Estaba en la Universidad cuando escuché hablar de ella por primera vez (miento, en realidad ya había tenido algún contacto con lo que sería la primera versión de internet con la película Juegos de Guerra). Sí, era Internet… un lugar donde te podías pasar la tarde chateando y mirando asuntos que no confesaríamos a nuestras madres… poco más al principio.
Luego descubrí el ajedrez por internet. Fui un gran aficionado durante al menos dos años. Luego lo dejé. Nunca me gustó eso del chat porque siempre he preferido las frases con sujeto, verbo y predicado.
Y llegaron los servidores porque inicié mi primera revista en Internet (se llamaba mundodeporte, por si a alguien le interesa el dato). Por circunstancias poco gratas, me vi obligado a dejar mi proyecto… y el asunto se extendía poco a poco. No, internet no era ya algo para pasar la tarde más o menos entretenido: los supermercados vendían sus productos por internet y se podían comprar acciones y hacer transferencias bancarias. Al principio, éramos pocos los que usábamos este método (ya se sabe, que si se puede robar el número de la tarjeta bancaria que si una cosa que si la de más allá).
Ahora son pocos (al menos entre los que yo conozco) los que aún no compran las entradas para la ópera por internet (por cierto, realmente cómodo, aunque por menos de 100 eurillos de nada siempre se diga eso de “visibilidad reducida o nula”)… ¿y las entradas del cine? Sí, es más cómodo seleccionar por la mañana tu butaca e ir al cajero próximo al cine a recoger tu entrada.
El mundo se ha vuelto electrónico y de plástico y parece no tener marcha atrás.
Parece no tener marcha atrás tampoco el libro electrónico ni el formato electrónico para los periódicos. Redes wifi por doquier que nos permitirán estar des-informados (o no) desde cualquier punto a cualquier hora del día… sin tener que esperar a la edición de la mañana para conocer la última. Los grandes medios de comunicación tiemblan ante el auge de internet… se piratean películas y juegos y aplicaciones electrónicas e, incluso, se activan bombas a través de dispositivos móviles tales como una Blackberry.
Y es que Internet, finalmente, es un gran problema que, como siempre, hay que legislar.
Hay páginas para mayores y para menores y con un simple click en “Soy Mayor de Edad” cualquier menor puede acceder a lo que no está destinado a él. ¿Solución? Déjenme seguir un poco, que la solución es mejor siempre al final… ¿Las redes sociales? ¡Menudo peligro! Cuelgo mi foto y no puedo imaginar qué diablura podrían hacer con ella. ¿Lo mejor? No publicarla, desde luego, mantenerme en mi cerrado mundo y no volver a tocar ese diabólico aparato llamado ordenador.
Me dedico a escribir novelas. ¡Dios mío, llega Internet! Los libros serán electrónicos por una sencilla razón: costes de producción. Editar un libro electrónico cuesta muy poco (si a alguien le interesa que me lo pregunte), mientras que en un libro con una tirada de 1.500 ejemplares podemos tener que invertir (sólo en imprentas y gastos imprescindibles), entre 5.000 y 9.000 euros por cada título… ¿Qué creen que pensarán en la editorial? La editorial invierte y se lleva más o menos la mitad porque la distribuidora se lleva la otra mitad y el autor el 10% del total… Con el libro electrónico todos ganarían más porque se ampliaría el volumen de venta al reducir los costes y el precio final sería menor y el autor y el editor todos contentos… ¿Y el gran negocio del distribuidor del 50%? Sí, ¿qué pasa con el distribuidor? Se reconvertirían a grandes empresas como Amazon y poco a poco las mil distribuidoras de España se irán viniendo abajo por el gran empuje de las americanas y las editoriales también porque nadie compite con los americanos en un mercado global que, seamos sinceros, controlan ellos y, a no ser que mucho cambien las cosas, seguirán controlando.
(Tomo aire).
Sí, Internet es un peligro que hay que legislar por una sencilla razón: si no se legisla ellos no tendrán de dónde echar mano y ya sabemos que eso es algo realmente grave en estos tiempos.Sí, que legislen y que nos cobren por subir nuestra propia foto a nuestra propia página a través de la conexión telefónica que nosotros mismos hemos pagado porque un día alguien activó una bomba a través de un teléfono móvil.
A mí me parece ridículo.Pero no todos piensan como yo.
Sean felices y tengan cuidado con las páginas que visitan. Quizás en alguna haya tipos como yo que no se fían demasiado de un sistema creado para crear miedo y una falsa ilusión de seguridad.