Una brisa al pasado en Segunda División revuela de manera leve Martiricos. La ráfaga no es fuerte pero se atisba cierta ventolera que no sopla en buena dirección. Ser colista es lo que tiene.
Aunque quedan muchas jornadas por disputar en el campeonato la desazón invade buena parte del malaguismo. La derrota ante el Zaragoza dejó muy tocado al equipo y a parte de la afición que no se creía lo que acontecía ante sus ojos y optó por abandonar La Rosaleda antes del final del encuentro.
El paso atrás es notorio y más si cabe cuando los máximos rivales por eludir la categoría sacan puntos. El farolillo rojo ya es una realidad en el club y en la ciudad. Quedan salidas complicadas en las próximas jornadas por lo que la derrota ante el Zaragoza debe encender ya todas las alarmas para que la reacción sea cuanto menos inminente.
La bipolaridad de sensaciones que pasan por la ciudad en apenas semanas no aporta estabilidad en un club que ahora mismo se encuentra en plena restructuración deportiva. El tiempo y los puntos darán la estabilidad necesaria a una plantilla con calidad diriga por un entrenador de categoría. Eso sí, los nombres pueden ayudar pero en el fútbol se vive a base de puntos.
Con la llegada de las incorporaciones en el mercado invernal ya se hablaba de que el equipo aspiraba a los puestos medios altos de la clasificación. La veteranía de algunos hombres y la savia fresca de otros permitirían relanzar el proyecto 2.0 del jeque.
En cambio, las tres derrotas consecutivas borran de un plumazo esa idea y ya se comienza a deshojar la margarita de la permanencia y el descenso. Los extremos nunca son buenos. Con paciencia, fútbol y buenos resultados el anticiclón de la salvación acabará con la borrasca del descenso que se acerca peligrosamente por Martiricos.