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Martín Cid

Política hasta en los Goya

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¿No se sienten ustedes, estimados lectores, acosados y observados en cada momento de su vida? ¿No sienten como si cada una de sus opiniones fuesen sometidas a la censura de la opinión pública y eso de lo mal llamado “políticamente correcto”? Yo, desde luego, sí que me siento así pero puede que sea un paranoico digno de que le otorguen una serie de televisión tipo Expediente X a la Española.

Y la última vez que me sentí así fue este pasado domingo, con motivo de la celebración de la entrega de los premios Goya (por cierto, su edición 25).

Mucha polémica, sí…pero Alex de la Iglesia apareció de la mano de González-Sinde, artífice de la polémica ley Sinde que, digamos, nos había puesto a todos de acuerdo: no la queríamos. Y no queríamos la ley Sinde por los motivos que cada uno tuviese: Alex de la Iglesia unos y yo otros… mis libros no se venden como churros en las librerías y sus películas sí… pero los dos estábamos en contra e incluso le llegué a defender en algún artículo. Al final: de la mano del malo (en este caso, de la mala). Pero todo sea por el encuentro con sus colegas cineastas y porque el cine no se hunda y al final todos hermanos y demás.

Sucede entonces, se veía venir, que los premios principales se le otorgan a una película que no voy a escribir porque, lamentablemente para mí, sólo escribo en castellano aunque hablo alguna que otra lengua más. Bien, dicha película escrita y dirigida e interpretada en el idioma de Cataluña lo gana todo. Desde luego, la película será una maravilla y todo lo que ustedes quieran pero… ¿no les parece cuanto menos extraño que precisamente gane una película en ese idioma cuando precisamente el Gobierno ha promovido el uso de ese idioma en lo que ha llamado “lenguas co-oficiales”? Al final, todos hermanos y todos de acuerdo con los políticos que, recuerden, se pusieron de acuerdo para aprobar una ley que no gozaba precisamente del apoyo popular.

¿Gana el cine? Este paranoico dice que venció la política y que los que antes hacían arte se han tenido que ver abocados a dar la razón a la mano que les da de comer porque el cine español, por desgracia, sobrevive gracias a las subvenciones y no conviene ponerse en contra del que otorga las subvenciones.

Otro asunto bastante relacionado pero que me toca bastante más: las obras (literarias o no) escritas en lenguas co-oficiales reciben ayudas cuanto menos cuantiosas. Dícese: me convendría escribir en otra lengua para que el editor recibiese un pellizco y así hacer más fácil la edición de mi próxima novela (no lo pienso hacer, desde luego). Así, dicen los políticos, se promueve una nueva lengua y todo es más feliz porque en cada comunidad autónoma se habla lo que cada comunidad dice y se imparte la educación en el idioma que cada político autonómico decide.

Bien, con todo lo maravilloso que pueda ser el empleo y uso de todos estos idiomas ahora oficiales (cuando yo estudiaba sólo eran locales, claro, pero los políticos mandan) lo cierto es que son exclusivamente empleados en sus respectivas comunidades, y su uso está circunscrito a dichos territorios.

Cuando salgamos de España (es un país, o eso creía hasta ayer) podemos encontrarnos con personas de verbo rápido que hablen inglés, francés… y hasta algo que hablan 400 millones de personas que recibe el nombre de “español”. Así, en vez de primar la lengua que ya se está extendiendo por los EE.UU., se prima una lengua local que sólo se habla en un reducido espacio geográfico.

Así, los chicos tienen problemas con el español porque reciben una educación deficiente del idioma de Cervantes pero, para compensar, pueden hablar con su vecino (dicen) como si fusen el mismísimo Shakespeare en el Globe.

Cuando salgan de esa pequeña región, sinceramente, la cosa pintará mal y me temo que el idioma local de turno sólo les servirá para poder buscar correctamente la traducción de la palabra pertinente a otro idioma más extendido (como por ejemplo, el español).

Pero no todo es malo, amigos. Hay unos tipos que reciben subvenciones porque escriben en otros idiomas y otros tipos que manejan a su antojo el asunto y piden algo que se llama “dinero” y así, como la política maneja el dinero, la política manda y, ya saben… no hay que morder la mano que te da de comer.

A mí me parece bastante triste todo, pero ya saben: soy un paranoico. Que sean felices en el idioma que quieran.



