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Omar Salinas

¿Quién tiene el poder en México?

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En los últimos meses se ha hecho referencia a que si existe o no en México una “narcoinsurgencia”, esto es, que los cárteles de la droga estén buscando obtener el control político y social del país mediante los secuestros, levantones y explosiones. Los puntos de vista y análisis al respecto son muy diversos, ya que existen diferentes factores a tomar en cuenta para dicha denominación. Sin embargo, lo que sí es una realidad es la pérdida de poder por parte del Gobierno Federal para combatir a los narcotraficantes. La realidad mexicana se vuelve cada día más sangrienta y desoladora; por su parte, la estrategia del gobierno es combatir la violencia con más violencia. Claramente dicha estrategia no ha funcionado. Según datos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), en México se han asesinado alrededor de 28,000 personas en lo que va de 2006, cuando tomó posesión como presidente Felipe Calderón, hasta finales del 2010; estas muertes de personas inocentes son a causa de lo que en determinando momento del presidente Calderón denominó “los daños colaterales de la guerra contra el narcotráfico”. Pese a dicha cifra oficial, según datos de otras organizaciones e instituciones ciudadanas, los asesinatos de población civil ascienden a 34,000 en un lapso de 4 años.

Indiscutiblemente la tensa situación de inseguridad y violación constante de los derechos humanos que se vive en México, ha sido un factor clave para que se vea con preocupación las fallidas estrategias de un gobierno que tiene fuera de su control al narcotráfico; se ha llegado a un estado donde la sociedad vive violentada y que, desafortunadamente, se está acostumbrando al contexto actual que se vive. Cuando pensamos y reflexionamos en quien es el que verdaderamente tiene el poder en México, si el narcotráfico o las autoridades, las evidencias señalan que cada día el narcotráfico está permeando en todas las esferas de la vida pública del país: es parte de las negociaciones políticas en tiempos electorales, sirve de herramienta para infundir miedo en la sociedad cuando exigen rescates por secuestros, que por si fuera poco muchos de estos se realizan a través de las cárceles del país donde evidentemente tendría que tener un control y vigilancia las autoridades mexicanas; se ha adueñado de ciudades y pueblos al cobrar “derecho de piso”, principalmente a comerciantes, para que se pueda seguir con una “vida normal”. Ante tales hechos nuestra conclusión sería que quien ostenta el poder es el narcotráfico. La estructura económica, e incluso hasta política, que tienen los miembros de los cárteles de la droga ha superado por mucho a las estrategias de “guerra” que ha empleado el gobierno federal para combatirlos; el lavado de dinero es el pilar de la estructura económica con la cual el “narco” puede financiar todas sus actividades, aunque últimamente el secuestro se ha convertido en un negocio rentable para ellos, ya que también pueden obtener jugosas ganancias por estos crímenes. Otro factor importante que facilita las acciones del “narco” es el tráfico de armas que pasa por la frontera norte de México pero que provienen, principalmente, del gran vecino Estados Unidos. En lo que va del periodo presidencial de Felipe Calderón, la relación bilateral México-EEUU se ha basado específicamente en la seguridad de ambas partes, y es que Estados Unidos comenzó a ver la situación de inseguridad en México como un asunto prioritario para su agenda de seguridad nacional, porque dichas olas de violencia podrían traspasar las fronteras y llegar a ciudades americanas. La violencia ha tenido una importante presencia en la frontera norte, pero además ha tenido como víctimas ciudadanos estadounidenses, lo cual ha empeorado la relación bilateral, misma que se ha basado en una retórica de cooperación mutua y de reconocimiento hacia el gobierno federal mexicano por su decisivo combate al crimen organizado. Además, en numerosas ocasiones el gobierno estadounidense ha manifestado su preocupación porque pareciera ser que México está padeciendo una “colombianización”, debido al grado de violencia e inseguridad que se puede observar en cada rincón del país; pero a diferencia de Colombia, donde se puso en marcha el Plan Colombia, en México la Iniciativa Mérida por la cual Estados Unidos pretendía tener una influencia directa sobre las autoridades y acciones del gobierno, no ha funcionado ni ha tenido resultados concretos.

Por muchos discursos que pronuncie el mandatario mexicano y aunque enaltezca, con exageraciones, el estado de tranquilidad que se vive en México, comparándolo con ciudades europeas como lo hizo en días pasados, los mexicanos sabemos que la realidad es distinta; nos encontramos en un México ingobernable donde el poder está en manos del crimen organizado, puesto que los planes y maniobras del gobierno mexicano sólo han servido para dos cosas: evidenciar la debilidad de las autoridades y dejar a la luz que, aunque se capturen jefes de cárteles, sicarios o delincuentes, el narcotráfico sigue mandando en el país y sigue controlando el territorio mexicano.

¿Quién tiene el poder en México?

