Esta semana el técnico portugués del R. Madrid, José Mourinho, se ha mostrado en un estado tenso, y ello se ha reflejado en unas declaraciones bastante desafortunadas. Unas declaraciones que pasan de la anécdota al síntoma de algo más profundo y desagradable.

Las dos declaraciones en cuestión fueron las de después de la derrota (perdón, empate) en La Coruña y la previa al partido contra el Málaga. En ambas denota una falta de respeto hacia los demás y una falta de humildad, absolutamente incompatibles con lo que es el R.Madrid. O, al menos, con el concepto de R. Madrid con el que hemos crecido muchas generaciones de amantes del fútbol.

Les recuerdo. Las primeras fueron aquellas que el portugués se excusaba por el empate contra el Depor, empate que suponía un nuevo paso atrás en la lucha por el título liguero. Mou siempre se excusa por todo. Hay una cabeza de turco para todo. Miles de culpables, millones, antes de admitir cualquier fallo propio en publico. Y en esta ocasión era el calendario. No solo se quejó de un calendario ya previamente establecido, sino que insinuó que “otros equipos” (refiriéndose al Barça, como siempre) parecía que escogían el calendario. Cuando el Barça tiene al frente a una maravillosa dupla de dirigentes: Rosell (en las altas esferas) y Guardiola (en el terreno de juego) que se caracterizan por ser deportivos, comedidos, señoriales y caballerosos, el contraste con esta auténtica “bala perdida” de las ruedas de prensa en que se ha convertido el portugués es sencillamente lacerante.

La segunda declaración del portugués no es menos sangrante. Ante las últimas declaraciones de satisfacción de Pellegrini tras conocerse el demoledor dato de que el Madrid el año pasado conseguía más puntos que este Madrid de Mourinho, el portugués ha decidido desprestigiar al técnico chileno diciendo que la diferencia entre este y el primero es que “el nunca iría a un equipo como el Málaga”.

Imagínense el calado de semejantes declaraciones. Automáticamente, desde Málaga piden las entrañas de Mourinho, mientras el resto de España nos echamos a la cabeza de lo que era un club señor y lo que es el técnico que lo representa. ¿Qué hace Florentino ante esto? Calla.