Ni tanto ni tan poco. El Villarreal B se despide de una dinámica de triunfos nunca antes vista en tal escuadra en la máxima división a la que puede aspirar después de caer ante un elogiable Girona y su técnico (el más listo de la clase) Raül Agnè.
Y eso que sólo disparó una vez entre los tres palos. Suficiente. La táctica que impuso el catalán sobre el terreno de juego no benefició en exceso las aspiraciones de su rival amarillo, que se arto de ver como cada intento por devolverle las tablas al marcador era desviado uno tras otro por un esplendido Santamaría. Podríamos afirmar que la fortuna acompaño a los blanquirrojos la pasada tarde del sábado.
Pero no hay excusas que tengan peso. ¿Qué es la falta de acierto sino un lance más de este juego? Después de más de un mes sin degustar el agrio sabor de la derrota, volvieron a surgir los viejos fantasmas de los malos resultados por dos semanas consecutivas. Decrecientes, dos semanas en las que la victoria se ha resistido. Y mayor es la coincidencia cuando estas dos semanas la fuerza de su capitán Gullón ha brillado por su ausencia.
El debut del madrileño una temporada más con el primer equipo pasó sin pena ni gloria por la cántabra hierba de El Sardinero. Tal vez si hubiera acompañado a Javi Gracia en el último encuentro… ¡No podemos pensar en eso! Es consabido cúal es la función de todo filial. Hoy, un flojo y muy necesitado Salamanca podría abrir de nuevo la puerta del retorno a un cúmulo de buenos resultados para el Mini Submarino. O podría demostrar que las últimas victorias no fueron más que un espejismo…