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Robert J. Samuelson

La era del crudo

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WASHINGTON - La Era del Crudo va a continuar; hemos de asumirlo. Ellevantamiento popular de Egipto nos recuerda las lecciones que, a pesarde décadas de advertencias, los estadounidenses han preferido ignorar engeneral: Estados Unidos y el resto del mundo van a depender del petróleoen el porvenir; los mercados globales de petróleo seguirán siendo rehenesde crisis políticas que no se pueden predecir ni controlar; y no hemosdado los pasos prudentes que reducirían -- aunque no eliminarían por completo-- nuestra exposición a catastróficas interrupciones del suministro decrudo.

Lo que causará exactamente la crisis de Egipto en los mercados petrolerosdista de estar claro, por el momento. Impulsados al alza por el climafrío y la fuerte demanda de los países en vías de desarrollo, los preciosdel petróleo ya estaban subiendo antes de que los egipcios se echaran ala calle. Tras rondar de media los 2,80 dólares el galón la mayor partedel año, los precios de la gasolina estadounidense superaron la cota delos tres dólares en diciembre. Los precios subieron aún más a consecuenciadel caos, pero los beneficios podrían no prolongarse. Egipto producesolamente alrededor de 700.000 barriles al día. No es mucho en comparacióncon la demanda global de casi 90 millones de barriles diarios (mbd). Sitoda la producción de Egipto se detuviera en seco, sería reemplazable porqueel mundo tiene hoy alrededor de 4 millones de barriles diarios de margende extracción en otros lados.

Un riesgo mayor afecta al transporte marítimo del crudo. El Canal de Suezy el Oleoducto SuMed (Suez-Mediterráneo) mueven juntos ya alrededor de3 millones de barriles diarios entre Asia y Europa. Si estas líneas deabastecimiento fueran bloqueadas, los precios subirían casi seguro. Pero,de nuevo, se harían ajustes. Los petroleros serían desviados; el bombeoa través de otros oleoductos se elevaría.

El verdadero punto de ignición se alcanzaría si una serie de alteracionespolíticas corta la producción de importantes productores: Arabia Saudí(producción actual: 8,5 millones de barriles diarios), Kuwait (2,3 millonesde barriles), Irán (3,7 millones de barriles), Irak (2,4 millones) o Argelia(1,3 millones diarios). Este riesgo va a seguir presente al margen de cómotermine la crisis actual.

¿Qué podemos hacer nosotros? Bien, dos cosas: reducir el consumo de gasolina,preferiblemente a través de impuestos más firmes a los combustibles; yelevar la producción, preferiblemente mediante regulación menos hostil.La administración Obama no está haciendo ninguna de las dos cosas. En lugarde eso, anuncia a los cuatro vientos el objetivo de tener 1 millón de vehículoshíbridos en circulación antes de 2015. Esto tiene más de imagen que depolítica. El objetivo probablemente es irreal; las ventas de primeramano del Chevy Volt podrían alcanzar los 25.000 utilitarios; incluso sise llega al millón, el ahorro de combustible será minúsculo -- 40.000 barrilesdiarios tal vez, alrededor de dos décimos de punto porcentual del consumoestadounidense de 19 millones de barriles diarios. Ya hay 240 millonesde utilitarios y camionetas consumiendo gasolina.

En contraste, la producción perdida a consecuencia de las restriccionesa la prospección petrolera en el Golfo de México podría alcanzar en totallos 200.000 barriles diarios en 2012, según un cálculo gubernamental. Laadministración reaccionó de forma exagerada al escape de la Deepwater Horizon.A pesar de las perspectivas más halagüeñas, no ha habido grandes estímulosa la prospección costera tampoco. En 2009, la extracción nacional creciópor primera vez desde 1991, en parte gracias a los precios más altos ya que las nuevas técnicas de perforación (fractura hidráulica, prospecciónhorizontal) hicieron más rentable explotar yacimientos antes inaccesibles.La producción del campo Bakken en Dakota del Norte se ha disparado; hayesperanzas moderadas de beneficio adicional en la región texana de OdessaPermian Basin.

