar como los niños fueron capaces de distraerse y jugar incluso con la contemplación de los cadáveres de los defensores de la capital de España, hacinados y abandonados en las trincheras de la Ciudad Universitaria.

Acabo aquí, pero no puedo olvidar las figuras de la madre y el padre, Lucía y Marcelino, que son importantísimas, sin desdeñar el coro de vecinos, de falangistas, de milicianos, del propio paisaje desolador del Madrid bombardeado, de los curas, de los tenderos … Si hace tres décadas, Carlos Giménez fue el testigo de la Transición a través de centenares de sus historietas, ahora se ha convertido en el fiel transmisor de todo lo que le contaron sus amigos, vecinos y familiares sobre la Guerra Civil. En este sentido, podemos afirmar que Giménez ha dibujado la Guerra Civil del Pueblo, que fue quien se encontró en el centro de todo, soportando los desmanes de ambos bandos, especialmente, los del ejército vencedor. Y es que, aunque el dibujante madrileño afirme que su visión de la guerra no es neutral, aunque maldiga a quienes iniciaron el conflicto, verdaderos causantes de todo desastre, en el fondo creo que ha sido mucho más neutral de lo que él supone. Sus esfuerzos, como también señala en el prólogo, le ha costado.

‘Todo 36-39, Malos tiempos’ de Carlos Giménez

Random House Mondadori

Edición Bolsillo, febrero 2010

Págs. 378 páginas; precio 14,95 euros

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