Política hasta en los Goya

Martín Cid
Martín Cid
martes, 15 de febrero de 2011, 07:40 h (CET)
¿No se sienten ustedes, estimados lectores, acosados y observados en cada momento de su vida? ¿No sienten como si cada una de sus opiniones fuesen sometidas a la censura de la opinión pública y eso de lo mal llamado “políticamente correcto”? Yo, desde luego, sí que me siento así pero puede que sea un paranoico digno de que le otorguen una serie de televisión tipo Expediente X a la Española.

Y la última vez que me sentí así fue este pasado domingo, con motivo de la celebración de la entrega de los premios Goya (por cierto, su edición 25).

Mucha polémica, sí…pero Alex de la Iglesia apareció de la mano de González-Sinde, artífice de la polémica ley Sinde que, digamos, nos había puesto a todos de acuerdo: no la queríamos. Y no queríamos la ley Sinde por los motivos que cada uno tuviese: Alex de la Iglesia unos y yo otros… mis libros no se venden como churros en las librerías y sus películas sí… pero los dos estábamos en contra e incluso le llegué a defender en algún artículo. Al final: de la mano del malo (en este caso, de la mala). Pero todo sea por el encuentro con sus colegas cineastas y porque el cine no se hunda y al final todos hermanos y demás.

Sucede entonces, se veía venir, que los premios principales se le otorgan a una película que no voy a escribir porque, lamentablemente para mí, sólo escribo en castellano aunque hablo alguna que otra lengua más. Bien, dicha película escrita y dirigida e interpretada en el idioma de Cataluña lo gana todo. Desde luego, la película será una maravilla y todo lo que ustedes quieran pero… ¿no les parece cuanto menos extraño que precisamente gane una película en ese idioma cuando precisamente el Gobierno ha promovido el uso de ese idioma en lo que ha llamado “lenguas co-oficiales”? Al final, todos hermanos y todos de acuerdo con los políticos que, recuerden, se pusieron de acuerdo para aprobar una ley que no gozaba precisamente del apoyo popular.

¿Gana el cine? Este paranoico dice que venció la política y que los que antes hacían arte se han tenido que ver abocados a dar la razón a la mano que les da de comer porque el cine español, por desgracia, sobrevive gracias a las subvenciones y no conviene ponerse en contra del que otorga las subvenciones.

Otro asunto bastante relacionado pero que me toca bastante más: las obras (literarias o no) escritas en lenguas co-oficiales reciben ayudas cuanto menos cuantiosas. Dícese: me convendría escribir en otra lengua para que el editor recibiese un pellizco y así hacer más fácil la edición de mi próxima novela (no lo pienso hacer, desde luego). Así, dicen los políticos, se promueve una nueva lengua y todo es más feliz porque en cada comunidad autónoma se habla lo que cada comunidad dice y se imparte la educación en el idioma que cada político autonómico decide.

Bien, con todo lo maravilloso que pueda ser el empleo y uso de todos estos idiomas ahora oficiales (cuando yo estudiaba sólo eran locales, claro, pero los políticos mandan) lo cierto es que son exclusivamente empleados en sus respectivas comunidades, y su uso está circunscrito a dichos territorios.

Cuando salgamos de España (es un país, o eso creía hasta ayer) podemos encontrarnos con personas de verbo rápido que hablen inglés, francés… y hasta algo que hablan 400 millones de personas que recibe el nombre de “español”. Así, en vez de primar la lengua que ya se está extendiendo por los EE.UU., se prima una lengua local que sólo se habla en un reducido espacio geográfico.

Así, los chicos tienen problemas con el español porque reciben una educación deficiente del idioma de Cervantes pero, para compensar, pueden hablar con su vecino (dicen) como si fusen el mismísimo Shakespeare en el Globe.

Cuando salgan de esa pequeña región, sinceramente, la cosa pintará mal y me temo que el idioma local de turno sólo les servirá para poder buscar correctamente la traducción de la palabra pertinente a otro idioma más extendido (como por ejemplo, el español).

Pero no todo es malo, amigos. Hay unos tipos que reciben subvenciones porque escriben en otros idiomas y otros tipos que manejan a su antojo el asunto y piden algo que se llama “dinero” y así, como la política maneja el dinero, la política manda y, ya saben… no hay que morder la mano que te da de comer.

A mí me parece bastante triste todo, pero ya saben: soy un paranoico. Que sean felices en el idioma que quieran.



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