Omar Salinas
Omar Salinas García
miércoles, 2 de marzo de 2011, 07:38 h (CET)
En los últimos meses se ha hecho referencia a que si existe o no en México una “narcoinsurgencia”, esto es, que los cárteles de la droga estén buscando obtener el control político y social del país mediante los secuestros, levantones y explosiones. Los puntos de vista y análisis al respecto son muy diversos, ya que existen diferentes factores a tomar en cuenta para dicha denominación. Sin embargo, lo que sí es una realidad es la pérdida de poder por parte del Gobierno Federal para combatir a los narcotraficantes. La realidad mexicana se vuelve cada día más sangrienta y desoladora; por su parte, la estrategia del gobierno es combatir la violencia con más violencia. Claramente dicha estrategia no ha funcionado. Según datos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), en México se han asesinado alrededor de 28,000 personas en lo que va de 2006, cuando tomó posesión como presidente Felipe Calderón, hasta finales del 2010; estas muertes de personas inocentes son a causa de lo que en determinando momento del presidente Calderón denominó “los daños colaterales de la guerra contra el narcotráfico”. Pese a dicha cifra oficial, según datos de otras organizaciones e instituciones ciudadanas, los asesinatos de población civil ascienden a 34,000 en un lapso de 4 años.

Indiscutiblemente la tensa situación de inseguridad y violación constante de los derechos humanos que se vive en México, ha sido un factor clave para que se vea con preocupación las fallidas estrategias de un gobierno que tiene fuera de su control al narcotráfico; se ha llegado a un estado donde la sociedad vive violentada y que, desafortunadamente, se está acostumbrando al contexto actual que se vive. Cuando pensamos y reflexionamos en quien es el que verdaderamente tiene el poder en México, si el narcotráfico o las autoridades, las evidencias señalan que cada día el narcotráfico está permeando en todas las esferas de la vida pública del país: es parte de las negociaciones políticas en tiempos electorales, sirve de herramienta para infundir miedo en la sociedad cuando exigen rescates por secuestros, que por si fuera poco muchos de estos se realizan a través de las cárceles del país donde evidentemente tendría que tener un control y vigilancia las autoridades mexicanas; se ha adueñado de ciudades y pueblos al cobrar “derecho de piso”, principalmente a comerciantes, para que se pueda seguir con una “vida normal”. Ante tales hechos nuestra conclusión sería que quien ostenta el poder es el narcotráfico. La estructura económica, e incluso hasta política, que tienen los miembros de los cárteles de la droga ha superado por mucho a las estrategias de “guerra” que ha empleado el gobierno federal para combatirlos; el lavado de dinero es el pilar de la estructura económica con la cual el “narco” puede financiar todas sus actividades, aunque últimamente el secuestro se ha convertido en un negocio rentable para ellos, ya que también pueden obtener jugosas ganancias por estos crímenes. Otro factor importante que facilita las acciones del “narco” es el tráfico de armas que pasa por la frontera norte de México pero que provienen, principalmente, del gran vecino Estados Unidos. En lo que va del periodo presidencial de Felipe Calderón, la relación bilateral México-EEUU se ha basado específicamente en la seguridad de ambas partes, y es que Estados Unidos comenzó a ver la situación de inseguridad en México como un asunto prioritario para su agenda de seguridad nacional, porque dichas olas de violencia podrían traspasar las fronteras y llegar a ciudades americanas. La violencia ha tenido una importante presencia en la frontera norte, pero además ha tenido como víctimas ciudadanos estadounidenses, lo cual ha empeorado la relación bilateral, misma que se ha basado en una retórica de cooperación mutua y de reconocimiento hacia el gobierno federal mexicano por su decisivo combate al crimen organizado. Además, en numerosas ocasiones el gobierno estadounidense ha manifestado su preocupación porque pareciera ser que México está padeciendo una “colombianización”, debido al grado de violencia e inseguridad que se puede observar en cada rincón del país; pero a diferencia de Colombia, donde se puso en marcha el Plan Colombia, en México la Iniciativa Mérida por la cual Estados Unidos pretendía tener una influencia directa sobre las autoridades y acciones del gobierno, no ha funcionado ni ha tenido resultados concretos.

Por muchos discursos que pronuncie el mandatario mexicano y aunque enaltezca, con exageraciones, el estado de tranquilidad que se vive en México, comparándolo con ciudades europeas como lo hizo en días pasados, los mexicanos sabemos que la realidad es distinta; nos encontramos en un México ingobernable donde el poder está en manos del crimen organizado, puesto que los planes y maniobras del gobierno mexicano sólo han servido para dos cosas: evidenciar la debilidad de las autoridades y dejar a la luz que, aunque se capturen jefes de cárteles, sicarios o delincuentes, el narcotráfico sigue mandando en el país y sigue controlando el territorio mexicano.

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