La situación que vive Las Palmas invita a una curiosa reflexión sobre como recuperar la senda de la victoria.
La soga parece apretar, pero nunca termina de ahogar para que lleguen cambios en la trayectoria deportiva.
Ya son más de tres meses los que han pasado desde que Las Palmas logró su última victoria. Y en todo este tiempo se han vivido determinados momentos en los que parecía ser evidente que el camino solo podía ser cambiar de entrenador.
Lejos de eso, se ha seguido dando margen para la recuperación, y sin embargo, dicho cambio nunca termina de llegar como es debido.
Lo vivido este pasado sábado es un claro ejemplo de este "círculo vicioso" que vive el club actualmente. El equipo mejora en juego y también en sensaciones. (tampoco era difícil visto lo ocurrido en Alcorcón).
Pero lo más importante de todo sigue sin llegar. Cuando el equipo mejora en la faceta goleadora, pierde efectividad en la defensiva. Y cuando mejora defensivamente, pierde mucha capacidad ofensiva.
También se debe mencionar, como se viven pequeñas rachas en donde el juego decae sobremanera, y cuando todo parece indicar que el crédito de Jémez se acaba, llega un partido como el del pasado sábado, que alimenta las esperanzas y renueva el discurso de la esperanza.
Pero ese episodio ya se ha vivido anteriormente en estos más de tres meses de sequía. El primer capítulo sucedio cuando el club frenó la sangría goleadora. Muchos vieron ese detalle como el principio de la reacción, pero al final el dulce sabor de la victoria siguió sin llegar.
Ahora el segundo capítulo parece centrarse en las "sensaciones" que dejó el equipo. Como bien comentó Jémez en rueda de prensa, las sensaciones le dan esperanzas de que las cosas cambien si el equipo mantiene ese nivel.
Pero por desgracia, no dejan de ser meras sensaciones. Si algo está demostrando este equipo es de todo menos "fiabilidad". Capaz de ofrecer un partido aceptable como otro desastrozo. Capaz de salir goleado como de remontar un partido con uno menos.
Todos estos ingredientes, hacen pensar que Las Palmas atraviesa un peligroso círculo vicioso, en donde ni termina de caer en descenso, ni tampoco termina de lograr una victoria, ni tampoco recupera una mínima estabilidad que le haga escalar en la tabla.
Es por ello, que ante una situación tan compleja, habría que plantearse si merece la pena seguir alargando más esta situación perjudicial, para que al final el tiempo no sea limitado si las cosas no terminan de salir.
Lo que está más que claro, es que con abrazos entre algunos jugadores y el entrenador, y algunas lágrimas en rueda de prensa o en el terreno de juego, no será suficiente para salir de la zona baja. Y cada vez quedan menos jornadas para evitar prisas de última hora que pueden resultar definitivas para los intereses amarillos.