Yo soy de los de respetar la presunción de inocencia hasta el último segundo, hasta que se declara al deportista culpable. Cuando lo es oficialmente, tampoco voy al ataque. Todo el mundo tiene la opción en su vida de equivocarse. Son personas, igual que usted, igual que el que escribe estas líneas. Un error lo puede tener cualquiera. Un momento de debilidad en el que se acude a sustancias ilegales para mejorar el rendimiento puede sucederle a todos y cada uno de nosotros. Pero en el caso de Riccardo Riccò, que a punto ha estado de perder la vida esta semana por hacerse una autotransfusión con sangre en mal estado, todo es distinto.
Riccò perdió ese derecho desde el momento que se burló de todos en el Tour de Francia 2008. El italiano salió de la comisaria riéndose después de haber puesto patas arriba la carrera ciclista más importante del mundo, después de haber mandado a casa a los que eran sus compañeros. Se cargó el Saunier Duval. Y a él, que fue suspendido por dar positivo por EPO Cera, le dio exáctamente igual.
‘La Cobra’, que se cree más inteligente que el resto de los humanos, volvió a burlarse de todos cuando su novia, la ciclista Vania Rossi, también dio positivo. Dijo que estaba decepcionado, que la dejaba. Mentira. Como mintió más tarde cuando declaró que quería ganar el Giro de Italia sin dopaje, que no le necesitaba para vencer en la ‘Corsa Rosa’.
Semanas después, en ésta que acaba, saltó la noticia de que fue ingresado en un hospital italiano por fiebre alta e insuficiencia renal tras el entrenamiento diario. Al día siguiente, el médico que le atendió indicó que había confesado que se había hecho una autotransfusión con sangre que él mismo conservaba en el frigorífico de su casa.
Es la segunda vez que se le pilla bajo la sombra del dopaje. Riccò se enfrenta ahora a un sanción de por vida. Igual no vuelve a formar parte de un deporte que no le quiere ni ver, que le odia, en el que no es bien recibido. Muchos ciclistas ya han dado su opinión. Ninguna es positiva para ‘La Cobra’, que se ha quedado sin argumentos con los que defenderse. Se lo ha ganado.