Un impuesto a los combustibles más alto -- implantado de forma gradualpara evitar arruinar la recuperación económica -- moderaría los giros bruscosdel precio de la gasolina y empujaría al consumidor a comprar utilitariosde consumo más ecológico que el gobierno impone fabricar a los fabricantesde automóviles. Los estadounidenses han preferido tradicionalmente vehículosmás grandes y, sin el estímulo, podrían aferrarse a viejos hábitos. Seda una convergencia en este terreno entre la política energética y la políticapresupuestaria. Un impuesto de energías sería provechoso para las dos.Mejoraría la estabilidad del precio del petróleo y, con los recortes delgasto, contendría el déficit presupuestario. Ni la administración Obamani los legisladores Republicanos parecen abiertos a captar las posibilidades.

Nada de esto va a lograr la "independencia energética", que siempreha sido un espejismo desde que se propuso por primera vez en la décadade los 70. Nuestra necesidad de crudo importado -- que ronda ya la mitadde nuestro consumo -- es simplemente demasiado elevada para ser salvadamediante incrementos de la producción o mejoras del rendimiento. Pero podemosmoderar esa dependencia y el precio de las importaciones, que de formarutinaria superan los 250.000 millones de dólares al año

Salvo imprevistos de última hora en forma de avances tecnológicos sustanciales,el petróleo no pasará a mejor vida de la noche a la mañana. Eso esconfirmado por tres cálculos recientes de los mercados energéticos de futuros:uno de la Agencia Internacional de la Energía en París; un segundo de laAgencia de Información Energética de los Estados Unidos; y el tercero deExxonMobil. Todos hacen generosas suposiciones acerca de los beneficiosde la mejora del rendimiento energético, incluyendo los utilitarios, yel uso extendido de las renovables. Todos siguen llegando a la conclusiónde que el petróleo seguirá representando durante décadas la cuarta partede la demanda energética global o más. ExxonMobil calcula que lacifra de utilitarios en todo el mundo crecerá un 50% hasta llegar a los1.200 millones de vehículos hacia 2030. La mayoría consumirán gasolina.Las dos quintas partes del incremento se registran en China. La competenciapor las reservas globales de petróleo se agravará. No podemos escapar aesa realidad, incluso si la ignoramos voluntariamente.

La era del crudo

Robert J. Samuelson
Robert J. Samuelson
martes, 8 de febrero de 2011, 07:56 h (CET)
WASHINGTON - La Era del Crudo va a continuar; hemos de asumirlo. Ellevantamiento popular de Egipto nos recuerda las lecciones que, a pesarde décadas de advertencias, los estadounidenses han preferido ignorar engeneral: Estados Unidos y el resto del mundo van a depender del petróleoen el porvenir; los mercados globales de petróleo seguirán siendo rehenesde crisis políticas que no se pueden predecir ni controlar; y no hemosdado los pasos prudentes que reducirían -- aunque no eliminarían por completo-- nuestra exposición a catastróficas interrupciones del suministro decrudo.

Lo que causará exactamente la crisis de Egipto en los mercados petrolerosdista de estar claro, por el momento. Impulsados al alza por el climafrío y la fuerte demanda de los países en vías de desarrollo, los preciosdel petróleo ya estaban subiendo antes de que los egipcios se echaran ala calle. Tras rondar de media los 2,80 dólares el galón la mayor partedel año, los precios de la gasolina estadounidense superaron la cota delos tres dólares en diciembre. Los precios subieron aún más a consecuenciadel caos, pero los beneficios podrían no prolongarse. Egipto producesolamente alrededor de 700.000 barriles al día. No es mucho en comparacióncon la demanda global de casi 90 millones de barriles diarios (mbd). Sitoda la producción de Egipto se detuviera en seco, sería reemplazable porqueel mundo tiene hoy alrededor de 4 millones de barriles diarios de margende extracción en otros lados.

Un riesgo mayor afecta al transporte marítimo del crudo. El Canal de Suezy el Oleoducto SuMed (Suez-Mediterráneo) mueven juntos ya alrededor de3 millones de barriles diarios entre Asia y Europa. Si estas líneas deabastecimiento fueran bloqueadas, los precios subirían casi seguro. Pero,de nuevo, se harían ajustes. Los petroleros serían desviados; el bombeoa través de otros oleoductos se elevaría.

