Como no es lo mismo saber conducir que ser buen conductor, tampoco lo es ser futbolista y buen jugador de fútbol. Futbolistas somos todos aquellos que lo practicamos, pero decentes y válidos para la Liga, por ejemplo, hay un puñado. Entre esta lista no figura Aldo Duscher.
No sabemos si sabe conducir o si es un buen conductor; pero sí podemos afirmar que sobra de los campos de fútbol. Aunque en su esplendor en el Deportivo apuntase maneras, todas ellas iluminadas gracias al pedazo de equipo que tenía a su alrededor, su fulgor futbolístico se ha quedado en agua de borrajas. No tiene credibilidad, no se le respeta y él tampoco se hace respetar. Y si no que se lo pregunten a Beckham, a quien le partió gratuitamente la pierna hará unos años.
Pero estos calificativos con tanta carga edulcorante no son burdas opiniones de quien no aprecia sus cualidades. Lo juro, todo lo que digo y lo que dejo de decir tiene ton y son. Aldo Duscher es una persona cuya profesión según su contrato es la de futbolista. Su estilo es intentar llegar a parecer. Se puede ser, se puede parecer y luego está él, que intenta llegar a parecer. De eso ha vivido, y muy bien por cierto, con suculentos sueldos. Dicho esto, es difícil comprender su cara de manzana de ágria, como si le hubiese dejado la novia por su mejor amigo. Incluso, dice la leyenda, que todavía no se le ha visto sonreír. Nunca.
El pasado domingo, en Pamplona, el Espanyol perdió porque el Osasuna fue mejor. Entre otras cosas, gracias a la pena máxima que provocó el bueno de Aldo. Poco menos que un buen insulto se merecía. Es más, casi se puede pensar que estaba compinchado con los rojillos. Lo peor de todo es que no sólo ha engañado a Pochettino y a todo el españolismo, sino porque ya van ultrajados y estafados Sevilla, Deportivo, Racing, Sporting y Newell's. Toda una hazaña, sin duda.
En definitiva, Aldo Duscher.