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Baloncesto
Etiquetas | COPA DEL REY - CUARTOS DE FINAL
El conjunto de Messina obtuvo su pase a semifinales tras sudar sangre ante el Gran Canaria

(78-72) El talento rescata al Real Madrid

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El sufrimiento gusta al Real Madrid. Le hace fuerte aunque cueste la salud a sus seguidores. Ya sucedió en Siena, en Manresa y ante el Efes Pilsen en la Caja Mágica. Agónicamente saca adelante sus encuentros. El mismo guión se repitió ante el Gran Canaria. Los hombres de Messina no se vieron ganadores hasta el tramo final. Estuvieron cerca de quemarse tras padecer varios colapsos durante la cita. Aguantaron como de costumbre. Y ganaron como es tradición este 2011.

FICHA TÉCNICA
78 - Real Madrid: Prigioni (2), Llull (14), Suárez (12), Reyes (8) y Tomic (12) -quinteto-; Sergio Rodríguez (17), Mirotic (6), Velickovic (0), Begic (-), Tucker (5), Vidal (-) y Fischer (2).
72 – Gran Canaria: Green (10), Carroll (30), Beirán (5), Wallace (9) y Xavi Rey (8) -quinteto-; Domínguez (-), Bramos (1), Schaftenaar (-), Nelson (9), Moran (-) y Bellas (-).
Parciales: 14-21, 25-13, 17-17, 22-21.
Árbitros: De la Maza, Pérez Pérez y Peruga.
Incidencias: Partido correspondiente a los cuartos de final de la Copa del Rey, disputado en el Palacio de los Deportes ante 12.500 espectadores.

DATOS DESTACABLES

Lo mejor:Colectivamente sólo hubo destellos en el Real Madrid. Pero individualmente, los blancos derrochan talento suficiente. Cuando no fue Sergio Rodríguez fue Llull y cuando no Suárez y cuando no Tomic. Conclusión: a semifinales con talento
Lo peor: La defensa blanca no estuvo muy acertada, especialmente a la hora de frenar a Carroll. Es estadounidense es una ametralladora y tuvo en jaque a los hombres de Messina. Anotó 30 puntos. Lástima que el Gran Canaria no tuviera más jugadores de este estilo.
La clave:El talento y el fondo de armario del Real Madrid fue una montaña para el Gran Canaria. Ahí se encontraron las diferencias. El tercer pilar estuvo en esa licenciatura de sufrimiento en la que está instalado el club blanco; se manejan a las mil maravillas.

El dato:En los programas oficiales, el Real Madrid figuraba como anfitrión, aunque las gradas del Palacio de los Deportes contradecían este dato. La afición canaria, además de más numerosa, contó con el apoyo del resto de aficiones. Se teme a este Real Madrid.

Rafael Merino / Palacio de los Deportes (Madrid)

La magia de este torneo reside en que el favorito suele sudar sangre para imponerse a un adversario teóricamente inferior. El Gran Canaria, libre de presión, arrancó el encuentro sin nervios y haciendo un baloncesto sencillo, sin estridencias, como se requiere en este tipo de competiciones. Intensidad defensiva cortando las vías de pase de los blancos, acentuando sus bajos porcentajes de acierto y un ataque certero basado en sus dos estrellas, Carroll y Wallace (6 puntos cada uno en el primer acto). Si a esto se añaden los nervios del estreno y la responsabilidad del Real Madrid se obtiene una ecuación consecuente: 14-21.

Visto lo visto, las apuestas obraron un giro radical. Había encuentro, había cuarto de final y el Real Madrid debería ejecutar sus mejores armas. Nada de dosificar. Así lo trasmitió Messina en los tiempos muertos. La reacción, lógicamente, no se hizo esperar. Fue fulgurante. Mediado el segundo cuarto, los blancos firmaron un demoledor parcial de 10-0. No sólo eso. La mejoría en ataque, con Suárez y Tomic como artífices máximos, tuvo desarrollo en defensa, donde maniataron a Carroll (sólo 5 puntos, y al final) y secaron a Wallace (0 puntos). El resto de canarios se vieron enjaulados sin sus estrellas en rendimiento. Además, empezaron a notar como la desventaja de centímetros en la zona hacía mella. Afortunadamente para ellos, unos ligeros desajustes blancos les mantuvieron con vida al descanso: 39-34.

Inspiración nacional en el Madrid
Si el Real Madrid no mató el encuentro cuando lo tuvo a tiro, tampoco lo hizo camino del epílogo del tercer cuarto. Dos triples de Llull y otro más de Suárez abrieron otra brecha en el marcador (54-48). Pero el Gran Canaria, sin nada que perder, volvió a retar al Real Madrid, le volvió a hacer sudar sangre, siempre con Carroll como guía espiritual. Tanto es así que comenzaron el último y definitivo cuarto con sólo 5 puntos de diferencia. Dígito irrisorio si se compara ambas plantillas. Pero la Copa del Rey tiene estas cosas. Esta magia.

Carroll resulta insuficiente
Pero, entonces, con todo por decidirse, apareció en escena otro factor interesante: el fondo de armario. Messina ganó por goleada a Pedro Martínez. El cansancio hizo mella en el Gran Canaria. Ya sólo Carroll (terminó con 30 puntos) era capaz de contrarrestar el talento de los anfitriones. Insuficiente cuando enfrente se tiene un arsenal formidable, potenciado cuando surgió en escena Sergio Rodríguez. El ‘Chacho’, desaparecido hasta entonces, decidió adquirir protagonismo. Y de qué manera. Firmó un espléndido final con 13 puntos consecutivos y magistral en la dirección. Ya las ventajas fueron mentales. Y en esas atmósferas este Real Madrid está doctorado, como lo está en cuestión de sufrimiento después de sudar sangre.

