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Alberto J. Hidalgo

Mou F. C.

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Empecinado en que el mundo está contra él, Mourinho sigue multiplicando jornada tras jornada la animadversión que ya provocaba a muchos antes de su llegada a España. Rescatando la célebre cita de su compatriota Luis Figo (“No viajo a Barcelona por si me encuentro a algún loco”), sorprende ver como el técnico del Real Madrid ha sido capaz de centrar el nuevo odio culé y de gran parte del resto de España que identifica cada vez más al club merengue con el Mou F.C.

El portugués ha conseguido incluso algo inédito, que la política se alce las calcetas, se ate las botas, bese el escudo y le grite “¡payaso!” por su prepotencia. La ya popular reacción del presidente de la Diputación de Málaga, Salvador Pendón, parece alzar la voz de muchos que empiezan a cansarse de los modos del técnico madridista, que no del Real Madrid. Dejando a un lado el fuerte carácter del personaje Mou, existen ataques que por su contundencia o por su atrevimiento son simplemente inaceptables.

Las quejas del luso en cuánto al calendario, el arbitraje o la actitud de los rivales del Barça no deja de ser parte del personaje Mourinho pero de la protesta al ataque existe una fina línea que es conveniente que alguien le enseñe al portugués. Más allá de que Sardà le llamara o no gilipollas, o de que en algunos estadios le reciban con insultos –censurable-, la locura del fútbol no puede entrar en casa de malagueños, asturianos o levantinos, por citar algunos, para faltarles al respeto.

A Mourinho como a tantos otros les viene en el sueldo aguantar el chaparrón y sino soporta la crítica simplemente que haga las maletas y se retire del fútbol. Nadie con cierto raciocinio comulga con el popular cántico de “¡Mourinho Muérete!” pero lo que no puede hacer el portugués es llegar a las salas de prensa montado en cólera para atizar a todo lo que se le ponga por delante ya sean periodistas, malagueños o simplemente aficionados del fútbol.

Mourinho se olvida por momentos de que forma parte del circo del fútbol y de que debe servir de ejemplo para muchos que simplemente le idolatran por ser el entrenador de su club. Nadie le pide que sea políticamente correcto ni que mee colonia pero en el fútbol, como en la vida, la clave está en el equilibrio. El “yo soy así y moriré así” no tiene cabida en el fútbol, en España y muchos menos en el Real Madrid. Messina ya se ha bajado el barco, ¿será Mourinho el siguiente en abandonar el proyecto Galaxia 2.0?

Mou F. C.

Alberto J. Hidalgo
Alberto Jiménez
sábado, 5 de marzo de 2011, 23:06 h (CET)
Empecinado en que el mundo está contra él, Mourinho sigue multiplicando jornada tras jornada la animadversión que ya provocaba a muchos antes de su llegada a España. Rescatando la célebre cita de su compatriota Luis Figo (“No viajo a Barcelona por si me encuentro a algún loco”), sorprende ver como el técnico del Real Madrid ha sido capaz de centrar el nuevo odio culé y de gran parte del resto de España que identifica cada vez más al club merengue con el Mou F.C.

El portugués ha conseguido incluso algo inédito, que la política se alce las calcetas, se ate las botas, bese el escudo y le grite “¡payaso!” por su prepotencia. La ya popular reacción del presidente de la Diputación de Málaga, Salvador Pendón, parece alzar la voz de muchos que empiezan a cansarse de los modos del técnico madridista, que no del Real Madrid. Dejando a un lado el fuerte carácter del personaje Mou, existen ataques que por su contundencia o por su atrevimiento son simplemente inaceptables.

Las quejas del luso en cuánto al calendario, el arbitraje o la actitud de los rivales del Barça no deja de ser parte del personaje Mourinho pero de la protesta al ataque existe una fina línea que es conveniente que alguien le enseñe al portugués. Más allá de que Sardà le llamara o no gilipollas, o de que en algunos estadios le reciban con insultos –censurable-, la locura del fútbol no puede entrar en casa de malagueños, asturianos o levantinos, por citar algunos, para faltarles al respeto.

A Mourinho como a tantos otros les viene en el sueldo aguantar el chaparrón y sino soporta la crítica simplemente que haga las maletas y se retire del fútbol. Nadie con cierto raciocinio comulga con el popular cántico de “¡Mourinho Muérete!” pero lo que no puede hacer el portugués es llegar a las salas de prensa montado en cólera para atizar a todo lo que se le ponga por delante ya sean periodistas, malagueños o simplemente aficionados del fútbol.

Mourinho se olvida por momentos de que forma parte del circo del fútbol y de que debe servir de ejemplo para muchos que simplemente le idolatran por ser el entrenador de su club. Nadie le pide que sea políticamente correcto ni que mee colonia pero en el fútbol, como en la vida, la clave está en el equilibrio. El “yo soy así y moriré así” no tiene cabida en el fútbol, en España y muchos menos en el Real Madrid. Messina ya se ha bajado el barco, ¿será Mourinho el siguiente en abandonar el proyecto Galaxia 2.0?

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