El reconocido escritor español Ramón del Valle-Inclán, comienza su esperpento más famoso, Luces de Bohemia, con la conversación entre un ciego y una mujer triste y fatigada que bien podría ser el resumen de lo que sufrió el Betis en el Toralín. Los béticos revivieron en esta ocasión el esperpento de semanas pasadas representando al final del partido a esa mujer triste y fatigada, que había intentado el triunfo creciéndose ante la adversidad y demostrando la raza que había perdido últimamente, y caía ante los fallos arbitrales de un hombre cuyas decisiones según conviene todo el público futbolístico, solo se pueden (y se quieren) atribuir a la ceguera.
Un penalti por mano clarísima dentro del área de un defensor de la Ponferradina a disparo de Emaná, y un gol de Jorge Molina, que ha recuperado la racha goleadora, invalidado por una falta que nunca existió. Dirían algunos que se peca de llevar una venda bética en los ojos, pero no es así. La Ponferradina sufrió en sus carnes la expulsión de un jugador con una rigurosa segunda amarilla, en el preludio del movimiento pendular del árbitro hacia el bolsillo para sacar tarjetas a diestro y siniestro.
Locales y visitantes salieron con un punto que no arregla nada en sus aspiraciones clasificatorias y el enfado por el empate promete alargarse conforme a la semana avance en la ciudad de Sevilla. Heliópolis estaba viendo el resurgir de su equipo. La semana pasada, siguiendo aquel teorema de Ruud Van Nistelrooy, el bote de kétchup que son los goles, se desatascó en la estrategia, y desde el córner el Betis revivió sensaciones haciendo dos goles que dieron luz a una plantilla que comienza, ahora sí, a volver a creer en sí mismo.
En el cambio de mentalidad están siendo básicos, como predijo Pepe Mel, los veteranos del equipo; pero destaca en el once la presencia del joven Ezequiel, que definitivamente se ha ganado a la grada. El jovencísimo extremo tiene tanto descaro como inmadurez futbolística, y aunque aún tiene mucho que aprender, ha mostrado a los jóvenes el camino del compromiso y la mentalidad de club de máxima exigencia. La estrategia ha llenado de ilusión las piernas de los futbolistas, que parecen a asomarse al buen camino.
Tras el debate que supondrán las decisiones del colegiado Hernández Hernández en el Toralín, el Betis seguirá buscando las luces de Bohemia, olvidando aquella imagen esperpéntica digna de un retrato descompuesto con el tiempo y de nada servirá ya recordar las decisiones arbitrales. Ahora el Betis debe seguir dando pinceladas sobre aquella esperpéntica que se paseaba hasta hace poco por Heliópolis para volver a ser el que fue, y en el próximo partido de casa contra Las Palmas sigue la carrera por encontrar las luces del Betis brillante al que los béticos conocen y todos hemos visto esta temporada. Por ese brillo pasa la colección de pinturas que quiere albergar el Benito Villamarín, interesado en olvidar el esperpento y volver a colocar en sus paredes un cuadro resplandeciente llamado Primera División.