Penúltimo día de Carnaval, tras un fin de semana en el que los deportistas españoles se han sumado a la fiesta… cada una con su máscara. Disfrazados de Mosqueteros hemos visto a Rafa Nadal, Fernando Verdasco y Feliciano López. Uno para todos y todos para uno, incluso pese a la baja de última hora de D’Artagnan Ferrer, han arrollado a Bélgica para situarse en los cuartos de final de la Copa Davis. Sin restar mérito a la eliminatoria, la Armada apenas ha tenido oposición en este rival, por lo que, mejor aún que el resultado, son las sensaciones que han dejado los pupilos de Albert Costa. Los partidos han servido para que Nadal retome el ritmo tras más de un mes de inactividad y para que Verdasco recupere confianza tras un inicio de temporada titubante. Menos claro tengo lo de Feli, cuyo compromiso está más claro que su juego.

El próximo rival de España no permitirá probar estados físicos o anímicos. Ante Estados Unidos, los que vayan tendrán que estar en plenitud de forma. Por eso, Costa haría bien en repensar si este equipo debe repetir en cuartos. Habrá que ver quién está mejor en julio. Con Nadal indispensable, parece más o menos claro que Verdasco y Ferrer completan la terna base, aunque hay jugadores como Almagro o Robredo que se merecen ser tenidos en cuenta.

Mucha más ironía que en el tenis hemos encontrado en el atletismo. Desde luego, fue de chirigota que Nuria Fernández lograra la primera medalla para España en los Europeos en pista cubierta que se han disputado este fin de semana en París. Su plata en los 1.500 metros le sirve para resarcirse de su presunta relación con la Operación Galgo pero no aleja las dudas ni las nubes de sospecha; al menos, sí confirma que se crece en la adversidad, lo que es muy meritorio. Con todo, su presea brilla un poco menos que las otras tres logradas por la delegación española. La mayor alegría la proporcionó Manuel Olmedo con su oro en 1.500, poco después de que disfrutáramos de la plata de Ruth Beitia en salto de altura y del bronce de Kevin López en 800 metros. No obstante, el botín del atletismo español sigue menguando y su futuro es gris tirando a negro, con la única excepción de la media distancia. Con Londres 2012 a la vuelta de la esquina… preveo decepción en la cita olímpica.

De charanga guasona es también lo que se está viviendo en el Real Madrid de baloncesto. La marcha de Ettore Messina ha evidenciado los problemas de una sección malquerida, cuando no ignorada, por la entidad blanca. Y eso que el técnico italiano no ha dejado tan mal al equipo, segundo en la ACB y caminando firme en la Euroliga. Ha sido la penosa imagen de un partido concreto, más allá de las urgencias por los títulos, lo que ha precipitado su marcha. En los tiempos que corren, suena extraño que alguien dimita. Sin embargo, lo de Messina parece más una espantada sin asumir los errores que una ayuda para que el equipo enderece su rumbo; incluso constata la impotencia de un entrenador que llegó con la vitola de “construye-campeones” pero que deja un equipo dividido y una fractura evidente entre la sección de basket y los directivos del club.

Termino con dos disfraces. Uno es de los típicos: de Superman se viste, un partido sí y otro también, Pau Gasol. Para muestra, su contribución anoche a la victoria de Los Angeles Lakers sobre su más directo rival, los San Antonio Spurs; Supergasol aportó 21 puntos, 6 rebotes y 5 asistencias para demostrar que el equipo angelino es el vigente campeón de la NBA. Por su parte, Alberto Contador es nuestro particular Ave Fénix, capaz de renacer de sus cenizas para volver a saborear lo que es sentirse campeón. Ayer se hizo con la Vuelta a Murcia tras imponerse en la contrarreloj individual; aunque no es una de las rondas grandes, para el madrileño supone un nuevo punto de inflexión al ser su primer éxito tras quedar absuelto de su presunto dopaje.

Antes de que se terminen los Carnavales, sólo nos queda saber de qué se disfrazará mañana el Barcelona en la Champions. De si es capaz de remontar ante el Arsenal dependerá que los de Guardiola se vistan de gloriosos soldados romanos, prolongando su imperio, o de fracasados controladores aéreos, si les toca volver a bajar a la tierra.