(78-72) El talento rescata al Real Madrid

El conjunto de Messina obtuvo su pase a semifinales tras sudar sangre ante el Gran Canaria
Redacción
jueves, 10 de febrero de 2011, 22:20 h (CET)



El sufrimiento gusta al Real Madrid. Le hace fuerte aunque cueste la salud a sus seguidores. Ya sucedió en Siena, en Manresa y ante el Efes Pilsen en la Caja Mágica. Agónicamente saca adelante sus encuentros. El mismo guión se repitió ante el Gran Canaria. Los hombres de Messina no se vieron ganadores hasta el tramo final. Estuvieron cerca de quemarse tras padecer varios colapsos durante la cita. Aguantaron como de costumbre. Y ganaron como es tradición este 2011.

FICHA TÉCNICA
78 - Real Madrid: Prigioni (2), Llull (14), Suárez (12), Reyes (8) y Tomic (12) -quinteto-; Sergio Rodríguez (17), Mirotic (6), Velickovic (0), Begic (-), Tucker (5), Vidal (-) y Fischer (2).
72 – Gran Canaria: Green (10), Carroll (30), Beirán (5), Wallace (9) y Xavi Rey (8) -quinteto-; Domínguez (-), Bramos (1), Schaftenaar (-), Nelson (9), Moran (-) y Bellas (-).
Parciales: 14-21, 25-13, 17-17, 22-21.
Árbitros: De la Maza, Pérez Pérez y Peruga.
Incidencias: Partido correspondiente a los cuartos de final de la Copa del Rey, disputado en el Palacio de los Deportes ante 12.500 espectadores.

DATOS DESTACABLES

Lo mejor:Colectivamente sólo hubo destellos en el Real Madrid. Pero individualmente, los blancos derrochan talento suficiente. Cuando no fue Sergio Rodríguez fue Llull y cuando no Suárez y cuando no Tomic. Conclusión: a semifinales con talento
Lo peor: La defensa blanca no estuvo muy acertada, especialmente a la hora de frenar a Carroll. Es estadounidense es una ametralladora y tuvo en jaque a los hombres de Messina. Anotó 30 puntos. Lástima que el Gran Canaria no tuviera más jugadores de este estilo.
La clave:El talento y el fondo de armario del Real Madrid fue una montaña para el Gran Canaria. Ahí se encontraron las diferencias. El tercer pilar estuvo en esa licenciatura de sufrimiento en la que está instalado el club blanco; se manejan a las mil maravillas.

El dato:En los programas oficiales, el Real Madrid figuraba como anfitrión, aunque las gradas del Palacio de los Deportes contradecían este dato. La afición canaria, además de más numerosa, contó con el apoyo del resto de aficiones. Se teme a este Real Madrid.

Rafael Merino / Palacio de los Deportes (Madrid)

La magia de este torneo reside en que el favorito suele sudar sangre para imponerse a un adversario teóricamente inferior. El Gran Canaria, libre de presión, arrancó el encuentro sin nervios y haciendo un baloncesto sencillo, sin estridencias, como se requiere en este tipo de competiciones. Intensidad defensiva cortando las vías de pase de los blancos, acentuando sus bajos porcentajes de acierto y un ataque certero basado en sus dos estrellas, Carroll y Wallace (6 puntos cada uno en el primer acto). Si a esto se añaden los nervios del estreno y la responsabilidad del Real Madrid se obtiene una ecuación consecuente: 14-21.

Visto lo visto, las apuestas obraron un giro radical. Había encuentro, había cuarto de final y el Real Madrid debería ejecutar sus mejores armas. Nada de dosificar. Así lo trasmitió Messina en los tiempos muertos. La reacción, lógicamente, no se hizo esperar. Fue fulgurante. Mediado el segundo cuarto, los blancos firmaron un demoledor parcial de 10-0. No sólo eso. La mejoría en ataque, con Suárez y Tomic como artífices máximos, tuvo desarrollo en defensa, donde maniataron a Carroll (sólo 5 puntos, y al final) y secaron a Wallace (0 puntos). El resto de canarios se vieron enjaulados sin sus estrellas en rendimiento. Además, empezaron a notar como la desventaja de centímetros en la zona hacía mella. Afortunadamente para ellos, unos ligeros desajustes blancos les mantuvieron con vida al descanso: 39-34.

Inspiración nacional en el Madrid
Si el Real Madrid no mató el encuentro cuando lo tuvo a tiro, tampoco lo hizo camino del epílogo del tercer cuarto. Dos triples de Llull y otro más de Suárez abrieron otra brecha en el marcador (54-48). Pero el Gran Canaria, sin nada que perder, volvió a retar al Real Madrid, le volvió a hacer sudar sangre, siempre con Carroll como guía espiritual. Tanto es así que comenzaron el último y definitivo cuarto con sólo 5 puntos de diferencia. Dígito irrisorio si se compara ambas plantillas. Pero la Copa del Rey tiene estas cosas. Esta magia.

Carroll resulta insuficiente
Pero, entonces, con todo por decidirse, apareció en escena otro factor interesante: el fondo de armario. Messina ganó por goleada a Pedro Martínez. El cansancio hizo mella en el Gran Canaria. Ya sólo Carroll (terminó con 30 puntos) era capaz de contrarrestar el talento de los anfitriones. Insuficiente cuando enfrente se tiene un arsenal formidable, potenciado cuando surgió en escena Sergio Rodríguez. El ‘Chacho’, desaparecido hasta entonces, decidió adquirir protagonismo. Y de qué manera. Firmó un espléndido final con 13 puntos consecutivos y magistral en la dirección. Ya las ventajas fueron mentales. Y en esas atmósferas este Real Madrid está doctorado, como lo está en cuestión de sufrimiento después de sudar sangre.

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