El verdadero punto de ignición se alcanzaría si una serie de alteracionespolíticas corta la producción de importantes productores: Arabia Saudí(producción actual: 8,5 millones de barriles diarios), Kuwait (2,3 millonesde barriles), Irán (3,7 millones de barriles), Irak (2,4 millones) o Argelia(1,3 millones diarios). Este riesgo va a seguir presente al margen de cómotermine la crisis actual.

¿Qué podemos hacer nosotros? Bien, dos cosas: reducir el consumo de gasolina,preferiblemente a través de impuestos más firmes a los combustibles; yelevar la producción, preferiblemente mediante regulación menos hostil.La administración Obama no está haciendo ninguna de las dos cosas. En lugarde eso, anuncia a los cuatro vientos el objetivo de tener 1 millón de vehículoshíbridos en circulación antes de 2015. Esto tiene más de imagen que depolítica. El objetivo probablemente es irreal; las ventas de primeramano del Chevy Volt podrían alcanzar los 25.000 utilitarios; incluso sise llega al millón, el ahorro de combustible será minúsculo -- 40.000 barrilesdiarios tal vez, alrededor de dos décimos de punto porcentual del consumoestadounidense de 19 millones de barriles diarios. Ya hay 240 millonesde utilitarios y camionetas consumiendo gasolina.

En contraste, la producción perdida a consecuencia de las restriccionesa la prospección petrolera en el Golfo de México podría alcanzar en totallos 200.000 barriles diarios en 2012, según un cálculo gubernamental. Laadministración reaccionó de forma exagerada al escape de la Deepwater Horizon.A pesar de las perspectivas más halagüeñas, no ha habido grandes estímulosa la prospección costera tampoco. En 2009, la extracción nacional creciópor primera vez desde 1991, en parte gracias a los precios más altos ya que las nuevas técnicas de perforación (fractura hidráulica, prospecciónhorizontal) hicieron más rentable explotar yacimientos antes inaccesibles.La producción del campo Bakken en Dakota del Norte se ha disparado; hayesperanzas moderadas de beneficio adicional en la región texana de OdessaPermian Basin.

Un impuesto a los combustibles más alto -- implantado de forma gradualpara evitar arruinar la recuperación económica -- moderaría los giros bruscosdel precio de la gasolina y empujaría al consumidor a comprar utilitariosde consumo más ecológico que el gobierno impone fabricar a los fabricantesde automóviles. Los estadounidenses han preferido tradicionalmente vehículosmás grandes y, sin el estímulo, podrían aferrarse a viejos hábitos. Seda una convergencia en este terreno entre la política energética y la políticapresupuestaria. Un impuesto de energías sería provechoso para las dos.Mejoraría la estabilidad del precio del petróleo y, con los recortes delgasto, contendría el déficit presupuestario. Ni la administración Obamani los legisladores Republicanos parecen abiertos a captar las posibilidades.

Nada de esto va a lograr la "independencia energética", que siempreha sido un espejismo desde que se propuso por primera vez en la décadade los 70. Nuestra necesidad de crudo importado -- que ronda ya la mitadde nuestro consumo -- es simplemente demasiado elevada para ser salvadamediante incrementos de la producción o mejoras del rendimiento. Pero podemosmoderar esa dependencia y el precio de las importaciones, que de formarutinaria superan los 250.000 millones de dólares al año

Salvo imprevistos de última hora en forma de avances tecnológicos sustanciales,el petróleo no pasará a mejor vida de la noche a la mañana. Eso esconfirmado por tres cálculos recientes de los mercados energéticos de futuros:uno de la Agencia Internacional de la Energía en París; un segundo de laAgencia de Información Energética de los Estados Unidos; y el tercero deExxonMobil. Todos hacen generosas suposiciones acerca de los beneficiosde la mejora del rendimiento energético, incluyendo los utilitarios, yel uso extendido de las renovables. Todos siguen llegando a la conclusiónde que el petróleo seguirá representando durante décadas la cuarta partede la demanda energética global o más. ExxonMobil calcula que lacifra de utilitarios en todo el mundo crecerá un 50% hasta llegar a los1.200 millones de vehículos hacia 2030. La mayoría consumirán gasolina.Las dos quintas partes del incremento se registran en China. La competenciapor las reservas globales de petróleo se agravará. No podemos escapar aesa realidad, incluso si la ignoramos voluntariamente.

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