Hace poco más de dos décadas rompían cascarón los cuervos de Georgia. Salían de su nido en 1990 debutando con Shake your Money Maker. Continuaron con el inolvidable Southern Harmony and Musical Companion, abrieron alas a la psicodelia con Amorica y así le siguió una remesa de buenos discos, incluido uno con Jimmy Page. Three snakes and one charm, By your side, Lions, Waterpaint, Before the Frost…until the Freeze…volaron alto The Black Crowes y aterrizan ahora con Croweology, su ultimo disco. Sí, a mi también me suena a despedida.

Quizás fue por todo lo que desprenden estos discos que mi hermano, enérgico siempre, puso empeño en hacérmelos llegar. ¡Eso sí era rock and roll! Rock sureño con una tremenda e imponente interacción instrumental. The Black Crowes me enamoraron con su balada acústica She talks to angels y conRemedy sucumbí a los hermanos Robinson, fundadores y componentes de la banda. Ahora mismo simplemente no sabría decidirme por una de sus canciones.

Tiempo más tarde tuve la fortuna de verlos un directo en uno de los teatros más impresionantes en los que he estado nunca, el United PalaceTheatre de Nueva York. Era una mágica noche de difuntos, halloween que dicen allí. Cuando The Black Crowes aparecieron en escena descalzos, entre alfombras persas, calabazas pintadas con cuervos y humo de incienso con olor a sándalo, todo el público fuimos uno y parecía que en vez de canciones se entonaban himnos. La firmeza de Steve, la mística hechicera de Chris Robinson que hipnotiza hasta al clero, su hermano Rich y Luther rasgando guitarras, Adam al Hammond y Steve al bajo manteniendo el vuelo…esos eran y son los verdaderos Crowes. Eso era y es una innegable banda de southern rock, la que en su directo mantenía y todavía mantiene vivas las almas, dejando sin aliento hasta al vendedor birras en el pasillo del fondo.

La suerte me llevó más tarde a comprobar que The Black Crowes jamás repiten repertorio, fue en 2009, en el Azkena Rock Festival de Vitoria Gasteiz. Mi hermano, ese que dice que las letras de los Crowes son auténticas catequesis de humanidad y a veces más potentes que cualquier método de enseñanza, no puede evitar comprobar esto del repertorio con la excusa de hacer turismo. La Filmore de San Francisco y Paradiso en Amsterdam (por duplicado ambas) le han dado la razón.

Sea por lo que sea es evidente que The Black Crowes no es reinventarse como banda sino que es la evolución de la misma. Y sobre todo es la confianza en la existencia de la música más allá de lo que dicten las normas de mercado y sus jueves y verdugos multinacionales
The Black Crowes vuelven ahora a Europa con una mini gira despedida, dicen que por el tiempo justo para poder dedicarse a otros menesteres. Algo me hace temer que no volverán. Así es que aprovechemos lo que ya sabemos: BBK de Bilbao en España o 18 de julio en Amsterdam.

Para todos aquellos que nunca han visto su directo crean que es una oportunidad irrepetible para certificar en vivo que el Rock and Roll siempre tendrá la misma solidez, el mismo vigor y la misma sensualidad mientras bandas como los Black Crowes tengan apetito para demostrarlo en su más de dos horas y media de concierto a las que ya nos tienen acostumbrados.

Y lo que no es menos importante: mientras el público siga asistiendo a los directos que es donde el arte se vuelve único, irrepetible y legítimo.