Dieciocho años sin reinar en la Copa del Rey es una eternidad en cualquier entidad, más aún cuando se refiere al Real Madrid, en cuya historia figuran 22 trofeos de su Majestad el Rey. El cuadro madridista ganó su último trofeo en 1993 y desde entonces sólo decepciones y algún que otro revés de consideración como la final del pasado curso ante el Barcelona en Bilbao. Esta edición de Madrid no sólo representa el enésimo desafío, sino una prueba de madurez para una de las plantillas más jóvenes del campeonato. “Esta Copa del Rey puede ser muy importante para el equipo”, dijo Messina.
Rafael Merino / SIGLO XXI
Eran otros tiempos. Era la época de Clifford Luyk como máximo responsable técnico del Real Madrid. Era el comienzo de la etapa de Arvydas Sabonis como referente sobre el parqué. Fue una temporada de sobresaliente. Se ganó la Copa del Rey (al Joventut en La Coruña con un ajustado de 74-71) y meses después se conquistó la ACB, al tiempo que se cayó, contra pronóstico, en semifinales de la Final Four ante el Limoges. Desde aquella temporada, ya muy lejana, la Copa del Rey ha sido un carrusel de sinsabores, aunque en esta edición, a diferencia de otras, existen argumentos muy sólidos como para considerar favorito al Real Madrid.
Esta teoría viene sustentada en factores estadísticos: 18 victorias consecutivas en la Caja Mágica, siendo muchas de ellas de forma abrumadora, segundos en ACB (con las mismas victorias que el Barcelona), líderes en su grupo de Euroliga y con jugadores con números de temporada redonda, caso de Suárez, Llull o Reyes. A estos nombres propios deben sumarse aquellos jugadores ‘sorpresa’ como Mirotic (una de las revelaciones del baloncesto europeo) y otros en clara ascensión en los últimos encuentros como Tomic, Tucker, Fischer o Prigioni. Luego, como en cada grupo, siempre hay lugar a la magia, y este cupo está reservado para Sergio Rodríguez. Conclusión: hay buen estado de forma y mimbres suficientes.
No sólo con esto es suficiente imponerse a los otros siete adversarios convocados al Palacio de los Deportes de Madrid. La cuestión mental es otro elemento a considerar y, en esto, este Real Madrid tampoco está en suspenso. Todo lo contrario. La cita de la Copa del Rey aparece después de doctorarse en carácter, después de saber jugar con criterio esos minutos donde entre la victoria y el abismo sólo existen milímetros. Manresa o Efes Pilsen son una prueba irrefutable de estas afirmaciones. Y a excepción de la visita al Palau, algún grande también ha sucumbido, caso de Caja Laboral y Olympiacos.
Defensa y velocidad
Estadísticas ni estados físicos ni mentales son suficientes para coronarse en torneos sin capacidad de recuperación. Es necesario, muy necesario, desarrollar un buen baloncesto. Y aquí, este grupo tampoco obtiene valoraciones negativas, aunque sí encuentra algunos puntos menos positivos que otros. Por ejemplo, si se mantiene la intensidad en defensa (en Europa reciben una media de 66 puntos, el mejor porcentaje) y se realizan transiciones rápidas, cualquier adversario cuenta con muchas opciones de perder. A corregir: los colapsos inexplicables a mitad de partido. Y éstos son un lastre cuando enfrente está el Barcelona.
Por todos estos ingredientes se entienden las declaraciones de Messina: “Esta Copa puede ser importante para el equipo”. Es una especie de prueba de madurez. No obstante, el técnico italiano, con muchos torneos, encuentros y jugadores a sus espaldas, recurre a la receta de aquellos grupos siempre favoritos y que nunca, por unas u otras cosas, alcanzan la meta: “Sí, estamos en un buen momento, pero vamos a ir partido a partido. Sería un error por nuestra parte hablar de una posible final con el Barcelona”.
El Barça, el mayor problema
Surge así el mayor enemigo del Real Madrid y de su técnico Ettore Messina, quien, entre todas las competiciones oficiales, presenta un balance extremadamente desfavorable: 9 derrotas, algunas sonrojantes, y 1 triunfo. Sería este el mayor problema de este grupo repleto de jóvenes y que tanto ilusionan al técnico italiano. “Estoy encantado con el equipo. Me siento como si entrenara a un equipo junior. Hay que ir despacio, trabajando cada día y disfrutando con las ganas que tienen estos chicos de crecer. Vuelvo a ser como un maestro”, afirmó en los días previos el preparador de Catania.
Por consiguiente, fuera el calificativo de favoritos máximos, junto con el Barcelona, y sólo pensar en el Gran Canaria (ganó en el duelo entre ambos en Canarias en ACB) y luego… en lo que venga. Y eso sí, Messina no se olvidó de lanzar un mensaje, al estilo Mourinho, al socio en caso de fracaso: “Aunque este equipo y este club tengan una grandísima historia detrás, no hay que ganar sí o sí. Hay otros que también trabajan, que también meten dinero. Existen los demás y se puede ganar o perder. Hay que competir. Hasta que no se entienda esto, por parte de la afición, del club y de todos, será un problema”. Y añadió: “La historia y la tradición no meten canastas ni cogen rebotes”.