En materia de deporte, no me imagino Madrid sin Barcelona y Barcelona sin Madrid. Y todo lo que no sea esto, para los Medios de Comunicación, no existe. Un ejemplo: El Fútbol Sala ha descubierto a un nuevo Barça con su título de Copa y el balonmano se apoya en el club blaugrana, pero sin el Madrid de por medio, estos deportes están a años luz en difusión mediática del fútbol.

Precisamente Real Madrid y FC Barcelona de fútbol se van a enfrentar este año al menos cinco veces. La primera con ‘manita’ blaugrana en el Camp Nou. La segunda será días antes de la finalísima de Copa del Rey el 20 de abril. Y la cuarta y quinta a doble partido en la Supercopa de España. Tremendo.

Pero esto es la salsa del fútbol. No sé por qué todo el mundo se queja, si todo el mundo está deseando ver el mayor morbo del deporte mundial, ni Lakers-Celtics, ni Sevilla-Betis, ni River-Boca, ni tonterías. Un Real Madrid-Barcelona es el no va más del deporte.
¿Por qué? Porque ver un duelo Messi-Cristiano hoy es algo impagable. Porque ver el planteamiento táctico de Pep Guardiola frente al de José Mourinho hoy es algo inigualable. Porque ver una gran defensa frente a un colosal ataque hoy es algo inimitable. Y porque ver a millones de aficionados madridistas frente a millones de aficionados barcelonistas es algo inmenso.

Pues eso, que me gusta la rivalidad sana Madrid-Barça, sin insultos, sin violencia, sin cafres que tiren algo al campo. Fútbol, puramente fútbol y que gane el que más se lo merezca, que no siempre es así. Si en deportes de equipo como el balonmano, waterpolo, hockey y demás hubiese esta rivalidad, el pastel televisivo sería completamente otro. Pero el Real no está por la labor de aumentar sus paupérrimas secciones deportivas, al contrario que el multidisciplinar Barça.

Vamos a ver qué ocurre aunque, ya puestos, me gustaría dar una idea a Pérez y Rosell: monten ustedes su equipo propio de F-1 y… a correr. Sería el colmo ver una enganchada a 300 por hora entre un coche merengue y otro culé pilotados por Cristiano y Messi. ¡Qué disfrute tendríamos, Bernie!